lunes, 14 de septiembre de 2020

Cómo tratar los celos entre hermanos

 

¿Tu hijo se enfada a menudo, le grita al pequeño o llora más que de costumbre?, ¿si le dejas solo aprovecha para pegar a su hermano, pellizcarlo o escupirlo? Los celos entre hermanos y la rivalidad son algo común. Es la forma con la que algunos niños intentan pedir afecto a sus padres.

¿Por qué aparecen los celos entre hermanos?

Durante millones de años, el ser humano ha desarrollado conductas instintivas para mantener y reforzar las relaciones afectivas. Se llaman conductas de apego, y funcionan de manera muy parecida a como funciona el hambre. Cuando necesitamos alimento, sentimos una sensación desagradable que nos impulsa a comer. Sentir el malestar que provocan los celos, nos impulsa a hacer cosas para no perder la relación afectiva, igual que el hambre nos impulsa a comer.

Para que esto suceda, ambas personas deben de estar unidas por una relación de dependencia. Y, en el caso de los niños, todos presentan una dependencia afectiva hacia el adulto que les cuida, generalmente los padres. Al entrar un hermano en la dinámica familiar, el niño percibe que la atención se divide, el tiempo se comparte, y el cariño ya no es exclusivo. Aparecen los celos, y con ellos la sensación de que va a tener que competir con alguien para volver a tener todo lo que antes tenía sin ningún esfuerzo.

Lo que provoca los celos entre hermanos no es la forma en cómo el adulto trata a uno u otro, ya que por lo general los padres acostumbran a tratar a todos los hijos por igual. Los celos entre hermanos surgen de la interpretación que hace el niño de la situación familiar, unido a su miedo de ser desplazado.

¿Cuánto duran los celos?

Los celos entre hermanos no aparecen antes del primer año y medio de vida (18 meses) ya que, hasta esa edad, el desarrollo cognitivo del niño no le permite ser consciente de su posición afectiva en la propia familia. Habitualmente se prolongan durante toda la primera infancia, hasta alrededor de los siete años, aunque si no se gestionan adecuadamente, pueden llegar a cronificarse deteriorando las relaciones familiares, e incluso dejándose de hablar con el hermano “competidor”.

Los celos, por tanto, en la mayoría de los casos no son permanentes. Irán desapareciendo en cuanto el niño vuelva a sentirse seguro y encuentre su lugar dentro del seno familiar. En el caso de que los episodios se mantengan en el tiempo o que su magnitud sea desproporcionada respecto a lo esperado para su edad y educación recibida (produciéndose un deterioro en las relaciones familiares) es aconsejable la visita a un profesional.

¿De qué manera expresan los niños los celos?

·      Cambio de conducta: se muestran más tercos y desobedientes. Tienen una actitud más desafiante ante los padres, oponiéndose a sus normas. Suelen tener un comportamiento más negativo.

·      Regresión a etapas pasadas: a pesar de haber logrado hitos como el control de esfínteres, dormir sin chupete o ir al colegio sin llorar, pueden mostrar una vuelta atrás en su conducta, volviéndose a hacer pis o caca, retomar el chupete, no querer dormir solos, llorar por ir a la escuela…

·      Cambios de humor injustificados: pueden mostrarse más enfadados que de costumbre o montar un berrinche por algo que no tiene importancia. También se muestran más llorones sin motivo aparente.

·      Actitud infantil: pueden volver a utilizar expresiones más típicas de bebés, utilizar un lenguaje más infantil e incluso realizar conductas más inmaduras como chuparse el dedo.

·      Alteraciones del sueño: si antes dormían solos sin problema, pueden pedir dormir con los padres, incluso se suelen despertar más a menudo y les cuesta mucho irse a la cama.

·      Falta de apetito: puede alterarse su hábito alimenticio. Niños que comían bien se vuelven inapetentes o comienzan a rechazar platos que antes tenían como favoritos. Incluso incitan a que los padres les den la comida.

·      Agresividad: pueden llegar a pelearse con su hermano, morder, pegar o pellizcar hacia el que generan un sentimiento de resentimiento.

¿Qué pasa si los celos desembocan en agresividad?

Cuanto menor es la diferencia de edad, mayores suelen ser los celos entre hermanos. Un niño de tres meses y otro de dos años necesitan las mismas cosas: depender del adulto para comer, ir en brazos, dormir con los padres, etc. Y dentro de seis años seguirán necesitando lo mismo: que jueguen con ellos, que les escuchen, que les ayuden en sus tareas del cole, etc. La competencia es directa y continua. Es en estos casos cuando la conducta celotípica se dirige potencialmente hacia el hermano, y en muchas ocasiones en forma de agresividad. En el mundo infantil, una patada no significa lo mismo que en el mundo adulto. Los niños se pegan como una forma más de comunicación debido a su limitado vocabulario para expresar emociones. Lo esperable sería que, a medida que aumenta su registro para expresar el malestar, disminuya la agresividad. En este sentido, los padres pueden ser facilitadores de la comunicación hablando con ellos y ayudándoles a verbalizar.

Cómo tratar los celos entre hermanos para prevenirlos

1.      No establezcas comparaciones entre hermanos y evita el trato de preferencia hacia uno.

2.     Alava los aspectos positivos en lugar de recriminar los negativos.

3.     Responde con tranquilidad a los episodios celosos y retira tu atención. Una vez se haya calmado, dale la atención emocional que requiere para fomentar la conducta deseada.

4.     Aumenta el tiempo en actividades y juegos de toda la familia.

5.     Recuérdale las ventajas y privilegios que tiene “ser el mayor” o “ser el pequeño” para que sientan la importancia de su individualidad. Por ejemplo, el hermano mayor puede acostarse más tarde porque es el mayor.

6.     Ayúdale a verbalizar lo que siente para que no tenga que mostrarlo mediante un comportamiento agresivo.

7.     Utiliza una comunicación emocional, a través de gestos y palabras afectuosas que dejen claro que el amor de los padres alcanza para todos.

 

Fuente: DKV

 

viernes, 11 de septiembre de 2020

Bulos y mitos de la dieta keto

 

Con septiembre y el fin de las vacaciones vuelven la rutina y los propósitos para el nuevo curso. Entre ellos, muchas personas se marcan comer mejor o seguir una dieta específica. Ya os hemos contado los trucos y las dietas que no necesitas probar porque no tienen base científica y no funcionan, pero hoy os hablaremos de la dieta keto.

Una de la que se habla mucho es la dieta keto o cetogénica, que consiste en reducir drásticamente el consumo de carbohidratos. Aunque para ciertas personas puede ser eficaz a corto plazo siempre que se realice con ayuda de un nutricionista, no hay suficientes estudios sobre su eficacia a largo plazo por su baja adherencia. Además, puede conllevar una serie de riesgos en determinadas personas o efectos secundarios. Os contamos todo lo que sabemos al respecto.

¿Qué es la dieta keto o cetogénica?

La dieta keto o cetogénica no es nueva. Primero se llamó dieta Atkins (hace ya varias décadas) y ahora vuelve con el nombre de keto.

Para explicar qué es una dieta keto, hay que saber un poco sobre cómo funciona el metabolismo del cuerpo humano, la serie de reacciones por las que los nutrientes que ingerimos en la comida se convierten en energía que permite al organismo llevar a cabo todas sus funciones. En esa serie de reacciones, el combustible más habitual es la glucosa que el cuerpo extrae de los carbohidratos.

Pero la evolución nos ha dado a los humanos recursos para afrontar distintos escenarios, de forma genérica, nuestro cuerpo utiliza como combustible los hidratos de carbono, pero si por lo que sea (en este caso por elección propia) no tenemos acceso a ellos, el organismo tiene mecanismos para seguir obteniendo energía, no nos morimos.

Es decir, aunque esa es la principal fuente de energía y a la que el cuerpo recurre primero, no es la única posible. Otra opción son los cuerpos cetónicos, que el organismo obtiene procesando la grasa corporal cuando el aporte de carbohidratos no es suficiente. Cuando el cuerpo recurre a ellos, es cuando se encuentra en estado de cetosis.

Una dieta keto o cetogénica, es aquella en la que precisamente se consigue ese estado de cetosis a base de reducir drásticamente el consumo de carbohidratos en la alimentación para obligar al cuerpo a recurrir a la grasa para funcionar.

Ingesta de más alimentos ricos en grasas

En una dieta cetogénica las grasas suponen entre un 70% y un 80% de lo que se consume; las proteínas, entre un 20% y un 25%; y los hidratos de carbono, entre un 5% y un 10%.

¿Cuál sería un ejemplo de menú diario?

Desayuno:

Café + huevos revueltos + 1/2 aguacate

Media mañana

Yogur griego + un puñado de frutos secos

Comida       

Pollo a la plancha + espinacas salteadas

Merienda

Arándanos

Cena

Brócoli salteado con queso parmesano + filete de salmón a la plancha + onza de chocolate negro (70-80% de cacao) 

El desayuno podría contener huevos, frutos secos, yogur no azucarado o mantequilla de cacahuete. La comida podría ser una ensalada de verduras con espinacas, repollo, aguacate, atún, aceitunas o queso. También, una pechuga de pollo a la plancha con tomates y verduras mezcladas. La cena podría contener salmón a la plancha o a la parrilla con brócoli o coliflor o calabacines asados.

Difícil de seguir en el largo plazo y se desconoce si tiene efecto yoyó

Esta revisión de estudios indica que, si bien hay algunas investigaciones que indican que una dieta cetogénica consigue una mayor pérdida de peso a corto plazo que las dietas bajas en grasa, todavía no hay suficientes datos sobre el posible efecto yoyó, en el que periodos de sobrepeso se intercalan con dietas estrictas y bajadas de peso que luego se recupera (y, a menudo, aumenta).

Según dicha revisión, la duración de la dieta cetogénica puede variar desde un mínimo de dos a tres semanas hasta un máximo de varios meses (de seis a 12 meses) “siguiendo el principio general de precaución”.

No existen estudios a largo plazo porque la adherencia a la dieta es prácticamente insostenible más allá de los dos o tres meses, mientras que una dieta baja en grasas puede convertirse en un nuevo estilo de alimentación. Esto se debe en parte al gran cambio que implica esta dieta en la elección de alimentos.

¿Se pierde peso en el corto plazo? Sí. ¿Es lo que deberíamos buscar en una dieta? No. Es primordial comprender que la clave de cualquier cambio de hábitos es mantener la adherencia a largo plazo: El peso no es la variable a tener en cuenta a la hora de valorar la salud, por lo que no debería ser la referencia.

La dieta cetogénica, según cuenta, es muy difícil de seguir en el largo plazo. En este sentido, este estudio subraya la baja adherencia de este tipo de dieta entre personas con cáncer (además de concluir que no hay evidencias científicas de que mejore el metabolismo o la calidad de vida de pacientes oncológicos).

Como os hemos explicado las dietas drásticas no son la mejor opción si lo que queremos es perder peso de forma sostenible ya que es difícil seguirlas durante mucho tiempo y, si no cambiamos la alimentación a patrones más saludables, es muy probable que el peso perdido se recupere rápidamente.

Los peligros que conlleva en determinadas personas

La dieta keto puede ser muy eficaz para perder peso y muy saciante. Aun así, “no vale para todo el mundo y no está exenta de peligros”. De ahí que sea recomendable “que sea guiada siempre por un nutricionista”.

Esta revisión concluye que la dieta cetogénica puede ser una herramienta útil para tratar la obesidad en manos de un médico. Los expertos consultados coinciden en que seguir una dieta keto no tiene por qué ser peligroso en una persona sin patologías previas y sin problemas en su relación con la comida.

Eso sí, esta dieta no es recomendable en personas diabéticas o con problemas renales. Tampoco la aconseja a una persona que haya intentado perder peso por diferentes vías o con riesgo de padecer un trastorno de la conducta alimentaria, ya que “no ha demostrado especial eficacia en el largo plazo y este tipo de personas lo último que necesitan es un nuevo fracaso en su intento por cambiar de hábitos”.

Seguir esta dieta puede tener efectos secundarios “producidos por la acidosis que se genera al fabricar los cuerpos cetónicos”. Por ejemplo, puede producir inapetencia, dolor de estómago, náuseas o vómitos, olor afrutado del aliento, dificultad al respirar, boca seca y un decaimiento general.

En Internet, se promocionan píldoras que supuestamente contienen cetonas exógenas. Es decir, que proporcionan al organismo los cuerpos cetónicos que deben servir como combustible al cuerpo ante la ausencia de la glucosa derivada de los carbohidratos. Como ya os hemos no hay evidencias de que estas píldoras ayuden a adelgazar.

 

Fuente: DKV

 

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Vuelta al cole en plena pandemia: Las peticiones de los pediatras de familia

 

Las medidas de higiene, distanciamiento y aislamiento, junto con el refuerzo en Atención Primaria y de los servicios de rastreo prometido por los departamentos de salud de las comunidades autónomas son las peticiones de los pediatras de familia para una vuelta al cole segura.

Estas son las principales peticiones de los pediatras de atención primaria ante la vuelta al cole, a primeros de septiembre, y de cara a la reunión que los ministros de Educación y Sanidad mantendrán el próximo día 27 con los consejeros autonómicos para tratar el inicio del curso escolar.

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) ha elaborado una propuesta con recomendaciones para el regreso a la escuela presencial y para la coordinación entre los colegios y los centros de salud.

De acuerdo con datos del Ministerio de Sanidad, el porcentaje de contagios en niños, sobre el total de contagiados, inicialmente era inferior al 1%, pero ha ascendido a un 7,2% en el mes de julio, y a un 10,3% de los casos en agosto, en menores de 15 años.

Por tanto, los datos disponibles en la actualidad son cambiantes y debemos ponernos en guardia y pensar que cualquier niño puede ser fuente de contagio. De cara a la apertura del curso escolar, y en cualquier atención presencial, debemos contar con medidas de distanciamiento e higiénicas, sea cual sea la edad del niño.

Por otra parte, los niños tienen más probabilidades de tener una infección leve o asintomática, lo que significa que la infección puede pasar desapercibida o no ser diagnosticada.

Los síntomas más frecuentes son la tos, dolor de garganta, diarrea o fiebre. Esto hace difícil diferenciarlo de otras enfermedades víricas del otoño-invierno como infecciones por rinovirus, bronquiolitis o gripe, con las que además podría coincidir.

En cuanto a los niños como foco de transmisión de la enfermedad, cuando son sintomáticos, excretan el virus en cantidades similares a los adultos y pueden infectar a otros de manera similar a los adultos. Se desconoce la capacidad infecciosa de los niños asintomáticos.

Recomendaciones para la vuelta al cole presencial

Pese a los riesgos, se considera importante la vuelta a las aulas presencial, para favorecer el aprendizaje, el desarrollo emocional y las relaciones sociales de los niños con sus iguales.

Sin embargo, durante este curso va a haber muchas dificultades para que los niños sigan la escolarización con normalidad según un informe técnico publicado por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades el pasado 6 de agosto.

Este informe indica que el hecho de que muchos niños sean asintomáticos hace difícil detectar brotes en las escuelas, aunque, por el momento, los datos de varios países de la UE sugieren que la reapertura de escuelas no se ha asociado con importantes aumentos en la transmisión comunitaria.

Estas son las recomendaciones:

·         Distanciamiento físico: realizar trayectos separados para que los niños no se crucen en los pasillos. El profesorado debería utilizar siempre mascarilla y, el alumnado, si no se puede mantener la distancia de seguridad.

·         Grupos más reducidos y, en niños pequeños, “grupos burbuja”. Tendrían que mantenerse en clase, durante el recreo y en el acceso y salida del colegio.

·         Medidas de higiene: ventilar las aulas entre clase y clase, higiene de manos entre clases y al volver del recreo, disponibilidad de hidrogel y mascarillas y desinfección de aulas al finalizar la jornada.

·         Adultos acompañantes: Si es posible, debería ser siempre la misma persona la que acompañe al niño en la entrada y salida del colegio.

·         Comedor: Además de mantener las medidas de distanciamiento y el lavado de manos a la entrada y la salida, se recomienda mantener grupos fijos en cada mesa y extremar la vigilancia para evitar que se compartan alimentos y utensilios.

Coordinación entre colegios y centros de salud

Además de las medidas en los centros educativos, es importante que, ante una enfermedad febril detectada en un colegio, se aísle al niño y se llame a su familia. Luego, esta debería ponerse en contacto de forma telefónica con el centro de salud y no acudir directamente.

En el centro de salud se verá si procede hacer una PCR o explorar al niño, y se indicará a la familia el momento y lugar para llevarlo a cabo, pues existen franjas horarias diferentes y, en algunos centros, salas distintas para atender a pacientes con sospecha de coronavirus.

Además, se proponen otras medidas:

·         No acudir con fiebre o tos al colegio, con independencia de su causa.

·         Cuarentenas de todo el grupo y PCR si un alumno o profesor es positivo. Incluso en el caso de que todos dieran negativo, deberán quedarse en casa 14 días. Si hay dos casos positivos en dos clases diferentes del mismo centro, las autoridades sanitarias podrían ordenar el cierre del centro para cumplir el aislamiento preceptivo.

·         PCR en 24 horas. La agilidad en las pruebas podría evitar aislamientos y bajas laborales de los padres.

·         Refuerzo en Atención Primaria. existe un déficit crónico en Atención Primaria, con 1.500 plazas ocupadas por no especialistas y 900 con exceso de pacientes, que deberían desdoblarse para hacer frente a la COVID-19, con lo que el déficit total sería de 2.400 pediatras de AP.

No ha habido ningún refuerzo, como habían prometido los Departamentos de Salud, y en esa situación precaria hay que atender a un número progresivo de contagios, lo que está superando la capacidad de resolución de la pediatría de AP.

·         Rastreadores. Es necesario un refuerzo y coordinar la situación de las distintas CC AA, que es muy dispar en la actualidad. De acuerdo con la revisión elaborada por AEPap, en Aragón, Baleares, Canarias, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, La Rioja y Murcia, los rastreadores de contactos y toma de muestras dependen de Atención Primaria, en coordinación con Salud Pública.

En cambio, en Asturias, Cantabria, Navarra y País Vasco es Salud Pública la que coordina el rastreo, aunque las muestras se toman en AP.

En varias CC AA los rastreadores están colapsados, por lo que los pediatras de AP colaboran directamente en el rastreo, como sucede en Baleares y Madrid. O son enfermeros del centro de salud los que hacen esta labor, como en Andalucía. Mientras, en Cataluña hay rastreadores telefónicos para casos sencillos y, para los complejos, se encarga Epidemiología.

Con el aumento de casos, se teme que no se consiga realizar una contención eficaz del virus, pues hay CC AA que ya se han desbordado en la búsqueda de los contactos y otras que están al límite del desbordamiento.

·         Refuerzo de los medios diagnósticos. Se considera que Atención Primaria debería contar con medios diagnósticos más rápidos. Existe la posibilidad de hacer PCR para coronavirus, gripe y virus sincitial respiratorio (VSR) con la misma muestra, lo que facilitaría mucho el diagnóstico y manejo del coronavirus. Esto sería muy útil, porque los contactos de COVID-19 tienen que guardar 14 días de aislamiento.

 

Fuente: AEPap