viernes, 22 de abril de 2022

Apego seguro en los bebés

 

Los primeros tres años de vida son una ventana clave del desarrollo. No se puede desarrollar el ser humano sin un vínculo. Ese vínculo puede ser de distintos tipos, el más sano es llamado apego seguro.


Pero ¿qué es el apego seguro?

Es regulación, conexión y exploración.

Cuando hablamos de regulación, estamos hablando de unas competencias que tiene que tener el adulto en el vínculo, competencias que tienen que ver con ser capaz de regular sus propios estados emocionales [a través de corregulación (puedo ser regulado a través de otros adultos, tengo formas seguras de vincularme con ellos, bajando mi nivel de ansiedad-tristeza-enfado) y la otra vía es la autorregulación (puedo hacerlo yo por mi cuenta)] y al mismo tiempo el que sufre el bebé/niño/adolescente. Cuando nos referimos a la conexión, hablamos de saber resonar, sintonizar, conectar con las emociones propias y con las que siente el bebé/niño/adolescente. Una vez que el adulto ha regulado y conectado, aparece la tercera pata: la exploración.

Estos procesos proporcionan al niño un círculo de seguridad, en el que gracias a la base segura, el niño puede explorar y aprender (parte superior), y gracias a considerarlo un refugio seguro, siempre puede volver a él para regularse (parte inferior), debido a necesidades fisiológicas por ejemplo, que requieren de mí esa necesidad de cubrirla, como notar frío, estar cansado, estresado o incluso excesivamente activado, contento. Ya no estaría con atención a un tercer objeto como en la exploración, sino con la atención a las necesidades propias, orgánicas y emocionales. En la parte inferior veríamos la regulación y la conexión; la regulación está relacionada con la capacidad de consuelo que nos llegue de parte del otro, y la parte de conexión tiene que ver con la capacidad que tenga el cuidador de identificar que el otro tiene una necesidad (dar la bienvenida al otro+alegrarme en el otro+organizar sus sentimientos+poder entender qué ha ocurrido). Así, el infante poco a poco va “llenando taza”, hasta pasar a la parte superior del círculo, la de exploración, pero no puedo estar en la parte superior si necesito conexión.

En un apego seguro, el niño recorrería el círculo en el sentido de las agujas del reloj.

De forma opuesta a las técnicas de conducta, las de apego nos dan herramientas de relación para que podamos entender las necesidades de los infantes, generando en ellos una seguridad duradera en ellos y más satisfacción en los cuidadores.

Todas las personas, en todas las edades, tienen necesidades de apego, que se pueden dividir en tres:

La primera, necesitamos la libertad y confianza para explorar el mundo (Salir del círculo);

La segunda, sentir la seguridad de que cuando sea que esté listo, puede volver a buscar protección y consuelo (entrar en el círculo),

Y tercero, necesita que su cuidador se haga cargo de una forma cariñosa (manos en el círculo).

Todos sabemos lo doloroso que es que nos mantengan demasiado cerca cuando necesitamos explorar, o que mantengan la distancia cuando necesitamos apoyo emocional. En todo momento, los niños se encuentran en algún punto de este círculo.

La regulación emocional no implica estar bien: implica sentir, de forma ecológica, lo que encaja en una determinada situación. Muchos de los problemas de los pacientes tienen que ver, por un lado, con sentir emociones que no encajan en esa situación (sentir miedo en contextos relacionales, donde no hay realmente un peligro objetivo, o sentir una excesiva vergüenza en contextos donde no encajaría sentir tanta vergüenza). Hablamos de emociones claves en el desarrollo de un vínculo seguro, como son la alegría, curiosidad, miedo, vergüenza y enfado. Cuando hay problemas en estas emociones clave, o en emociones más complejas que se puedan apoyar en estas emociones, hablamos de problemas de regulación emocional; no que no ocurran dichas emociones, sino que existe un problema de intensidad emocional, sintiendo demasiado o con demasiada frecuencia — desproporción, o demasiado poco, o incapaces de sentir a muchos niveles.

Por tanto, la regulación emocional, entrenada correctamente a través del vínculo de apego, puede hacer que el niño, adolescente y luego adulto, pueda sentir una variedad de emociones en una intensidad variable que va a encajar con la realidad de la situación.

Los bebés no pueden regular sus estados fisiológicos y emocionales. Nuestra especie nace con unas estructuras cerebrales que tienen que madurar y a la vez entrenarse. La competencia y la capacidad de regulación no es algo que nos venga de serie. Por tanto, está claro que los bebés no pueden hacerlo por sí sólos, que necesitan un vínculo para sobrevivir.

¿Quién regula por el bebé sus estados?

Un adulto. El adulto conecta con lo que necesita el bebé (por tanto, un adulto previamente seguro y calmado, competente), y al regularse, el bebé pasa a estar bien. Cuanto más pequeño, más rápido hay que calmar la necesidad. Si esto sucede una y otra vez, se produce un proceso de aprendizaje básico: cuando yo esté mal, algo va a suceder, y voy a estar bien. Ese algo sucede en relación con otro. Sin embargo, no siempre se va a poder cumplir esta necesidad; sin embargo, con que el 30% de las veces se pueda cubrir esta necesidad, el vínculo será lo suficientemente bueno. Esto no quiere decir que el otro 70% se pueda ignorar al bebé, siempre tiene que haber intención de cuidado.

A medida que va creciendo el bebé, vamos viendo cómo el bebé va creciendo él mismo y a través de la relación, a través de la co-regulación y el acompañamiento en la autorregulación de la relación cuidador-infante. Llegará un punto donde ya no será tan necesaria la implicación materna, sino que sólo con estar presentes será suficiente.

No puede haber conexión con el otro si el individuo no está lo suficientemente regulado. Si el sistema límbico está muy activado, el prefrontal no se activa.

Si el bebé está regulado, conecta. En los bebés pequeños, esta conexión sí está relacionada con el contacto visual, pero a medida que crece, no es tan necesario.

Estar conectado es resonar, y resonar es sentirse sentido, sentir un poco lo que el otro siente. Si el niño está regulado, y por tanto calmado, se hace contacto, la parte de abajo del círculo. Cuando desvía la mirada (en el caso de los más peques), se vuelve a la parte superior del círculo. Cuanto más pequeño, menos tiempo puede estar en contacto visual, ya que se activa mucho (a nivel de neuronas espejo). Conecta-desconecta.

Hay determinados ingredientes en la relación madre-hijo que serán predictores de éxito. Uno de ellos es la capacidad del adulto por alegrarse en la relación y de disfrutar de la relación y de mostrar ambas cosas; cuanta más, mejor. Alegría por estar en relación, porque el otro existe… esto está relacionado con la aceptación incondicional, aunque no es esto exactamente.

Esta alegría y disfrute se refleja en los momentos compartidos; con los más peques, puede ser compartir el descubrimiento que hacen de su propio pie.

¿Qué pasos tenemos que dar para poner el foco en el infante?

Atenderle, mirarle, advertir su ritmo de salir y entrar y estar ok y no ok.

Para que un niño pueda explorar, hay que permitir que ponga en práctica sus destrezas, que se equivoque… permitir que APRENDA. Esto ocurre en la parte superior del círculo, la BASE SEGURA. El día de mañana, cuando el adolescente no esté bajo la supervisión visual de su padre, habrá otros signos que le harán entender que la exploración es segura.

Consejos para padres

·      Siempre ser más grande, fuerte, sabio y bondadoso: mantener el equilibrio. Aquí lo difícil es moverse entre la agresividad (serlo demasiado) y la debilidad (no ser capaz de hacerse cargo y ser firme, no saber valorar qué necesidad específica tengo que seguir).

·      Siempre que sea posible, seguir la necesidad del niño. Es importante que esta necesidad se siga al menos el 30% de las veces.

·      Observar al niño

·      Identificar si está arriba o abajo

·      Identificar necesidad específica

·      Seguir y cubrir esa necesidad

·      Cuando sea necesario, hacerse cargo. Por ejemplo, cuando hay una pelea entre hermanos, o cuando el niño quiere ponerse a hacer manualidades justo antes de salir de casa.

·      Incompatible con seguir necesidad

·      Cuando hay que seguir necesidad de otro

·      Establecimiento de normas y límites

·      Horarios, obligaciones y estructura.

 

Fuente: Persum


jueves, 21 de abril de 2022

Trastornos del sueño y vigilia más comunes

 

Los Trastornos del Sueño pueden ser algo que nos genere mucho malestar o incluso que afecte de manera grave nuestra vida. Por eso, vamos a dedicar la entrada de hoy a hablar sobre ellos. Comentaremos cuáles son los trastornos más comunes, cuáles son sus síntomas y cuál es el tratamiento más frecuente.

¿Qué son los trastornos del sueño?

Los trastornos del sueño son aquellos trastornos que están relacionados con dormir. Pueden estar relacionados con problemas para iniciar el sueño, problemas para mantener el sueño, dormir mucho o incluso quedarse dormido en situaciones inadecuadas.

Estos trastornos suelen tener consecuencias negativas en la vida de las personas. Además, son bastante prevalentes. Tal y como podemos leer en un documento de la Asociación Española de Neurología, entre el 20 y el 48% de los adultos españoles tiene algún problema para iniciar o mantener el sueño. Además, por lo menos el 10% cumple criterios para ser diagnosticado de un trastorno de sueño.

Como los trastornos de sueño son diferentes entre ellos, vamos a comentar cada uno de ellos en el siguiente apartado.

Tipos de trastornos de sueño

Para describir los trastornos usaremos el DSM-5, el último manual diagnóstico de trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA).

Es importante destacar que los síntomas de todos los trastornos que se describirán a continuación, causan malestar en alguna de las áreas importantes del funcionamiento de la persona como, por ejemplo: laboral, educativo, académico, social, etc.

Insomnio

Este es, quizás, el más conocido de todos. Está relacionado con problemas para dormirse, problemas para mantenerse dormido o con despertarse pronto y no poder volver a dormirse.

Para que se pueda realizar el diagnóstico los problemas descritos anteriormente, deben ocurrir durante, por lo menos, tres noches a la semana durante tres meses.

La prevalencia de este trastorno en adultos es de entre el 6 y el 10%. Además, entre el 10 y el 20% de las personas que son tratadas en atención primaria cumplen criterios para su diagnóstico y entre el 40 y el 50% de las personas diagnosticadas tienen también otro trastorno mental.

Hipersonmnia

Si el anterior estaba relacionado con dormir poco, en este caso estaríamos hablando de todo lo contrario. Se trata de un trastorno en el que, habiendo dormido al menos 7 horas, se presentan los siguientes síntomas: caerse de sueño, dormir durante al menos 9 horas y sentir que no se ha descansado y problemas para estar despierto después de haberse despertado de manera brusca.

Como en el caso anterior, para que se pueda realizar el diagnóstico los problemas descritos anteriormente, deben ocurrir durante, por lo menos, tres noches a la semana durante tres meses.

En cuanto a la prevalencia, entre el 5 y el 10% de las personas que acuden a una clínica del sueño con estos síntomas obtienen un diagnóstico de hipersomnia. En cuanto a la población general, se estima que el 1% de la población mundial cumpliría criterios.

Narcolepsia

Es uno de los más visibles, ya que las personas se quedan dormidas de repente y sin poder evitarlo. Para poder diagnosticarlo se tienen que producir periodos recurrentes en los que la persona no puede evitar dormir o echarse en la siesta y esto suele ocurrir varias veces al día. Además, en algunos de los episodios se debe perder el tono muscular para poder diagnosticarlo.

También deben tener bajos niveles de hipocretina y polisomnografía con latencia del sueño REM de menos de 15 minutos.

En este caso, la prevalencia es de entre el 0.02 y el 0.04% de la población mundial. Como podemos ver, es el menos prevalente de los tres.

Apnea del sueño

Es un trastorno del sueño relacionado con la respiración. En este caso, puede ser de diferentes tipos: hipoapnea obstructiva del sueño o apnea central del sueño. Lo que ocurre en ambos trastornos es que la persona deja de respirar durante un periodo determinado de tiempo. El periodo de tiempo que se pasa sin respirar, puede ser variable desde unos segundos hasta unos minutos.

Parasomnias

Se trata de afecciones que ocurren cuando estamos durmiendo. Las más comunes son:

·      Trastornos del despertar del sueño no REM. Ocurren cuando las personas no se llegan a despertar del todo y presentan sonambulismo o terrores nocturnos.

·      Trastorno de pesadillas. Las personas sueñan cosas desagradables y recuerdan lo que han soñado. Normalmente los sueños son relativos a sentir que su vida está amenazada. Suelen ocurrir durante la segunda mitad del sueño y causan malestar.

·      Trastorno del comportamiento del sueño REM. Las personas se despiertan y realizan vocalizaciones o movimientos.

·      Síndrome de las piernas inquietas. Se caracteriza por la necesidad de mover las piernas con urgencia.

Conclusión

Como hemos mencionado, existen diferentes tipos de trastornos del sueño y todos ellos pueden causar deterioro significativo del funcionamiento de alguna de las áreas de la persona. Es decir, para poder diagnosticar alguno de estos trastornos es necesario que la vida diaria de las personas se vea afectada.

Además, en todos los casos se debe tener en cuenta que el diagnóstico debe realizarse suponiendo que el sueño se produce en una situación satisfactoria. En otras palabras, por ejemplo, para realizar el diagnóstico de insomnio es necesario que la persona tenga unas condiciones favorables para dormirse.

También se debe tener en cuenta en casi todos los casos que no se puede realizar el diagnóstico de los trastornos anteriores si la persona está consumiendo algún tipo de sustancia (drogas) o medicamentos. En el caso de que sea así, se deberá realizar el siguiente diagnóstico: "trastorno del sueño inducido por sustancias/medicamentos".

Relacionado con lo anterior, es importante tener en cuenta que algunos medicamentos o sustancias pueden producir alteraciones del sueño. Por ejemplo, los ansiolíticos pueden producir hipersomnia.

También es necesario considerar que, es normal que una persona presente un trastorno del sueño y a la vez otro trastorno mental como, por ejemplo, ansiedad o depresión y que son un tipo de trastorno bastante prevalente.

 

Fuente: Psiquion


jueves, 14 de abril de 2022

¿Qué es el vitíligo?

 

Introducción

El vitíligo es una enfermedad de la piel que provoca un trastorno en la pigmentación. Aparecen manchas cutáneas despigmentadas, de color blanco, que contrastan con el color normal del resto de la piel. Está producida por la falta de melanina, el pigmento que da color a nuestra piel. 


Se estima que afecta al 1-2% de la población general. Es común en mujeres y hombres y en todas las razas, si bien es más frecuente en personas de piel oscura. Puede aparecer a cualquier edad, aunque es más frecuente que lo haga entre los 20 y los 30 años. Y es relativamente usual en población infantil, ya que hasta una tercera parte de los casos aparece antes de los 12 años de edad.

Es muy importante señalar dos aspectos fundamentales de esta enfermedad:

·      NO es contagiosa

·      NO es grave, ya que no pone en peligro la vida

Sin embargo, por su aspecto estético, tiene un indudable impacto psicológico y afecta a la calidad de vida de las personas que lo padecen, ya que aumenta la probabilidad de estrés, ansiedad y depresión, aislamiento social, inseguridad, problemas laborales, etc.

¿Cuáles son las causas?

No se conoce la causa exacta del vitíligo, si bien se cree que diferentes factores interaccionan para producirlo.

La hipótesis de su causa más aceptada es un origen autoinmune. Nuestro sistema inmunitario de defensa ataca por error a las células de la piel productoras de melanina. Esta reacción autoinmune estaría desencadenada por varios factores:

·      Predisposición genética: más frecuente entre familiares de primer grado; mayor frecuencia de padecer otras enfermedades autoinmunes.

·      Desencadenantes ambientales: determinadas sustancias químicas, traumatismos, quemaduras solares, estrés emocional, incluso el embarazo.

·      Alteraciones del melanocito y estrés oxidativo (especies reactivas de oxígeno).

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

El síntoma clave del vitíligo son las manchas despigmentadas en la piel, sin ningún otro síntoma acompañante. Son áreas de color blanco lechoso o blanco tiza, con bordes bien definidos, generalmente simétricas y que afectan a ambos lados del cuerpo.

Pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo, en el pelo (cabello, cejas, pestañas) y en las mucosas (boca y genitales). Es frecuente la aparición de canas a edades tempranas.

También es frecuente el llamado fenómeno de Koebner: aparición de manchas de despigmentación en zonas de piel previamente normal, después de algún traumatismo, incluso leve (ropa o calzado ajustados), o de una quemadura por radiación solar.

El vitíligo puede tener dos tipos de complicaciones: oculares (40% de los casos) y auditivas (4-20% de los casos). Y también suele asociarse con otras enfermedades autoinmunes, en particular del tiroides (hiper o hipotiroidismo), diabetes mellitus y anemia perniciosa (hasta un 25% de los casos).

¿Cómo se diagnostica el vitíligo?

Tu médica o médico de familia o tu especialista en dermatología te diagnosticarán la enfermedad casi exclusivamente por el aspecto de tus manchas cutáneas despigmentadas. En la entrevista clínica te preguntarán por antecedentes familiares y por tu historial de otras enfermedades.

La exploración física consistirá fundamentalmente en la visualización directa de la localización y extensión de las manchas blancas. Puede emplearse la luz de Wood (luz ultravioleta manual) para visualizar mejor algunas manchas en las personas de piel muy blanca. La biopsia cutánea solamente es necesaria ante una duda diagnóstica con otras enfermedades cutáneas que producen despigmentación.

Tu profesional valorará si es necesario solicitar una analítica de sangre para determinar el perfil tiroideo (hormonas y anticuerpos antitiroideos), los niveles de glucemia y de vitamina B12 y si tiene alguna sospecha, también para valorar los parámetros de la autoinmunidad.

¿Cuál es el tratamiento para el vitíligo?

El tratamiento del vitíligo va a depender de la localización y la extensión de la piel afectada. Es por ello que será variable para cada persona e incluso a lo largo del tiempo, en función de la evolución de la enfermedad y la respuesta a los tratamientos previos. Así, tu médica o médico de familia y tu especialista en dermatología pueden emplear distintas combinaciones de alguno de los siguientes:

·      Corticoides tópicos.

·      Tacrólimus o pimecrólimus tópicos.

·      Corticoides por vía oral.

·      Fotoquimioterapia, antioxidantes e inmunomoduladores.

·      Fármacos biológicos.

·      Fototerapia con rayos ultravioleta B de banda estrecha (UVBBE).

·      Fototerapia dirigida con láser Excímer.

·      Terapia de despigmentación.

·      Cirugía: injertos de piel.

·      Camuflaje cosmético.

¿Cómo puedo prevenir el vitíligo?

No se puede prevenir el vitíligo puesto que no se conoce su causa.

Si tienes vitíligo, te recomendamos que tengas en cuenta las siguientes recomendaciones de cuidado personal que pueden ayudarte a cuidar tu piel y mejorar su aspecto:

·      Evita los traumatismos en la medida de lo posible.

·      Protégete del sol: emplea protectores con un SPF de 30 o más.

·      Evita las fuentes artificiales de radiación ultravioleta.

·      Oculta la piel afectada con maquillaje o productos autobronceadores.

·      Es recomendable que no te hagas tatuajes.

¿Cuándo tengo que solicitar atención médica?

·      Al principio de la enfermedad, cuando empieces a ver las primeras manchas. Aunque el vitíligo no tiene cura definitiva, el tratamiento precoz puede ayudar a frenar o detener el proceso de cambio de color y la recuperación de la pigmentación.

·      Si te aparecen manchas blancas después de algún traumatismo en la piel.

·      Si tienes algún familiar de primer grado afectado de la enfermedad.

·      Si padeces alguna otra enfermedad autoinmune.

·      Si el vitíligo te afecta psicológicamente.

¿Cómo puedo mejorar mi calidad de vida?

Consulta con tu médica o médico de familia o tu especialista en dermatología acerca del empleo de tratamientos médicos alternativos, como el extracto de Ginkgo biloba o los antioxidantes (ácido alfa-lipoico, ácido fólico, vitamina C, vitamina B12).

El aspecto estético de la enfermedad puede producir un gran padecimiento psicológico y puede aumentar la probabilidad de padecer trastornos emocionales como estrés, ansiedad y depresión. En este sentido, te recomendamos:

·      Consulta a un buen profesional, con experiencia en el vitíligo.

·      Infórmate acerca de la enfermedad.

·      Confía en tus seres queridos, es importante que comuniques tus sentimientos a tu entorno familiar y de amistades.

·      Si esta condición de salud te genera inseguridad y malestar es conveniente que busques ayuda a través de grupos de pacientes o psicoterapia grupal.

 

Fuente: Fisterra


miércoles, 13 de abril de 2022

Recomendaciones al paciente con epilepsia

 

Consideraciones generales

Los pacientes epilépticos no tienen necesidad de establecer restricciones a las actividades normales. La epilepsia no influye en la capacidad intelectual del niño, ni debe dificultar la actividad laboral ni de ocio, más allá de las limitaciones a las actividades deportivas o laborales de riesgo que más adelante se citan.

Es importante que el paciente epiléptico y su entorno personal conozcan la enfermedad, el tratamiento que debe de seguir, y las pautas de actuación en caso de una crisis, evitando la sobreprotección durante la infancia, o la autolimitación de la actividad social.

Estilo y hábitos de vida

Un estilo de vida sano, en el que se incluya la realización de ejercicio físico o deporte con frecuencia, evitando el consumo de drogas (incluyendo tabaco y alcohol), con una dieta equilibrada y unos hábitos de sueño regulares, son recomendaciones sanitarias básicas para todas las personas, y del mayor interés en los pacientes epilépticos.

El ejercicio excesivo, permanecer despierto más de 16 horas, la ingesta de alcohol, sustancias estimulantes como el café o el té, o estar sometido a estímulos luminosos repetidos e intensos sin protección ocular, son factores conocidos por su capacidad de provocar crisis epilépticas. Por ello, la primera recomendación es evitar estos y aquéllos otros factores que el paciente conoce como estímulos que le pueden provocar una crisis.

Es muy importante el cumplimiento del tratamiento, controlando aquellas situaciones en las que se puede afectar (vómitos repetidos, diarrea…).

Nunca se debe de interrumpir el tratamiento bruscamente.

Epilepsia y actividad física y laboral

En el paciente que sufre de crisis epilépticas, se recomienda evitar la realización de ejercicio físico o deportes de riesgo (escalada, submarinismo…) y el realizarlos en solitario. Se aconseja realizar las actividades deportivas en equipo o acompañado para evitar un accidente severo en caso de crisis (montañismo, natación…).

La legislación española restringe la concesión del permiso de conducción, exigiéndose la ausencia de crisis en el año previo a la concesión (o a los 5 años previos en caso de permisos de conducir profesionales y de medios de locomoción públicos).

La epilepsia, en cualquiera de sus formas y momento evolutivo, está considerada como una de las enfermedades que son causa de denegación de licencias y permiso de armas. Así mismo, debe de tenerse en cuenta, al Igual que en la actividad deportiva, que deben evitarse aquellas actividades laborales en las que la aparición de una crisis pueda suponer un riesgo.

Consideraciones especiales para las mujeres que padecen epilepsia

Las pacientes epilépticas deben de conocer bien cómo los cambios hormonales afectan a la aparición de crisis. De las hormonas femeninas, los estrógenos facilitan la aparición de crisis epilépticas, mientras que la progesterona la disminuye. Por ello, en los días del ciclo menstrual en que los estrógenos están más altos (días anteriores a la menstruación) puede aumentar el riesgo de crisis.

Los anticonceptivos orales no exacerban las crisis, pero es necesario que el médico revise la compatibilidad entre la medicación antiepiléptica y los anticonceptivos prescritos, ya que algunos de los antiepilépticos pueden afectar al metabolismo de los anticonceptivos y disminuir su eficacia.

La mayoría de las mujeres epilépticas pueden tener un embarazo, parto y lactancia normales, para lo cual es importante tener en cuenta una serie de consideraciones, y analizarlas con su médico para elegir el mejor estado de salud y tratamiento:

·      El embarazo en una mujer epiléptica siempre debe ser seguido como embarazo de alto riesgo, para garantizar un seguimiento óptimo.

·      En la mayoría de las mujeres, el embarazo no afecta a la frecuencia de las crisis epilépticas, pudiendo empeorar en algunos casos, por lo que es importante evitar aquellos factores que las desencadenen, mediante un buen control obstétrico.

·      Algunos de los medicamentos antiepilépticos pueden aumentar el riesgo de malformaciones en el embarazo. Para reducir este riesgo, se recomienda que siempre que sea posible, la mujer tome un único medicamento antiepiléptico en las dosis mínimas eficaces, tomándolas en varias dosis repartidas a lo largo del día para reducir la concentración en sangre de los fármacos, y por tanto, la exposición del feto a altas dosis de los fármacos.

·      Deben de revisarse las pautas de medicación de la embrazada para evitar los fármacos con conocidos efectos nocivos sobre el feto, incorporar los suplementos de ácido fólico desde antes del embarazo en la mujer que esté tomando ácido valpróico, clonazepam, fenitoína o lamotrigina entre otros, y realizar las pruebas complementarias necesarias para controlar la evolución del feto.

·      No está contraindicada la lactancia, aconsejándose tomar la medicación repartida en más tomas de menores dosis y evitar al máximo el paso de la medicación al lactante por la leche materna, espaciando el tiempo entre la toma de la medicación y la lactancia del bebé. Así mismo, debe de vigilarse al bebé por si aparecieran signos de intoxicación como la somnolencia excesiva o las erupciones cutáneas.

Pautas de actuación ante una crisis epiléptica

Una medida muy importante para garantizar una atención correcta del paciente en caso de que padezca una crisis y para evitar las lesiones durante esta, es informar a las personas del entorno del paciente de su enfermedad y de las pautas de actuación a seguir:

·      Observar la crisis: cómo empieza, si se desvía la mirada, se emite espuma por la boca, si hay pérdida de control de esfínteres, su duración y cómo se recupera el paciente.

·      No sujetar al paciente durante la crisis.

·      No intentar meter ningún objeto en la boca del paciente por la fuerza.

·      Quitar del entorno del paciente los objetos con los que pueda lesionarse.

·      Si es posible, colocar con cuidado al paciente de costado para facilitar la salida de líquidos en caso de vómito.

·      Desabrochar la ropa si es ajustada.

·      Quitar las gafas y otros objetos que en el momento estén en sus manos o entorno y puedan dañarle.

·      Dejar al paciente que se recupere después de la crisis, durmiendo o descansando.

¿Cuándo llamar al médico a urgencias?

En general, no es necesario avisar a los servicios médicos porque se produzca una crisis epiléptica, salvo que sea la primera vez, se esté ante una persona desconocida o la crisis tenga una duración excesiva (superior a 10-15 minutos), o que tras una crisis aparezca otra.

 

Fuente: Fisterra