Alegría,
interés, amor, serenidad, inspiración, gratitud, diversión. Te ayudamos a
potenciar estas emociones que generan sensaciones agradables, placenteras y
motivadoras y que, además, protegen nuestra salud física; lograr el equilibrio
para un bienestar óptimo.
La mente, las
emociones y el cuerpo están íntimamente relacionados, formando un sistema
integrado que cuando se mantiene en equilibrio da como resultado una salud
óptima. En este sistema, las emociones positivas, como la alegría y el amor,
ayudan a mantenernos sanos, en tanto que las negativas, como el miedo y la
tristeza, fomentan que enfermemos y, por ello, es conveniente potenciar las
primeras y reducir las segundas.
Las emociones ante la enfermedad
Cuando estamos
enfermos las emociones influyen en distintos momentos sobre nuestra salud a
través de mecanismos psicobiológicos; cuando son intensas y desagradables y
están presentes de forma crónica o cuando aparece algún episodio emocional
agudo, pueden agravar un cuadro patológico ya existente o desencadenar uno
nuevo.
Aunque las
emociones como el miedo-ansiedad y la tristeza-depresión provocan reacciones
desagradables en la persona y una alta activación fisiológica, no debemos
considerar las negativas directamente solo por su naturaleza desagradable, dado
que, en su función primaria, ayudan a dar respuesta a una situación determinada
y a adaptarse.
Cuando la
experiencia emocional es de larga duración y alta intensidad o frecuencia,
pierde su valor adaptativo y se convierte en una emoción patológica que podría
inducir o acompañar a trastornos relacionados con la salud mental (depresión,
ira desmedida) o alteraciones médicas (trastornos cardiovasculares,
reumatológicos o inmunológicos entre otros).
Las emociones
también pueden ayudar a sanarnos, ya que cuando son positivas, experimentarlas
es agradable y placentero, además de que ayuda a preparar a la persona para
situaciones futuras que puedan ser difíciles.
Reforzar las defensas emoción a emoción
Algunos
estudios científicos relacionan la presencia de las emociones agradables o
positivas con la salud, e incluso con la longevidad, y apuntan a que también
tienen un efecto neutralizador de la influencia física de las emociones
negativas, mejorando la respuesta vascular, neuroendocrina o inmunológica.
Estas buenas
sensaciones van acompañadas de reacciones sobre los sistemas inmunológico y
neuroendocrino y optimizan los procesos biológicos de recuperación, generando
mayor bienestar, ayudando a que aparezcan cambios sobre la respuesta a la
enfermedad y también mejorando los hábitos de autocuidado y la adhesión a las
pautas médicas.
Asimismo, las
emociones positivas incrementan las capacidades creativas y de resolución, y cuando
una persona experimenta una emoción agradable aparecen pensamientos
constructivos, mejorando su productividad y la solución de los problemas de la
vida diaria.
Cómo potenciar las emociones positivas
Las emociones
positivas, descritas por la psicóloga estadounidense Barbara Frederickson,
aparecen como resultado de eventos que estimulan nuestro cerebro haciéndonos
experimentar sensaciones agradables, placenteras y motivadoras.
Este tipo de
emociones se pueden potenciar mediante acciones que nos resulten beneficiosas
como compartir una conversación agradable con alguien importante en nuestra
vida, y también generando pensamientos positivos, por ejemplo enfocados en
nuestras capacidades y potenciales para poder hacer frente a aquello que
encontramos día a día.
Se exponen una
serie de consejos prácticos para potenciar en nuestra vida cotidiana cada una
de las principales emociones positivas:
·
Alegría. Procure mantenerse en contacto con personas que
son importantes y con las que realice actividades que le permitan sentirse
seguro, tranquilo y feliz.
·
Interés. Acérquese al día a día buscando la oportunidad
de poner en marcha sus potenciales y habilidades, y así disponer de nuevos
retos para disfrutar de esos pequeños o grandes logros que le motivan a
aprender y a buscar nuevas experiencias.
·
Amor. Es la emoción que tiene su esencia en las
relaciones personales en las que procuramos un contacto más directo, más
íntimo, en las que nos descubrimos experimentando sensaciones gracias a la
presencia de la otra persona junto a nosotros.
·
Serenidad. Es la experiencia que se obtiene si uno es
consciente de la acción que está realizando en ese preciso momento (una buena
comida, un paseo) y se la alcanza cuando se vive el presente, acompañado de
bienestar, de placer.
·
Inspiración. Está muy asociada a la creatividad y se
potencia animando a la mente a que se ponga en contacto con nuevas personas,
lugares y experiencias, poniendo a trabajar la imaginación y el ingenio.
·
Gratitud. Comparta y experimente la sensación
gratificante de ser ayudado y ayudar, ofrecer y recibir. Mantenga relaciones
personales saludables dándose la oportunidad de satisfacer, recíprocamente, las
necesidades, inquietudes e ilusiones mutuas.
·
Diversión. Forma parte de la habilidad humana de dejarse
llevar por el humor, la sonrisa, los recuerdos agradables y los nuevos retos, y
surge cuando uno se encuentra con otras personas y se siente capaz de proponer
algo inesperado y vitalista, que le haga disfrutar, ilusionarse y vivir el
presente de forma más intensa.
Fuente: EfeSalud
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