En vacaciones
no hay que llenarse de planes sin descanso, sino, dentro de las posibilidades,
ver qué es lo que más nos apetece y disfrutar de ello.
Llegan las
vacaciones. Los niños y los adultos
están deseando disfrutar de ellas. Un truco para que esto sea posible es dejar
el reloj… No estar mirando y programando un montón de tareas como si de un día
de colegio y trabajo se tratase. En ocasiones puede existir la tentación de
llenar el día de proyectos, lo que al final deja la sensación de tener que
realizar una lista de cosas que casi no da tiempo y que nunca se acaba.
Durante las
vacaciones se puede descansar y no tener que estar pendientes de hacer nada. Es
una oportunidad de estar con los niños, sentarse con ellos a hablar, a verles
jugar, a compartir con otros niños y estar disponibles para ellos. Al preguntar
a los niños que quieren hacer, pueden responder…pues jugar…y eso es lo que
necesitan, tiempo para ellos.
También una
oportunidad para que los horarios diarios y rutinas se puedan flexibilizar. No
pasa nada si no se toma el desayuno a la hora habitual o si se retrasa la
comida.
Durante estos
días los niños tienen la oportunidad de participar en las tareas de casa y de
sentirse parte activa de la familia. Pueden ayudar en la cocina amasando,
batiendo, colaborar en recoger la ropa, a elegir los alimentos en el mercado… y
se puede hacer como parte activa de la vida y sintiéndose bien al final del
día, tras realizar juntos una tarea necesaria que ha salido bien.
Los padres
también necesitan un rato al día, sin niños, a solas. Para una madre o un
padre puede ser muy agradable tener unas
horas para ellos, ya por separado o juntos y sin sentirse culpables por ello.
No hay que olvidar que los niños también necesitan un tiempo sin padres.
En resumen,
que no hay que llenarse de planes sin descanso, sino dentro de las posibilidades
ver qué es lo que más nos apetece y disfrutar de ello. Porque lo que es seguro
es que estas vacaciones serán irrepetibles.
Fuente: AEP
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