viernes, 19 de noviembre de 2021

Hábitos saludables en el trabajo: Bienestar emocional

 

Nuestro puesto de trabajo es un lugar en el que pasamos gran parte del día y en él nos socializamos y compartimos espacio con otras personas, por ello es frecuente y normal que aparezcan conflictos que de no ser bien gestionados darán lugar a la aparición de problemas físicos y mentales como depresión y ansiedad.

Diferentes factores tales como exigirse demasiado, la falta de autonomía, el no sentirse apoyado suficientemente o los conflictos derivados de la mala definición de roles y responsabilidades, hace que pueda aparecer el estrés. Ello repercutirá en nuestra manera de sentirnos, de pensar y de actuar con los demás, tanto en el trabajo como en casa, provocando un gran malestar.

Sin embargo, existen algunas estrategias que puedes llevar a cabo para contrarrestar este tipo de situaciones y evitar que el estrés tenga consecuencias negativas para ti. Aprende a identificar tus emociones y a gestionarlas para relacionarte mejor con los que te rodean, practica con frecuencia técnicas de relajación y lleva un estilo de vida saludable, son algunas de las cosas que pueden ayudarte a reducir dicho estrés. 

Las emociones

¿Qué son?

La emoción es una compleja combinación entre lo que percibes, cómo reacciona tu cuerpo y lo que te motiva a actuar. Todo ello produce en las personas un estado psicológico global que puede ser positivo o negativo, de poca o mucha intensidad y de corta o larga duración y que produce una expresión gestual que puede ser identificada por las demás personas.

¿Para qué sirven?

Las emociones cumplen la función de adaptarnos a nuestro entorno, no son buenas ni malas, son señales e información acerca de lo que nos rodea y de nosotros mismos. Sirven para informarnos sobre lo que necesitamos, nuestras metas y valores prioritarios, preparándonos e impulsándonos para actuar. Además, nos invitan a evitar el dolor y a acercarnos a lo positivo. También nos informan sobre el estado emocional de otro ayudándonos a relacionarnos con los demás, Informando a su vez a los otros de cómo nos encontramos y de nuestras intenciones.

Las emociones Básicas, Primarias o Innatas son:

·      Alegría:

Nos ayuda a aproximarnos y relacionarnos con los demás, creando vínculos con nuestro entorno a la vez que mejora nuestro autoconcepto. Despierta nuestra empatía y altruismo hacia los demás y aumenta nuestra sensación de bienestar.

·      Tristeza:

Su expresión sirve para pedir ayuda a los demás, aproximándose estos a nosotros para arroparnos y darnos su apoyo en un momento crítico, incrementando la unión entre los miembros de un grupo. Asimismo nos permite reflexionar sobre la situación actual y que focalicemos la atención en lo más importante para nosotros en este momento centrándonos en la búsqueda de soluciones.

·      Ira:

Principalmente tiene la utilidad de protegernos a nosotros mismos y a lo que es importante para nosotros preparando al organismo para iniciar y mantener un nivel de activación dirigida a conseguir nuestros objetivos. Se relaciona con conductas agresivas cuyo propósito es eliminar aquello que nos impide alcanzarlos, por lo que es importante canalizarla adecuadamente para que no se convierta en algo perjudicial para nuestra salud, siendo así importante su control pero no el reprimir su expresión.

·      Miedo:

Es la alarma que nos avisa de aquello que constituye un riesgo para nuestra vida o bienestar, provocando una activación en la persona que le ayude a evitar dicha amenaza. Es importante que esta activación no sea excesiva, pues entonces se producirá una situación de bloqueo que hará que esta emoción deje de ser beneficiosa para nosotros.

·      Asco:

Principalmente cumple con la función de protegernos para no ingerir sustancias u objetos peligrosos para nuestro organismo y evitar el contagio de enfermedades.

·      Sorpresa:

Es la emoción cuya duración es más breve y que antecede a otras. Nos ayuda a prestar toda nuestra atención a un acontecimiento novedoso, repentino e inesperado para afrontarlo adecuadamente.

También hay otras emociones como las secundarias: Celos, culpa, orgullo, vergüenza, satisfacción, diversión, desprecio…

El estrés

El estrés es un proceso que se origina cuando las demandas de nuestro entorno superan nuestra capacidad para hacerles frente. Esto da lugar a cambios en nuestro organismo a nivel biológico y psicológico que a su vez podrían causar ciertas enfermedades. Las causas que provocan el estrés no son necesariamente derivadas de situaciones de peligro, dolorosas o perjudiciales, sino que pueden provenir también de situaciones más rutinarias que sufrimos a diario como pueden ser los atascos, ruidos de los vecinos o el tener que ir corriendo para llevar a nuestros hijos a tiempo a sus actividades.

¿Qué consecuencias tiene?

Cuando padecemos estrés nuestro organismo genera niveles elevados de una hormona llamada cortisol. Esto puede provocar efectos beneficiosos, tales como el manejo del dolor agudo, la disminución de la inflamación, un mejor aprovechamiento de la energía, etc. En situaciones de emergencia, los cambios que nos provoca el estrés son apropiados para actuar adecuadamente y poner nuestra vida a salvo. Sin embargo, un estado de estrés mantenido en el tiempo, puede ser perjudicial para el cerebro ya que puede causar daños en el hipocampo, que juega un papel importante en la memoria, afectando al recuerdo de actividades recientes.

Niveles elevados de esta hormona pueden provocar también problemas digestivos (absorbiendo menos cantidad de minerales y nutrientes), de sueño (afecta al descanso nocturno favoreciendo el despertar), aumento de peso (aumenta el apetito y la preferencia por el dulce, se tiende a acumular grasa), deshidratación de la piel (aparición de arrugas) y cambios en el estado de ánimo y en el humor.

¿Cómo combatirlo?

El estrés podemos abordarlo desde diferentes aspectos:

·      Corporal: Podemos contrarrestar las reacciones fisiológicas del estrés con técnicas de relajación mediante la contracción y relajación muscular y el control de la respiración en un ambiente tranquilo.  Otras técnicas que puedes utilizar son la meditación o el yoga.

·      Pensamiento: Si somos capaces de controlar nuestros pensamientos ello contribuirá directamente a modificar nuestras acciones.

·      Comportamiento: Es muy importante que organices tu tiempo dejando a diario un espacio para el descanso físico y para realizar alguna actividad que te resulte agradable fuera del trabajo. Ten en cuenta tus prioridades a la hora de realizar tus actividades, no te sobrecargues ni exijas demasiado, programando descansos entre tareas.

¿Cuándo pedir ayuda a un profesional?

A veces podemos llegar a sentir que el malestar nos desborda, que nuestra salud se deteriora apareciendo síntomas físicos (mareos, dolor de cabeza, dolor en el pecho, problemas estomacales), que nos sentimos más irritables de lo normal o melancólicos, o se empieza a consumir excesivamente alcohol u otras drogas interfiriendo esto en el ritmo normal de nuestra vida. Todo ello podría ser señales de una sobrecarga de estrés, por lo que sería conveniente que un profesional nos guiase y ayudase hacia la recuperación y el control de nuestro bienestar.



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