jueves, 13 de diciembre de 2018

Los riesgos de los ruidos de los juguetes


Navidad es la época por excelencia de los regalos y para los niños de los juguetes. Elegir bien estos últimos y estar atentos a su correcto uso debería ser una preocupación general de los padres ya que algunos de ellos tienen unos niveles de sonido que pueden ocasionar daños irreversibles en el sistema auditivo de los pequeños.

Los padres, probablemente se acostumbran al nivel de ruido de los juguetes favoritos de sus hijos, pero muchos de estos sonidos altos pueden dañar la audición de un niño si no se usan correctamente.

Para el gremio médico, un juguete se ubica en un nivel seguro de sonido cuando el nivel volumen no sobrepasa los 85 decibelios a una distancia de 25 centímetros del oído.
La mayoría, sino todos, de los juguetes cumplen con las reglas de seguridad. No obstante, el problema es que los niños no siempre utilizan los juguetes de manera correcta.

En pruebas realizadas se ha encontrado en algunos casos  que el nivel máximo de volumen alcanzó picos de 125 decibelios, mayor que el que causa un jet de reacción durante su despegue cuando se escucha a una distancia prudente.

La mayor preocupación es que los daños que causan los juguetes en el nivel auditivo en los niños no son fácilmente detectados para los padres, y algunas lesiones son irreversibles.

El mayor problema con los juguetes la tienen los niños pequeños que están en la edad de experimentar con todos los sentidos, todo se lo llevan a la boca, quieren escuchar de cerca.

Se sugiere a los padres pruebas como mantener el juguete tan cerca cómo se pueda del oído a su nivel máximo para constatar si es demasiado fuerte, o colocar el juguete a la distancia del largo del brazo del hijo, o si es que hay que gritar sobre el sonido del juguete para que el hijo escuche.

El impacto de los ruidos de los juguetes en los niños
El daño auditivo provocado a consecuencia de la exposición a altos niveles de ruidos de los juguetes, conlleva el retraso en el desarrollo del habla y de la comunicación y, en casos extremos, a su impedimento. Esto tiene un impacto profundo en su desempeño social y escolar. Los efectos llegan a observarse incluso años después con disminución en la capacidad de comprensión de lectura, memoria o atención.

Exponer a un menor por más de 15 minutos a sonidos que generen 85 decibeles, equivalentes a escuchar tráfico intenso desde el interior de un vehículo, puede afectar la audición de todas las personas, pero especialmente de los niños.

Perder la audición priva al niño de una experiencia social y personal, lo coloca en desventaja ante el sistema social en que la comunicación verbal y auditiva ocupa un lugar predominante. Por tanto, si no escucha, en algunos casos, se aísla y la comunicación con otros puede no llegar a darse nunca.

Una de las causas que ha afectado la audición en menores es el uso de aparatos electrónicos con un volumen muy alto. Muchos de ellos disfrutan diariamente de audífonos, videojuegos o programas de televisión a un volumen elevado, y eso disminuye lentamente la capacidad auditiva.

Exponerse a altos niveles de ruido por tiempo prolongado o de manera constante puede dañar el tímpano, aumentar el estrés, incrementar la presión arterial, cambiar la tensión muscular y movilidad intestinal, además de generar dolores de cabeza y alteraciones del sueño.

Además hay consecuencias psicológicas y emocionales como irritabilidad, aislamiento, disminución en la tolerancia y aumento en la respuesta violenta al estrés. Si existe duda respecto a los niveles de sonido ambiental, lo ideal sería utilizar un aparato llamado decibelímetro. Algunas aplicaciones para teléfonos móviles brindan este servicio. Pero si no se cuenta con el medidor, hay que analizar cómo siente el adulto el nivel de ruido. Si es molesto o doloroso, también lo será para un niño.

Por último, prestar atención a los síntomas que podrían revelar problemas de audición en los pequeños: Si no se sobresalta con ruidos fuertes al mes de edad, no voltea buscando la fuente de algún sonido, no se da cuenta de que una persona está cerca hasta que le ve, hay que buscar ayuda.

En niños mayores, el retraso en el desarrollo del habla, no decir palabras por lo menos al año, no responder cuando se les habla o pedir que les repitan cosas o subir demasiado el volumen en aparatos electrónicos son señales de alerta y hay que llevarlos a revisión.


Fuente: EfeSalud

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