El pensamiento positivo nos invita a no dejar
nuestro estado de ánimo en manos de las circunstancias externas. Siempre
tenemos el poder de escoger aquellos pensamientos que nos ayuden a sentirnos
bien.
El optimismo y el positivismo cada vez están más
de moda. De todas partes nos llegan mensajes animándonos a sonreír, a disfrutar
y a ser felices. Con un planteamiento tan simplista y reducido es lógico que
sean muchas las personas que consideran esta propuesta un tanto infantil e
ingenua. Por ello en los siguientes párrafos vamos a profundizar en la base del
pensamiento positivo y en la explicación de los muchos beneficios que puede
aportar a nuestra vida.
Es lunes, está lloviendo a mares y llegas tarde
al trabajo. Has perdido el autobús, por lo que te toca caminar a toda prisa
mientras tratas de que el paraguas no se te vuele con el viento. De pronto, en
una parada de autobús o en el cuaderno de un escaparate lees un mensaje del
estilo: “sonríe“, “la vida es maravillosa”. Seguramente esto te enfurezca aún
más. A ti te gustaría ser feliz, pero las circunstancias no colaboran.
A pesar de que ese mensaje que te resulta tan
frustrante sea una incompleta simplificación, la enseñanza que alberga es una
de las más beneficiosas que podemos aprender. La vida no es maravillosa porque
todo te salga a pedir de boca, es maravillosa cuando tú decides que lo sea.
Sonreír no ha de ser una consecuencia a los sucesos externos, sino una decisión
diaria y personal.
Pensamiento positivo y negativo
Una de las premisas más demostradas en la
historia de la psicología es que no vemos el mundo como es, sino como somos. La
realidad es sólo un conjunto de sucesos que toman forma a la luz de nuestros
pensamientos. Son estos los que dotan de significado a lo que nos acontece, y
le otorgan una valencia positiva o negativa.
Son muchas las corrientes que emplean este
supuesto en sus técnicas de cambio terapéutico. Nuestros pensamientos definen nuestro
estado de ánimo, independientemente de lo que ocurra alrededor. Es por ello que
existen personas mayoritariamente felices y otras generalmente insatisfechas.
No se trata de que las primeras tengan una vida especialmente privilegiada,
sino de que estas deciden, en cada momento, alimentar su pensamiento positivo.
Podemos imaginar nuestra mente como un espacio en
el que habitan dos semillas: la del optimismo y la de la de la negatividad.
Cada día tenemos la oportunidad de escoger cuál regar y ayudar a que crezca.
Pero hemos de saber que, cualquiera que sea la más cuidada, irá haciéndose
fuerte hasta ocupar todo nuestro espacio mental.
Tienes el poder de escoger
Muchas personas pensarán: “riego la positiva
cuando me ocurren cosas buenas y la negativa cuando me va mal, es lo lógico”.
Puede que te resulte lógico, pero, desde luego, no es funcional. ¿Por qué dejar
que tu estado de ánimo quede a la deriva de las circunstancias externas? Escoge
siempre alimentar el lado positivo pues es quien te ayudará a mantener el
optimismo y la motivación para salir adelante.
Regodearte en malos pensamientos, asentarte en la
posición de víctima no cambiará lo que te ha sucedido. Al contrario,
intensificará tu malestar y te hará percibir, únicamente, más detalles
negativos. Pues, hemos de tener en cuenta que los patrones de pensamiento se
retroalimentan: cuánto más piensas en negativo más fácil te resulta hallar
motivos de frustración e insatisfacción. Y lo mismo ocurre, al contrario.
Sería ideal que comenzasen a inculcarnos el
hábito del pensamiento positivo desde que somos niños. De esta manera nos
resultaría sencillo y natural percibir la belleza de la vida y desarrollaríamos
una actitud de gratitud. Seríamos capaces de ver la oportunidad en cada
situación y afrontaríamos la adversidad con confianza y optimismo.
Sin embargo, muchas veces esto no ocurre y
crecemos con un patrón de pensamiento negativo. Un radar para detectar la
dificultad y la injusticia y sentirnos víctimas del mundo. Tras años regando la
planta de la negatividad, el pensamiento positivo nos resulta incomprensible.
Sin embargo, recuerda que siempre estás a tiempo de cambiar la realidad con tus
decisiones.
Proponte dejar morir de sed a tus viejos patrones
y comenzar a alimentar tu capacidad de percibir lo bueno. Comprobarás que,
cuanto más practicas, más sencillo le resulta a tu mente hallar lo positivo.
Por ello, no esperes y haz la prueba. Por muy forzado que te resulte al inicio,
terminará resultándote natural.
Fuente: lamenteesmaravillosa
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