Ahora nos habéis preguntado si puede ser
perjudicial retirar la lactosa de la dieta si no se es intolerante. Pues sí. Al
hacerlo de forma prolongada, una persona que tiene tolerancia a la lactosa
podría llegar a perderla.
¿Qué es la lactosa?
Para contestar a esta pregunta, empezaremos por
explicar qué es la lactosa. Desde el Comité de Alergia a Alimentos de la
Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) indican que la
lactosa es un azúcar y es la principal fuente de hidratos de carbono de la
leche de los mamíferos. Por ejemplo, de las vacas, las cabras o las ovejas.
También está en la leche humana.
La lactosa está formada por dos moléculas más
sencillas que son la glucosa y la galactosa. “Para que la lactosa pueda ser
absorbida a nivel intestinal, tiene que actuar una enzima llamada lactasa que
se encuentra en las células que recubren el intestino delgado (enterocitos) y
se encarga de dividir a la lactosa en sus dos componentes”, indican.
Estas moléculas “son más pequeñas que la lactosa
y pueden ser absorbidas y pasar a la sangre, que se encarga de transportarlas
hasta los tejidos para servir como fuente de energía”. Es decir, la lactosa es
una fuente de energía para las células.
En el caso de las personas con intolerancia a la
lactosa, el organismo no produce suficiente lactasa. Al no poder digerir bien
la lactosa, pueden experimentar “distensión abdominal, gases o diarrea”.
¿Puede ser peligroso quitar la lactosa de
la dieta si no somos intolerantes?
“Sí, en condiciones normales la producción de
lactasa por las células intestinales (enterocitos) es adaptativa, es decir, si
se mantiene el estímulo se mantiene la producción”, responden desde la SEAIC.
Si se suprime voluntariamente la lactosa de la
dieta durante un tiempo prolongado, esto “podría generar una disminución en la
producción de lactasa”. “En consecuencia, una persona que tiene una tolerancia
a la lactosa puede llegar a perderla”, añaden, “el consumo de lácteos se
remonta a los inicios de la ganadería y productos como la leche, el queso y el
yogur han formado parte de la dieta de la mayoría de las civilizaciones y
culturas desde el Neolítico, hace miles de años”. Según cuenta, reducir el
consumo de lácteos en nuestra dieta a diario puede hacer difícil alcanzar “las
cantidades recomendadas de calcio biodisponible”.
Es importante no autodiagnosticarse ni eliminar alimentos
de nuestra dieta “por probar”, como los alimentos sin gluten o sin lactosa. Al
hacerlo podemos estar sustituyendo alimentos saludables por otros que no lo son
y complicamos las elecciones alimentarias.
En este caso, además, “perdemos la capacidad de
producir lactasa” y es posible que retrasemos o enmascaremos un diagnóstico:
“Podemos acertar y que sea una intolerancia, pero puede ser cualquier otro
problema de salud”.
Sólo se deberá reducir o eliminar la lactosa de
la dieta en aquellos casos que la persona presente malabsorción y síntomas de
intolerancia a la lactosa, pero esta reducción o eliminación siempre deberá ser
adaptada a las características y umbral de tolerancia de cada individuo.
Fuente: DKV
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