Fuente: Sescam
viernes, 29 de abril de 2022
Golpe de calor
viernes, 22 de abril de 2022
Apego seguro en los bebés
Los primeros tres años de vida son una ventana
clave del desarrollo. No se puede desarrollar el ser humano sin un vínculo. Ese
vínculo puede ser de distintos tipos, el más sano es llamado apego seguro.
Pero ¿qué es el apego seguro?
Es
regulación, conexión y exploración.
Cuando hablamos de regulación, estamos
hablando de unas competencias que tiene que tener el adulto en el vínculo,
competencias que tienen que ver con ser capaz de regular sus propios estados
emocionales [a través de corregulación (puedo ser regulado a través de otros
adultos, tengo formas seguras de vincularme con ellos, bajando mi nivel de
ansiedad-tristeza-enfado) y la otra vía es la autorregulación (puedo hacerlo yo
por mi cuenta)] y al mismo tiempo el que sufre el bebé/niño/adolescente. Cuando
nos referimos a la conexión, hablamos de
saber resonar, sintonizar, conectar con las emociones propias y con las que
siente el bebé/niño/adolescente. Una vez que el adulto ha regulado y conectado,
aparece la tercera pata: la exploración.
Estos procesos proporcionan al niño un círculo de
seguridad, en el que gracias a la base segura, el niño puede explorar y
aprender (parte superior), y gracias a considerarlo un refugio seguro, siempre
puede volver a él para regularse (parte inferior), debido a necesidades
fisiológicas por ejemplo, que requieren de mí esa necesidad de cubrirla, como
notar frío, estar cansado, estresado o incluso excesivamente activado,
contento. Ya no estaría con atención a un tercer objeto como en la exploración,
sino con la atención a las necesidades propias, orgánicas y emocionales. En la
parte inferior veríamos la regulación y la conexión; la regulación está
relacionada con la capacidad de consuelo que nos llegue de parte del otro, y la
parte de conexión tiene que ver con la capacidad que tenga el cuidador de
identificar que el otro tiene una necesidad (dar la bienvenida al
otro+alegrarme en el otro+organizar sus sentimientos+poder entender qué ha
ocurrido). Así, el infante poco a poco va “llenando taza”, hasta pasar a la
parte superior del círculo, la de exploración, pero no puedo estar en la parte
superior si necesito conexión.
En un apego seguro, el niño recorrería el círculo
en el sentido de las agujas del reloj.
De forma opuesta a las técnicas de conducta, las
de apego nos dan herramientas de relación para que podamos entender las
necesidades de los infantes, generando en ellos una seguridad duradera en ellos
y más satisfacción en los cuidadores.
Todas las personas, en todas las edades, tienen
necesidades de apego, que se pueden dividir en tres:
La primera, necesitamos la libertad y confianza
para explorar el mundo (Salir del círculo);
La segunda, sentir la seguridad de que cuando sea
que esté listo, puede volver a buscar protección y consuelo (entrar en el
círculo),
Y tercero, necesita que su cuidador se haga cargo
de una forma cariñosa (manos en el círculo).
Todos sabemos lo doloroso que es que nos
mantengan demasiado cerca cuando necesitamos explorar, o que mantengan la
distancia cuando necesitamos apoyo emocional. En todo momento, los niños se
encuentran en algún punto de este círculo.
La regulación emocional no implica estar bien:
implica sentir, de forma ecológica, lo que encaja en una determinada situación.
Muchos de los problemas de los pacientes tienen que ver, por un lado, con
sentir emociones que no encajan en esa situación (sentir miedo en contextos
relacionales, donde no hay realmente un peligro objetivo, o sentir una excesiva
vergüenza en contextos donde no encajaría sentir tanta vergüenza). Hablamos de
emociones claves en el desarrollo de un vínculo seguro, como son la alegría,
curiosidad, miedo, vergüenza y enfado. Cuando hay problemas en estas emociones
clave, o en emociones más complejas que se puedan apoyar en estas emociones,
hablamos de problemas de regulación emocional; no que no ocurran dichas emociones,
sino que existe un problema de intensidad emocional, sintiendo demasiado o con
demasiada frecuencia — desproporción, o demasiado poco, o incapaces de sentir a
muchos niveles.
Por tanto, la
regulación emocional, entrenada correctamente a través del vínculo de apego,
puede hacer que el niño, adolescente y luego adulto, pueda sentir una variedad
de emociones en una intensidad variable que va a encajar con la realidad de la
situación.
Los bebés no pueden regular sus estados
fisiológicos y emocionales. Nuestra especie nace con unas estructuras
cerebrales que tienen que madurar y a la vez entrenarse. La competencia y la
capacidad de regulación no es algo que nos venga de serie. Por tanto, está
claro que los bebés no pueden hacerlo por sí sólos, que necesitan un vínculo
para sobrevivir.
¿Quién regula por el bebé sus estados?
Un adulto. El adulto conecta con lo que necesita
el bebé (por tanto, un adulto previamente seguro y calmado, competente), y al
regularse, el bebé pasa a estar bien. Cuanto más pequeño, más rápido hay que
calmar la necesidad. Si esto sucede una y otra vez, se produce un proceso de
aprendizaje básico: cuando yo esté mal, algo va a suceder, y voy a estar bien.
Ese algo sucede en relación con otro. Sin embargo, no siempre se va a poder
cumplir esta necesidad; sin embargo, con que el 30% de las veces se pueda
cubrir esta necesidad, el vínculo será lo suficientemente bueno. Esto no quiere
decir que el otro 70% se pueda ignorar al bebé, siempre tiene que haber
intención de cuidado.
A medida que va creciendo el bebé, vamos viendo
cómo el bebé va creciendo él mismo y a través de la relación, a través de la
co-regulación y el acompañamiento en la autorregulación de la relación
cuidador-infante. Llegará un punto donde ya no será tan necesaria la implicación
materna, sino que sólo con estar presentes será suficiente.
No puede haber conexión con el otro si el
individuo no está lo suficientemente regulado. Si el sistema límbico está muy
activado, el prefrontal no se activa.
Si el bebé está regulado, conecta. En los bebés
pequeños, esta conexión sí está relacionada con el contacto visual, pero a
medida que crece, no es tan necesario.
Estar conectado es resonar, y resonar es sentirse
sentido, sentir un poco lo que el otro siente. Si el niño está regulado, y por
tanto calmado, se hace contacto, la parte de abajo del círculo. Cuando desvía
la mirada (en el caso de los más peques), se vuelve a la parte superior del
círculo. Cuanto más pequeño, menos tiempo puede estar en contacto visual, ya
que se activa mucho (a nivel de neuronas espejo). Conecta-desconecta.
Hay determinados ingredientes en la relación
madre-hijo que serán predictores de éxito. Uno de ellos es la capacidad del
adulto por alegrarse en la relación y de disfrutar de la relación y de mostrar
ambas cosas; cuanta más, mejor. Alegría por estar en relación, porque el otro
existe… esto está relacionado con la aceptación incondicional, aunque no es
esto exactamente.
Esta alegría y disfrute se refleja en los
momentos compartidos; con los más peques, puede ser compartir el descubrimiento
que hacen de su propio pie.
¿Qué pasos tenemos que dar para poner el
foco en el infante?
Atenderle, mirarle, advertir su ritmo de salir y
entrar y estar ok y no ok.
Para que un niño pueda explorar, hay que permitir
que ponga en práctica sus destrezas, que se equivoque… permitir que APRENDA.
Esto ocurre en la parte superior del círculo, la BASE SEGURA. El día de mañana,
cuando el adolescente no esté bajo la supervisión visual de su padre, habrá
otros signos que le harán entender que la exploración es segura.
Consejos para padres
·
Siempre ser
más grande, fuerte, sabio y bondadoso: mantener el equilibrio. Aquí lo difícil
es moverse entre la agresividad (serlo demasiado) y la debilidad (no ser capaz
de hacerse cargo y ser firme, no saber valorar qué necesidad específica tengo
que seguir).
·
Siempre que
sea posible, seguir la necesidad del niño. Es importante que esta necesidad se
siga al menos el 30% de las veces.
·
Observar al
niño
·
Identificar si
está arriba o abajo
·
Identificar
necesidad específica
·
Seguir y
cubrir esa necesidad
·
Cuando sea
necesario, hacerse cargo. Por ejemplo, cuando hay una pelea entre hermanos, o
cuando el niño quiere ponerse a hacer manualidades justo antes de salir de
casa.
·
Incompatible
con seguir necesidad
·
Cuando hay que
seguir necesidad de otro
·
Establecimiento
de normas y límites
·
Horarios,
obligaciones y estructura.
Fuente: Persum
jueves, 21 de abril de 2022
Trastornos del sueño y vigilia más comunes
Los Trastornos del Sueño pueden ser algo que nos
genere mucho malestar o incluso que afecte de manera grave nuestra vida. Por
eso, vamos a dedicar la entrada de hoy a hablar sobre ellos. Comentaremos
cuáles son los trastornos más comunes, cuáles son sus síntomas y cuál es el
tratamiento más frecuente.
¿Qué son los trastornos del sueño?
Los trastornos del sueño son aquellos trastornos
que están relacionados con dormir. Pueden estar relacionados con problemas para
iniciar el sueño, problemas para mantener el sueño, dormir mucho o incluso
quedarse dormido en situaciones inadecuadas.
Estos trastornos suelen tener consecuencias
negativas en la vida de las personas. Además, son bastante prevalentes. Tal y
como podemos leer en un documento de la Asociación Española de Neurología,
entre el 20 y el 48% de los adultos españoles tiene algún problema para iniciar
o mantener el sueño. Además, por lo menos el 10% cumple criterios para ser
diagnosticado de un trastorno de sueño.
Como los trastornos de sueño son diferentes entre
ellos, vamos a comentar cada uno de ellos en el siguiente apartado.
Tipos de trastornos de sueño
Para describir los trastornos usaremos el DSM-5,
el último manual diagnóstico de trastornos mentales de la Asociación Americana
de Psiquiatría (APA).
Es importante destacar que los síntomas de todos
los trastornos que se describirán a continuación, causan malestar en alguna de
las áreas importantes del funcionamiento de la persona como, por ejemplo:
laboral, educativo, académico, social, etc.
Insomnio
Este es, quizás, el más conocido de todos. Está
relacionado con problemas para dormirse, problemas para mantenerse dormido o
con despertarse pronto y no poder volver a dormirse.
Para que se pueda realizar el diagnóstico los
problemas descritos anteriormente, deben ocurrir durante, por lo menos, tres
noches a la semana durante tres meses.
La prevalencia de este trastorno en adultos es de
entre el 6 y el 10%. Además, entre el 10 y el 20% de las personas que son
tratadas en atención primaria cumplen criterios para su diagnóstico y entre el
40 y el 50% de las personas diagnosticadas tienen también otro trastorno
mental.
Hipersonmnia
Si el anterior estaba relacionado con dormir
poco, en este caso estaríamos hablando de todo lo contrario. Se trata de un
trastorno en el que, habiendo dormido al menos 7 horas, se presentan los
siguientes síntomas: caerse de sueño, dormir durante al menos 9 horas y sentir
que no se ha descansado y problemas para estar despierto después de haberse
despertado de manera brusca.
Como en el caso anterior, para que se pueda
realizar el diagnóstico los problemas descritos anteriormente, deben ocurrir
durante, por lo menos, tres noches a la semana durante tres meses.
En cuanto a la prevalencia, entre el 5 y el 10%
de las personas que acuden a una clínica del sueño con estos síntomas obtienen
un diagnóstico de hipersomnia. En cuanto a la población general, se estima que
el 1% de la población mundial cumpliría criterios.
Narcolepsia
Es uno de los más visibles, ya que las personas
se quedan dormidas de repente y sin poder evitarlo. Para poder diagnosticarlo
se tienen que producir periodos recurrentes en los que la persona no puede
evitar dormir o echarse en la siesta y esto suele ocurrir varias veces al día.
Además, en algunos de los episodios se debe perder el tono muscular para poder
diagnosticarlo.
También deben tener bajos niveles de hipocretina
y polisomnografía con latencia del sueño REM de menos de 15 minutos.
En este caso, la prevalencia es de entre el 0.02
y el 0.04% de la población mundial. Como podemos ver, es el menos prevalente de
los tres.
Apnea del
sueño
Es un trastorno del sueño relacionado con la
respiración. En este caso, puede ser de diferentes tipos: hipoapnea obstructiva
del sueño o apnea central del sueño. Lo que ocurre en ambos trastornos es que
la persona deja de respirar durante un periodo determinado de tiempo. El
periodo de tiempo que se pasa sin respirar, puede ser variable desde unos segundos
hasta unos minutos.
Parasomnias
Se trata de afecciones que ocurren cuando estamos
durmiendo. Las más comunes son:
·
Trastornos del
despertar del sueño no REM. Ocurren cuando las personas no se llegan a
despertar del todo y presentan sonambulismo o terrores nocturnos.
·
Trastorno de
pesadillas. Las personas sueñan cosas desagradables y recuerdan lo que han
soñado. Normalmente los sueños son relativos a sentir que su vida está
amenazada. Suelen ocurrir durante la segunda mitad del sueño y causan malestar.
·
Trastorno del
comportamiento del sueño REM. Las personas se despiertan y realizan
vocalizaciones o movimientos.
·
Síndrome de
las piernas inquietas. Se caracteriza por la necesidad de mover las piernas con
urgencia.
Conclusión
Como hemos mencionado, existen diferentes tipos
de trastornos del sueño y todos ellos pueden causar deterioro significativo del
funcionamiento de alguna de las áreas de la persona. Es decir, para poder
diagnosticar alguno de estos trastornos es necesario que la vida diaria de las
personas se vea afectada.
Además, en todos los casos se debe tener en
cuenta que el diagnóstico debe realizarse suponiendo que el sueño se produce en
una situación satisfactoria. En otras palabras, por ejemplo, para realizar el
diagnóstico de insomnio es necesario que la persona tenga unas condiciones
favorables para dormirse.
También se debe tener en cuenta en casi todos los
casos que no se puede realizar el diagnóstico de los trastornos anteriores si
la persona está consumiendo algún tipo de sustancia (drogas) o medicamentos. En
el caso de que sea así, se deberá realizar el siguiente diagnóstico:
"trastorno del sueño inducido por sustancias/medicamentos".
Relacionado con lo anterior, es importante tener
en cuenta que algunos medicamentos o sustancias pueden producir alteraciones
del sueño. Por ejemplo, los ansiolíticos pueden producir hipersomnia.
También es necesario considerar que, es normal
que una persona presente un trastorno del sueño y a la vez otro trastorno
mental como, por ejemplo, ansiedad o depresión y que son un tipo de trastorno
bastante prevalente.
Fuente: Psiquion
jueves, 14 de abril de 2022
¿Qué es el vitíligo?
Introducción
El vitíligo es una enfermedad de la piel que provoca un trastorno en la pigmentación. Aparecen manchas cutáneas despigmentadas, de color blanco, que contrastan con el color normal del resto de la piel. Está producida por la falta de melanina, el pigmento que da color a nuestra piel.
Se estima que afecta al 1-2% de la población
general. Es común en mujeres y hombres y en todas las razas, si bien es más
frecuente en personas de piel oscura. Puede aparecer a cualquier edad, aunque
es más frecuente que lo haga entre los 20 y los 30 años. Y es relativamente
usual en población infantil, ya que hasta una tercera parte de los casos
aparece antes de los 12 años de edad.
Es muy importante señalar dos aspectos
fundamentales de esta enfermedad:
·
NO es
contagiosa
·
NO es grave,
ya que no pone en peligro la vida
Sin embargo, por su aspecto estético, tiene un
indudable impacto psicológico y afecta a la calidad de vida de las personas que
lo padecen, ya que aumenta la probabilidad de estrés, ansiedad y depresión,
aislamiento social, inseguridad, problemas laborales, etc.
¿Cuáles son las causas?
No se conoce la causa exacta del vitíligo, si
bien se cree que diferentes factores interaccionan para producirlo.
La hipótesis de su causa más aceptada es un
origen autoinmune. Nuestro sistema inmunitario de defensa ataca por error a las
células de la piel productoras de melanina. Esta reacción autoinmune estaría
desencadenada por varios factores:
·
Predisposición
genética: más frecuente entre familiares de primer grado; mayor frecuencia de
padecer otras enfermedades autoinmunes.
·
Desencadenantes
ambientales: determinadas sustancias químicas, traumatismos, quemaduras
solares, estrés emocional, incluso el embarazo.
·
Alteraciones
del melanocito y estrés oxidativo (especies reactivas de oxígeno).
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
El síntoma clave del vitíligo son las manchas
despigmentadas en la piel, sin ningún otro síntoma acompañante. Son áreas de
color blanco lechoso o blanco tiza, con bordes bien definidos, generalmente
simétricas y que afectan a ambos lados del cuerpo.
Pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo, en
el pelo (cabello, cejas, pestañas) y en las mucosas (boca y genitales). Es
frecuente la aparición de canas a edades tempranas.
También es frecuente el llamado fenómeno de
Koebner: aparición de manchas de despigmentación en zonas de piel previamente
normal, después de algún traumatismo, incluso leve (ropa o calzado ajustados),
o de una quemadura por radiación solar.
El vitíligo puede tener dos tipos de
complicaciones: oculares (40% de los casos) y auditivas (4-20% de los casos). Y
también suele asociarse con otras enfermedades autoinmunes, en particular del
tiroides (hiper o hipotiroidismo), diabetes mellitus y anemia perniciosa (hasta
un 25% de los casos).
¿Cómo se diagnostica el vitíligo?
Tu médica o médico de familia o tu especialista
en dermatología te diagnosticarán la enfermedad casi exclusivamente por el
aspecto de tus manchas cutáneas despigmentadas. En la entrevista clínica te
preguntarán por antecedentes familiares y por tu historial de otras
enfermedades.
La exploración física consistirá fundamentalmente
en la visualización directa de la localización y extensión de las manchas
blancas. Puede emplearse la luz de Wood (luz ultravioleta manual) para
visualizar mejor algunas manchas en las personas de piel muy blanca. La biopsia
cutánea solamente es necesaria ante una duda diagnóstica con otras enfermedades
cutáneas que producen despigmentación.
Tu profesional valorará si es necesario solicitar
una analítica de sangre para determinar el perfil tiroideo (hormonas y
anticuerpos antitiroideos), los niveles de glucemia y de vitamina B12 y si
tiene alguna sospecha, también para valorar los parámetros de la autoinmunidad.
¿Cuál es el tratamiento para el vitíligo?
El tratamiento del vitíligo va a depender de la
localización y la extensión de la piel afectada. Es por ello que será variable
para cada persona e incluso a lo largo del tiempo, en función de la evolución
de la enfermedad y la respuesta a los tratamientos previos. Así, tu médica o
médico de familia y tu especialista en dermatología pueden emplear distintas
combinaciones de alguno de los siguientes:
·
Corticoides
tópicos.
·
Tacrólimus o
pimecrólimus tópicos.
·
Corticoides
por vía oral.
·
Fotoquimioterapia,
antioxidantes e inmunomoduladores.
·
Fármacos
biológicos.
·
Fototerapia
con rayos ultravioleta B de banda estrecha (UVBBE).
·
Fototerapia
dirigida con láser Excímer.
·
Terapia de
despigmentación.
·
Cirugía:
injertos de piel.
·
Camuflaje
cosmético.
¿Cómo puedo prevenir el vitíligo?
No se puede prevenir el vitíligo puesto que no se
conoce su causa.
Si tienes vitíligo, te recomendamos que tengas en
cuenta las siguientes recomendaciones de cuidado personal que pueden ayudarte a
cuidar tu piel y mejorar su aspecto:
·
Evita los
traumatismos en la medida de lo posible.
·
Protégete del
sol: emplea protectores con un SPF de 30 o más.
·
Evita las
fuentes artificiales de radiación ultravioleta.
·
Oculta la piel
afectada con maquillaje o productos autobronceadores.
·
Es recomendable
que no te hagas tatuajes.
¿Cuándo tengo que solicitar atención
médica?
·
Al principio
de la enfermedad, cuando empieces a ver las primeras manchas. Aunque el
vitíligo no tiene cura definitiva, el tratamiento precoz puede ayudar a frenar
o detener el proceso de cambio de color y la recuperación de la pigmentación.
·
Si te aparecen
manchas blancas después de algún traumatismo en la piel.
·
Si tienes
algún familiar de primer grado afectado de la enfermedad.
·
Si padeces
alguna otra enfermedad autoinmune.
·
Si el vitíligo
te afecta psicológicamente.
¿Cómo puedo mejorar mi calidad de vida?
Consulta con tu médica o médico de familia o tu
especialista en dermatología acerca del empleo de tratamientos médicos
alternativos, como el extracto de Ginkgo biloba o los antioxidantes (ácido
alfa-lipoico, ácido fólico, vitamina C, vitamina B12).
El aspecto estético de la enfermedad puede
producir un gran padecimiento psicológico y puede aumentar la probabilidad de
padecer trastornos emocionales como estrés, ansiedad y depresión. En este
sentido, te recomendamos:
·
Consulta a un
buen profesional, con experiencia en el vitíligo.
·
Infórmate
acerca de la enfermedad.
·
Confía en tus
seres queridos, es importante que comuniques tus sentimientos a tu entorno
familiar y de amistades.
· Si esta condición de salud te genera inseguridad
y malestar es conveniente que busques ayuda a través de grupos de pacientes o
psicoterapia grupal.
Fuente: Fisterra
miércoles, 13 de abril de 2022
Recomendaciones al paciente con epilepsia
Consideraciones generales
Los pacientes epilépticos no tienen necesidad de
establecer restricciones a las actividades normales. La epilepsia no influye en
la capacidad intelectual del niño, ni debe dificultar la actividad laboral ni
de ocio, más allá de las limitaciones a las actividades deportivas o laborales
de riesgo que más adelante se citan.
Es importante que el paciente epiléptico y su
entorno personal conozcan la enfermedad, el tratamiento que debe de seguir, y
las pautas de actuación en caso de una crisis, evitando la sobreprotección
durante la infancia, o la autolimitación de la actividad social.
Estilo y hábitos de vida
Un estilo de vida sano, en el que se incluya la
realización de ejercicio físico o deporte con frecuencia, evitando el consumo
de drogas (incluyendo tabaco y alcohol), con una dieta equilibrada y unos
hábitos de sueño regulares, son recomendaciones sanitarias básicas para todas
las personas, y del mayor interés en los pacientes epilépticos.
El ejercicio excesivo, permanecer despierto más
de 16 horas, la ingesta de alcohol, sustancias estimulantes como el café o el
té, o estar sometido a estímulos luminosos repetidos e intensos sin protección
ocular, son factores conocidos por su capacidad de provocar crisis epilépticas.
Por ello, la primera recomendación es evitar estos y aquéllos otros factores
que el paciente conoce como estímulos que le pueden provocar una crisis.
Es muy importante el cumplimiento del
tratamiento, controlando aquellas situaciones en las que se puede afectar
(vómitos repetidos, diarrea…).
Nunca se debe de interrumpir el tratamiento
bruscamente.
Epilepsia y actividad física y laboral
En el paciente que sufre de crisis epilépticas,
se recomienda evitar la realización de ejercicio físico o deportes de riesgo
(escalada, submarinismo…) y el realizarlos en solitario. Se aconseja realizar
las actividades deportivas en equipo o acompañado para evitar un accidente
severo en caso de crisis (montañismo, natación…).
La legislación española restringe la concesión
del permiso de conducción, exigiéndose la ausencia de crisis en el año previo a
la concesión (o a los 5 años previos en caso de permisos de conducir
profesionales y de medios de locomoción públicos).
La epilepsia, en cualquiera de sus formas y
momento evolutivo, está considerada como una de las enfermedades que son causa
de denegación de licencias y permiso de armas. Así mismo, debe de tenerse en
cuenta, al Igual que en la actividad deportiva, que deben evitarse aquellas
actividades laborales en las que la aparición de una crisis pueda suponer un
riesgo.
Consideraciones especiales para las mujeres
que padecen epilepsia
Las pacientes epilépticas deben de conocer bien
cómo los cambios hormonales afectan a la aparición de crisis. De las hormonas
femeninas, los estrógenos facilitan la aparición de crisis epilépticas,
mientras que la progesterona la disminuye. Por ello, en los días del ciclo
menstrual en que los estrógenos están más altos (días anteriores a la
menstruación) puede aumentar el riesgo de crisis.
Los anticonceptivos orales no exacerban las
crisis, pero es necesario que el médico revise la compatibilidad entre la
medicación antiepiléptica y los anticonceptivos prescritos, ya que algunos de
los antiepilépticos pueden afectar al metabolismo de los anticonceptivos y
disminuir su eficacia.
La mayoría de las mujeres epilépticas pueden
tener un embarazo, parto y lactancia normales, para lo cual es importante tener
en cuenta una serie de consideraciones, y analizarlas con su médico para elegir
el mejor estado de salud y tratamiento:
·
El embarazo en
una mujer epiléptica siempre debe ser seguido como embarazo de alto riesgo,
para garantizar un seguimiento óptimo.
·
En la mayoría
de las mujeres, el embarazo no afecta a la frecuencia de las crisis
epilépticas, pudiendo empeorar en algunos casos, por lo que es importante
evitar aquellos factores que las desencadenen, mediante un buen control
obstétrico.
·
Algunos de los
medicamentos antiepilépticos pueden aumentar el riesgo de malformaciones en el
embarazo. Para reducir este riesgo, se recomienda que siempre que sea posible,
la mujer tome un único medicamento antiepiléptico en las dosis mínimas
eficaces, tomándolas en varias dosis repartidas a lo largo del día para reducir
la concentración en sangre de los fármacos, y por tanto, la exposición del feto
a altas dosis de los fármacos.
·
Deben de
revisarse las pautas de medicación de la embrazada para evitar los fármacos con
conocidos efectos nocivos sobre el feto, incorporar los suplementos de ácido
fólico desde antes del embarazo en la mujer que esté tomando ácido valpróico,
clonazepam, fenitoína o lamotrigina entre otros, y realizar las pruebas
complementarias necesarias para controlar la evolución del feto.
·
No está
contraindicada la lactancia, aconsejándose tomar la medicación repartida en más
tomas de menores dosis y evitar al máximo el paso de la medicación al lactante
por la leche materna, espaciando el tiempo entre la toma de la medicación y la
lactancia del bebé. Así mismo, debe de vigilarse al bebé por si aparecieran
signos de intoxicación como la somnolencia excesiva o las erupciones cutáneas.
Pautas de actuación ante una crisis
epiléptica
Una medida muy importante para garantizar una
atención correcta del paciente en caso de que padezca una crisis y para evitar
las lesiones durante esta, es informar a las personas del entorno del paciente
de su enfermedad y de las pautas de actuación a seguir:
·
Observar la
crisis: cómo empieza, si se desvía la mirada, se emite espuma por la boca, si
hay pérdida de control de esfínteres, su duración y cómo se recupera el paciente.
·
No sujetar al
paciente durante la crisis.
·
No intentar
meter ningún objeto en la boca del paciente por la fuerza.
·
Quitar del
entorno del paciente los objetos con los que pueda lesionarse.
·
Si es posible,
colocar con cuidado al paciente de costado para facilitar la salida de líquidos
en caso de vómito.
·
Desabrochar la
ropa si es ajustada.
·
Quitar las
gafas y otros objetos que en el momento estén en sus manos o entorno y puedan
dañarle.
·
Dejar al
paciente que se recupere después de la crisis, durmiendo o descansando.
¿Cuándo llamar al médico a urgencias?
En general, no es necesario avisar a los
servicios médicos porque se produzca una crisis epiléptica, salvo que sea la
primera vez, se esté ante una persona desconocida o la crisis tenga una
duración excesiva (superior a 10-15 minutos), o que tras una crisis aparezca
otra.
Fuente: Fisterra