Con septiembre y el fin de las vacaciones vuelven la rutina y los propósitos para el nuevo curso. Entre ellos, muchas personas se marcan comer mejor o seguir una dieta específica. Ya os hemos contado los trucos y las dietas que no necesitas probar porque no tienen base científica y no funcionan, pero hoy os hablaremos de la dieta keto.
Una de la que se habla mucho es la dieta keto o cetogénica, que consiste en reducir drásticamente el consumo de carbohidratos. Aunque para ciertas personas puede ser eficaz a corto plazo siempre que se realice con ayuda de un nutricionista, no hay suficientes estudios sobre su eficacia a largo plazo por su baja adherencia. Además, puede conllevar una serie de riesgos en determinadas personas o efectos secundarios. Os contamos todo lo que sabemos al respecto.
¿Qué es la dieta keto o cetogénica?
La dieta keto o cetogénica no es nueva. Primero se llamó dieta Atkins (hace ya varias décadas) y ahora vuelve con el nombre de keto.
Para explicar qué es una dieta keto, hay que
saber un poco sobre cómo funciona el metabolismo del cuerpo humano, la serie de
reacciones por las que los nutrientes que ingerimos en la comida se convierten
en energía que permite al organismo llevar a cabo todas sus funciones. En esa
serie de reacciones, el combustible más habitual es la glucosa que el cuerpo
extrae de los carbohidratos.
Pero la evolución nos ha dado a los humanos
recursos para afrontar distintos escenarios, de forma genérica, nuestro cuerpo
utiliza como combustible los hidratos de carbono, pero si por lo que sea (en
este caso por elección propia) no tenemos acceso a ellos, el organismo tiene
mecanismos para seguir obteniendo energía, no nos morimos.
Es decir, aunque esa es la principal fuente de
energía y a la que el cuerpo recurre primero, no es la única posible. Otra
opción son los cuerpos cetónicos, que el organismo obtiene procesando la grasa
corporal cuando el aporte de carbohidratos no es suficiente. Cuando el cuerpo
recurre a ellos, es cuando se encuentra en estado de cetosis.
Una dieta keto o cetogénica, es aquella en la que
precisamente se consigue ese estado de cetosis a base de reducir drásticamente
el consumo de carbohidratos en la alimentación para obligar al cuerpo a
recurrir a la grasa para funcionar.
Ingesta de más alimentos
ricos en grasas
En una dieta cetogénica las grasas suponen entre
un 70% y un 80% de lo que se consume; las proteínas, entre un 20% y un 25%; y
los hidratos de carbono, entre un 5% y un 10%.
¿Cuál sería
un ejemplo de menú diario?
Desayuno:
Café + huevos
revueltos + 1/2 aguacate
Media mañana
Yogur griego +
un puñado de frutos secos
Comida
Pollo a la
plancha + espinacas salteadas
Merienda
Arándanos
Cena
Brócoli salteado con queso parmesano + filete de salmón a la plancha + onza de chocolate negro (70-80% de cacao)
El desayuno podría contener huevos, frutos secos,
yogur no azucarado o mantequilla de cacahuete. La comida podría ser una
ensalada de verduras con espinacas, repollo, aguacate, atún, aceitunas o queso.
También, una pechuga de pollo a la plancha con tomates y verduras mezcladas. La
cena podría contener salmón a la plancha o a la parrilla con brócoli o coliflor
o calabacines asados.
Difícil de seguir en el largo plazo y se
desconoce si tiene efecto yoyó
Esta revisión de estudios indica que, si bien hay
algunas investigaciones que indican que una dieta cetogénica consigue una mayor
pérdida de peso a corto plazo que las dietas bajas en grasa, todavía no hay
suficientes datos sobre el posible efecto yoyó, en el que periodos de sobrepeso
se intercalan con dietas estrictas y bajadas de peso que luego se recupera (y,
a menudo, aumenta).
Según dicha revisión, la duración de la dieta
cetogénica puede variar desde un mínimo de dos a tres semanas hasta un máximo
de varios meses (de seis a 12 meses) “siguiendo el principio general de
precaución”.
No existen estudios a largo plazo porque la
adherencia a la dieta es prácticamente insostenible más allá de los dos o tres
meses, mientras que una dieta baja en grasas puede convertirse en un nuevo
estilo de alimentación. Esto se debe en parte al gran cambio que implica esta
dieta en la elección de alimentos.
¿Se pierde peso en el corto plazo? Sí. ¿Es lo que
deberíamos buscar en una dieta? No. Es primordial comprender que la clave de
cualquier cambio de hábitos es mantener la adherencia a largo plazo: El peso no
es la variable a tener en cuenta a la hora de valorar la salud, por lo que no
debería ser la referencia.
La dieta cetogénica, según cuenta, es muy difícil
de seguir en el largo plazo. En este sentido, este estudio subraya la baja
adherencia de este tipo de dieta entre personas con cáncer (además de concluir
que no hay evidencias científicas de que mejore el metabolismo o la calidad de
vida de pacientes oncológicos).
Como os hemos explicado las dietas drásticas no
son la mejor opción si lo que queremos es perder peso de forma sostenible ya
que es difícil seguirlas durante mucho tiempo y, si no cambiamos la
alimentación a patrones más saludables, es muy probable que el peso perdido se
recupere rápidamente.
Los peligros que conlleva en
determinadas personas
La dieta keto puede ser muy eficaz para perder
peso y muy saciante. Aun así, “no vale para todo el mundo y no está exenta de
peligros”. De ahí que sea recomendable “que sea guiada siempre por un
nutricionista”.
Esta revisión concluye que la dieta cetogénica
puede ser una herramienta útil para tratar la obesidad en manos de un médico.
Los expertos consultados coinciden en que seguir una dieta keto no tiene por
qué ser peligroso en una persona sin patologías previas y sin problemas en su
relación con la comida.
Eso sí, esta dieta no es recomendable en personas
diabéticas o con problemas renales. Tampoco la aconseja a una persona que haya
intentado perder peso por diferentes vías o con riesgo de padecer un trastorno
de la conducta alimentaria, ya que “no ha demostrado especial eficacia en el
largo plazo y este tipo de personas lo último que necesitan es un nuevo fracaso
en su intento por cambiar de hábitos”.
Seguir esta dieta puede tener efectos secundarios
“producidos por la acidosis que se genera al fabricar los cuerpos cetónicos”.
Por ejemplo, puede producir inapetencia, dolor de estómago, náuseas o vómitos,
olor afrutado del aliento, dificultad al respirar, boca seca y un decaimiento
general.
En Internet, se promocionan píldoras que
supuestamente contienen cetonas exógenas. Es decir, que proporcionan al
organismo los cuerpos cetónicos que deben servir como combustible al cuerpo
ante la ausencia de la glucosa derivada de los carbohidratos. Como ya os hemos no
hay evidencias de que estas píldoras ayuden a adelgazar.
Fuente: DKV
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