jueves, 19 de noviembre de 2015

Uso Prudente de Antibióticos



¿Qué es un antibiótico?
Un antibiótico es un medicamento destinado a acabar con procesos infecciosos producidos por un determinado tipo de agentes microbianos, las bacterias. De la misma forma que existen múltiples especies de bacterias capaces de provocar enfermedades en personas y animales, existe una amplia variedad de antibióticos que actúan con cierto grado de selectividad frente a tales bacterias. El objetivo terapéutico del antibiótico es ayudar al organismo en su lucha biológica frente a las bacterias causantes de la infección.

Existen muchas clases de antibióticos, que actúan de formas diferentes y sobre grupos diversos de bacterias patógenas. Por ello, es fundamental que previamente a la utilización de un antibiótico se lleve a cabo un diagnóstico médico preciso, para determinar cuál es el alcance de la infección, su posible agente microbiano causal y su tratamiento más adecuado, teniendo en cuenta también otros aspectos específicos del paciente. 

¿Qué es el uso Prudente de Antibióticos?
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, es importante que la selección del antibiótico sea llevada a cabo por el médico que ha realizado el diagnóstico, quien además de elaborar la correspondiente receta, indicará al paciente la posología y la duración del tratamiento. 

Por consiguiente, los antibióticos sólo deben ser utilizados si han sido debidamente prescritos por un médico y dispensados en una farmacia presentando la correspondiente receta médica. 

El diagnóstico y la prescripción médica garantizan la mejor selección del antibiótico adecuado para cada situación, optimizando los resultados terapéuticos y reduciendo a un mínimo razonable el riesgo de efectos adversos debidos al antibiótico. Pero, además, en el caso de los antibióticos existe un problema adicional al de los posibles efectos adversos que puede experimentar el propio paciente que toma el antibiótico. Se trata de las resistencias bacterianas. 

¿Qué son las resistencias bacterianas?
Las bacterias son organismos vivos y, por tanto, presentan una notable capacidad de adaptación al entorno. De hecho, esa capacidad les ha permitido soportar 3.000 millones de años de evolución biológica. 

Tal capacidad de adaptación también se manifiesta en las bacterias con capacidad para producir enfermedades en personas y animales. En este sentido, muchas de estas bacterias patógenas han sido capaces de desarrollar mecanismos por los cuales se vuelven resistentes a uno o varios tipos de antibióticos. Y ese es uno de los motivos por los que el empleo de algunos antibióticos en determinadas infecciones ha ido perdiendo paulatinamente eficacia. 

Este incremento de la resistencia bacteriana a ciertos antibióticos supone una reducción de la eficacia terapéutica y, al mismo tiempo, la aparición de cuadros clínicos de muy difícil tratamiento con los antibióticos actualmente disponibles.

Aunque la investigación farmacéutica está aportando continuamente nuevos antibióticos cada vez más potentes y selectivos, capaces de soslayar algunos tipos de resistencia bacteriana, el problema de la resistencia bacteriana no se puede solucionar solo incorporando nuevos medicamentos, cuyo desarrollo es muy costoso en tiempo y dinero sino que además hay que evitar o reducir las condiciones que favorecen el desarrollo de las mismas, esto es, con la elección inadecuada de antibiótico, según la infección existente, y con la utilización de dosis inadecuadas o duración insuficiente del tratamiento antibiótico. 

Consejos para el Uso Prudente de Antibióticos
·         En caso de padecer una infección se debe acudir siempre al médico, al ser el profesional que le indicará si la enfermedad está producida por una bacteria y le prescribirá el antibiótico adecuado para la infección.

·         Hay que tener en cuenta que enfermedades como la gripe y ciertas infecciones de garganta son producidas por virus y el uso de antibióticos no es eficaz.

·         Es especialmente importante cumplir el tratamiento completo, aunque se mejore antes. Si se interrumpe el tratamiento de forma prematura, se corre el riesgo de que la bacteria patógena vuelva a crecer y a multiplicarse, produciendo así una infección aún más grave.

·         La duración del tratamiento vendrá especificada en la receta médica. Generalmente, la mayoría de los tratamientos se establecen por periodos entre 5 y 10 días.

·         Es esencial tomar la cantidad correcta de medicamento y cada dosis a la hora adecuada.

·         Los antibióticos son generalmente fármacos seguros, aunque, como todo medicamento pueden producir reacciones adversas. La alergia es uno de los efectos adversos más conocidos, aunque no de los más frecuentes. El paciente debe estar informado si es alérgico y llevar siempre consigo una tarjeta o medalla que lo indique.

·         Otros efectos adversos se producen por la destrucción, además de las bacterias patógenas, de bacterias beneficiosas que se encuentran formando parte de la flora intestinal. Esto puede ocasionar dolor de estómago, diarrea, infecciones vaginales y otros problemas.


Fuente: PortalFarma

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