El aumento de las temperaturas potencia el
crecimiento de algunos patógenos, por lo que corremos un mayor riesgo de sufrir
determinadas enfermedades.
Durante los meses de verano no solo cambian las
condiciones climatológicas, sino también nuestros comportamientos. Las
temperaturas elevadas, los cambios de temperatura bruscos por los que pasamos,
el pasar mucho tiempo en el agua, comer fuera más a menudo, sudar con
frecuencia…
Todos estos factores incrementan el riesgo de
padecer distintas enfermedades. Y es que, si bien es en esta época que el
riesgo de sufrir enfermedades propias del invierno como la gripe o el resfriado
común disminuye, seguimos siendo susceptibles de padecer patologías causadas
por patógenos que “prefieren el calor”.
Por ello, en el artículo de hoy haremos un repaso
de las enfermedades más frecuentes en verano, detallando tanto sus causas como
sus síntomas, así como las maneras de prevenir su adquisición y los tratamientos
disponibles actualmente para combatirlas.
¿Por qué hay enfermedades más comunes en
verano?
Es una pregunta de difícil respuesta, aunque
podría explicarse por la interacción de tres “actores” principales: la
naturaleza de los patógenos, los cambios de nuestro cuerpo ante las altas
temperaturas y las actividades que realizamos los meses de verano.
En primer lugar, es importante tener en cuenta la
naturaleza de los patógenos. Si en invierno decíamos que los virus prefieren
las bajas temperaturas porque aprovechan el efecto del frío en nuestro epitelio
respiratorio para causarnos enfermedades respiratorias, con las bacterias suele
pasar lo contrario. Las bacterias prefieren el calor.
A bajas temperaturas, las bacterias tienen más
dificultades para crecer. La muestra más clara de ello es que guardamos los
alimentos en la nevera para evitar que se deterioren rápido, pues el frío
inhibe el crecimiento de estos microorganismos.
A mayor temperatura, más rápido van a crecer,
siempre que no se supere su temperatura máxima de resistencia. Pero en verano
es cuando las temperaturas son más óptimas para su desarrollo y replicación. Si
en el exterior se está a 5 °C, a las bacterias les va a costar mucho más crecer
que si se está a 25 °C. Y es que las bacterias prefieren los meses calurosos.
Por ello, muchas enfermedades bacterianas tienen una incidencia mayor en esta
época del año.
En segundo lugar, también es importante tener en
cuenta los cambios que sufre nuestro cuerpo ante las altas temperaturas. Y es
que el calor hace que sudemos más, perdamos líquidos y electrolitos, con los
problemas de salud que esto puede llegar a suponer. El aumento de las
temperaturas hace que suframos problemas de deshidratación, además de debilitar
nuestro cuerpo en general.
Por último, es muy importante considerar los
comportamientos que adquirimos en verano y las actividades que realizamos. Y es
que los cambios bruscos de temperatura al usar demasiado el aire acondicionado
pueden debilitar nuestro sistema inmune y hacernos más sensibles de enfermar.
Además, pasar mucho tiempo en las playas y las
piscinas, cambiar nuestros hábitos alimenticios, alterar mucho nuestros
patrones de sueño… Todo esto hace que el riesgo de padecer determinadas
enfermedades aumente durante los meses de verano.
¿Qué enfermedades son más comunes los meses
de calor?
Por regla general, las enfermedades vinculadas al
consumo de alimentos en mal estado a causa del rápido crecimiento de bacterias
y las relacionadas a la humedad son las más comunes. Es decir, las patologías
gastrointestinales y las dermatológicas son las que tienen una mayor incidencia
en verano, aunque hay que dejar claro que pueden padecerse en cualquier momento
del año.
De todos modos, hay formas de prevenir su
contagio: cuidar más que nunca la higiene de los alimentos y guardarlos en la
nevera rápidamente, lavarse con mucha frecuencia las manos, no pasar demasiado
tiempo en el agua, vigilar los cambios bruscos de temperatura, mantenerse
siempre hidratado, usar protección solar, utilizar calzado en piscinas
públicas… Seguir estas estrategias reduce el riesgo de contagiarse por la
mayoría de las enfermedades que presentamos a continuación:
1. Quemaduras
solares
Aunque no sea una enfermedad como tal, las
quemaduras solares son uno de los motivos de consulta médica más frecuentes en
verano. Y es que además de los problemas a largo plazo que comporta la excesiva
exposición a la radiación solar, a corto plazo pueden causar quemaduras de
segundo y tercer grado.
Estas lesiones pueden llegar a ser muy graves y
llegar a requerir de atención médica inmediata para evitar que derive en
complicaciones peligrosas para la salud.
2.
Salmonelosis
La salmonelosis es una intoxicación alimentaria
más común en verano ya que el patógeno causante, “Salmonella”, es una bacteria
que crece mejor a altas temperaturas. Su contagio suele ser por el consumo de
carnes mal cocinadas, frutas y verduras mal lavadas, huevos crudos o productos
lácteos sin pasteurizar.
Por ello, es muy importante respetar las normas
higiénicas en la cocina y cocinar bien los alimentos, pues si quedan crudos es
posible que la bacteria siga viva y nos infecte. En caso de comer fuera,
procurar hacerlo en sitios donde parezca que respetan las condiciones de
sanidad.
Los síntomas incluyen fiebre alta, diarrea
intensa, dolor abdominal, náuseas y vómitos frecuentes, dolor de cabeza,
debilidad y fatiga… Es más grave que una gastroenteritis pero no suele requerir
de tratamiento, pues suele remitir por sí sola antes de la semana.
3.
Gastroenteritis
La gastroenteritis es la enfermedad de
transmisión alimentaria más frecuente y su incidencia es especialmente alta los
meses de verano. Está causada tanto por virus como bacterias, aunque en los
meses calurosos suelen ser de origen bacteriano.
Miles de millones de personas la sufren cada año
y los síntomas más comunes son la diarrea, los vómitos, el dolor abdominal y a
veces la fiebre y los escalofríos. Su gravedad depende del patógeno causante,
aunque no suele ser un problema serio y la mayoría de personas se recuperan sin
necesidad de tratamiento.
El problema viene con los niños, los ancianos y
los inmunodeprimidos, los cuales sí que pueden tener problemas de salud
asociados a la deshidratación que la diarrea y los vómitos causan. De hecho, en
los países pobres, la gastroenteritis es la principal causa de mortalidad
infantil.
4. Otitis
La otitis es muy frecuente en verano ya que
después de bañarnos en la piscina o la playa, puede quedar agua en el oído,
cosa que aprovechan distintas bacterias para crecer, en caso de que el agua
estuviera contaminada por ellas.
La mayoría de casos son de otitis externa, que
consiste en una inflamación del conducto auditivo externo a causa del
crecimiento de estos patógenos. El dolor de oído es el síntoma más común,
aunque también son frecuentes el dolor de cabeza, el enrojecimiento del oído,
la fiebre e incluso la pérdida de audición.
Para prevenir su contagio es importante no
bañarse en aguas que parecen sucias y reducir el tiempo que pasamos con la
cabeza sumergida en el agua en cualquier playa o piscina. De todos modos, el
tratamiento con gotas para los oídos con antibióticos suele resolver la
enfermedad rápidamente.
5. Cistitis
La cistitis es la enfermedad urológica más común
y su incidencia es mayor en los meses de verano, especialmente en mujeres, pues
estar mucho tiempo en el agua y/o con el bañador mojado aumenta las
probabilidades de sufrir una infección de la vejiga por parte de bacterias.
La sintomatología es la siguiente: dolor al
orinar, necesidad constante de orinar, fiebre baja, molestias en la zona de la
pelvis, turbidez en la orina, orina de mal olor, presión en la parte baja del
abdomen, micciones con pequeña cantidad e incluso sangre en la orina. De todos
modos, el tratamiento con antibióticos suele ser efectivo.
6. Pies de
atleta
Los pies de atleta y otras enfermedades
dermatológicas causadas por hongos son especialmente frecuentes en verano. Y es
que las condiciones de alta humedad y elevadas temperaturas en espacios
cerrados, especialmente las duchas de las piscinas y otros lugares similares,
propician el crecimiento de hongos que infectan nuestra piel. Por ello, es
importante ir calzado en baños públicos, duchas y otros recintos cerrados con bastante
humedad y suelos mojados.
7.
Deshidratación
La deshidratación es una de las principales
complicaciones del verano, especialmente en personas mayores. Sudar mucho a
causa del calor puede hacer que perdamos demasiado líquido, algo que puede
resultar grave en las personas más sensibles, pues puede causar desmayos e
incluso la muerte si el famoso “golpe de calor” es muy fuerte. Por ello, es muy
importante beber unos 2 litros de agua diarios en verano, en especial las
personas mayores, pues los problemas de deshidratación durante los meses
calurosos están entre una de las principales causas de mortalidad.
8.
Conjuntivitis
La conjuntivitis consiste en una inflamación de
la conjuntiva, que es la membrana transparente que recubre el párpado y la
córnea. Puede estar provocada por una infección bacteriana, cuyo riesgo también
aumenta en verano. Pero es que, además, los meses calurosos también reúnen las
condiciones para sufrir esta inflamación sin que sea a causa de una infección.
Y es que los cambios bruscos de temperatura, el
cloro de las piscinas, la sal del agua de mar, la exposición a la radiación
solar… Todas estas situaciones pueden conducir a una conjuntivitis, que se
expresa con los siguientes síntomas, los cuales son especialmente notorios en
caso de que sea de origen bacteriano: dolor en los ojos, hinchazón,
enrojecimiento, lagrimeo, formación de legañas, etc, aunque no suele afectar a
la visión.
Fuente: Medico+