¿Tu hijo se enfada a menudo, le grita al pequeño
o llora más que de costumbre?, ¿si le dejas solo aprovecha para pegar a su
hermano, pellizcarlo o escupirlo? Los celos entre hermanos y la rivalidad son
algo común. Es la forma con la que algunos niños intentan pedir afecto a sus
padres.
¿Por qué aparecen los celos entre hermanos?
Durante millones de años, el ser humano ha
desarrollado conductas instintivas para mantener y reforzar las relaciones
afectivas. Se llaman conductas de apego, y funcionan de manera muy parecida a
como funciona el hambre. Cuando necesitamos alimento, sentimos una sensación
desagradable que nos impulsa a comer. Sentir el malestar que provocan los
celos, nos impulsa a hacer cosas para no perder la relación afectiva, igual que
el hambre nos impulsa a comer.
Para que esto suceda, ambas personas deben de
estar unidas por una relación de dependencia. Y, en el caso de los niños, todos
presentan una dependencia afectiva hacia el adulto que les cuida, generalmente
los padres. Al entrar un hermano en la dinámica familiar, el niño percibe que
la atención se divide, el tiempo se comparte, y el cariño ya no es exclusivo.
Aparecen los celos, y con ellos la sensación de que va a tener que competir con
alguien para volver a tener todo lo que antes tenía sin ningún esfuerzo.
Lo que provoca los celos entre hermanos no es la
forma en cómo el adulto trata a uno u otro, ya que por lo general los padres
acostumbran a tratar a todos los hijos por igual. Los celos entre hermanos
surgen de la interpretación que hace el niño de la situación familiar, unido a
su miedo de ser desplazado.
¿Cuánto duran los celos?
Los celos entre hermanos no aparecen antes del
primer año y medio de vida (18 meses) ya que, hasta esa edad, el desarrollo
cognitivo del niño no le permite ser consciente de su posición afectiva en la
propia familia. Habitualmente se prolongan durante toda la primera infancia,
hasta alrededor de los siete años, aunque si no se gestionan adecuadamente,
pueden llegar a cronificarse deteriorando las relaciones familiares, e incluso
dejándose de hablar con el hermano “competidor”.
Los celos, por tanto, en la mayoría de los casos
no son permanentes. Irán desapareciendo en cuanto el niño vuelva a sentirse
seguro y encuentre su lugar dentro del seno familiar. En el caso de que los
episodios se mantengan en el tiempo o que su magnitud sea desproporcionada
respecto a lo esperado para su edad y educación recibida (produciéndose un
deterioro en las relaciones familiares) es aconsejable la visita a un
profesional.
¿De qué manera expresan los niños los
celos?
·
Cambio de
conducta: se muestran más tercos y desobedientes. Tienen una actitud más
desafiante ante los padres, oponiéndose a sus normas. Suelen tener un
comportamiento más negativo.
·
Regresión a
etapas pasadas: a pesar de haber logrado hitos como el control de esfínteres,
dormir sin chupete o ir al colegio sin llorar, pueden mostrar una vuelta atrás
en su conducta, volviéndose a hacer pis o caca, retomar el chupete, no querer
dormir solos, llorar por ir a la escuela…
·
Cambios de
humor injustificados: pueden mostrarse más enfadados que de costumbre o montar
un berrinche por algo que no tiene importancia. También se muestran más
llorones sin motivo aparente.
·
Actitud
infantil: pueden volver a utilizar expresiones más típicas de bebés, utilizar
un lenguaje más infantil e incluso realizar conductas más inmaduras como
chuparse el dedo.
·
Alteraciones
del sueño: si antes dormían solos sin problema, pueden pedir dormir con los
padres, incluso se suelen despertar más a menudo y les cuesta mucho irse a la
cama.
·
Falta de
apetito: puede alterarse su hábito alimenticio. Niños que comían bien se vuelven
inapetentes o comienzan a rechazar platos que antes tenían como favoritos.
Incluso incitan a que los padres les den la comida.
·
Agresividad:
pueden llegar a pelearse con su hermano, morder, pegar o pellizcar hacia el que
generan un sentimiento de resentimiento.
¿Qué pasa si los celos desembocan en
agresividad?
Cuanto menor es la diferencia de edad, mayores
suelen ser los celos entre hermanos. Un niño de tres meses y otro de dos años
necesitan las mismas cosas: depender del adulto para comer, ir en brazos,
dormir con los padres, etc. Y dentro de seis años seguirán necesitando lo
mismo: que jueguen con ellos, que les escuchen, que les ayuden en sus tareas
del cole, etc. La competencia es directa y continua. Es en estos casos cuando
la conducta celotípica se dirige potencialmente hacia el hermano, y en muchas
ocasiones en forma de agresividad. En el mundo infantil, una patada no
significa lo mismo que en el mundo adulto. Los niños se pegan como una forma
más de comunicación debido a su limitado vocabulario para expresar emociones.
Lo esperable sería que, a medida que aumenta su registro para expresar el
malestar, disminuya la agresividad. En este sentido, los padres pueden ser
facilitadores de la comunicación hablando con ellos y ayudándoles a verbalizar.
Cómo tratar los celos entre hermanos para
prevenirlos
1. No establezcas comparaciones entre hermanos y
evita el trato de preferencia hacia uno.
2. Alava los aspectos positivos en lugar de
recriminar los negativos.
3. Responde con tranquilidad a los episodios celosos
y retira tu atención. Una vez se haya calmado, dale la atención emocional que
requiere para fomentar la conducta deseada.
4. Aumenta el tiempo en actividades y juegos de toda
la familia.
5. Recuérdale las ventajas y privilegios que tiene
“ser el mayor” o “ser el pequeño” para que sientan la importancia de su
individualidad. Por ejemplo, el hermano mayor puede acostarse más tarde porque
es el mayor.
6. Ayúdale a verbalizar lo que siente para que no
tenga que mostrarlo mediante un comportamiento agresivo.
7. Utiliza una comunicación emocional, a través de
gestos y palabras afectuosas que dejen claro que el amor de los padres alcanza
para todos.
Fuente: DKV
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