¿Qué es la bronquiolitis?
La
bronquiolitis es un proceso que puede definirse como el primer episodio de
sibilancias (pitos) y dificultad respiratoria aguda en niños menores de 2 años.
Se da cuando se produce una obstrucción inflamatoria en las vías respiratorias,
especialmente en las vías pequeñas, llamadas bronquiolos; de ahí viene el
nombre de bronquiolitis.
Se trata de
una infección aguda de origen vírico y aunque puede haber varios virus
implicados, como el rinovirus, influenza, parainfluenza, adenovirus o
metapneumovirus, el más frecuente es el Virus Respiratorio Sincitial (VRS).
¿A quién afecta?
Cada año,
entre un 10% y un 30 % de los niños menores de un año pueden tener bronquiolitis.
El pico de incidencia se produce sobre todo entre los 2 y los 6 meses de edad.
Solo un pequeño porcentaje de estos niños, entre el 7% y el 14%, precisará
hospitalización por la gravedad de los síntomas. El resto, alrededor del 90%,
son bronquiolitis leves que se controlan por el pediatra de Atención Primaria.
Una vez
superada la bronquiolitis, una parte de los niños -que puede llegar al 50% de
los que han padecido la enfermedad- pueden tener episodios de sibilancias
recurrentes durante meses, a veces incluso años, posteriores.
Por otro lado,
la incidencia de la bronquiolitis es mayor durante el invierno y al inicio de
la primavera. En concreto, es más frecuente entre los meses de noviembre y
abril y con un pico de incidencia entre diciembre y febrero, pero esto puede
variar según los años.
¿Qué síntomas tiene la bronquiolitis?
Es frecuente
que los afectados por bronquiolitis hayan presentado previamente sintomatología
catarral o que haya antecedentes de infección respiratoria previa.
De hecho, la
mayoría de las veces esta infección se inicia como un proceso catarral banal
con:
·
Mocos claros.
·
Estornudos.
·
Fiebre: que no
suele ser muy elevada, aunque hay mucha variabilidad.
·
Posteriormente,
y de forma gradual, los pacientes presentan tos y dificultad respiratoria
progresiva, que suele ser la causa de consulta.
·
Cuando la
afectación es moderada se puede producir irritabilidad y rechazo del alimento.
·
La dificultad
respiratoria se manifiesta con sibilancias, pitos, en ocasiones audibles sin
necesidad de fonendoscopio, y cuando es más importante se producen otros signos
como:
· Tiraje de los
músculos respiratorios.
·
Aumento de la
frecuencia respiratoria (taquipnea).
·
Cambios de
color con cianosis (color morado alrededor de la boca fundamentalmente).
·
Pausas de
apnea.
En ocasiones,
cuando la afectación es moderada o grave, es preciso el ingreso hospitalario,
pero en la mayoría de los casos que son leves, la sintomatología desaparece de
forma progresiva en 7-10 días.
¿Existen factores de riesgo?
Hay algunos
factores que pueden predisponer a presentar un cuadro con mayor afectación y
gravedad de la bronquiolitis, como son:
·
Edad: menor de
6 meses y, sobre todo, menor de 3.
·
Bebés
prematuros.
·
Enfermedades
previas broncopulmonares o cardiacas.
·
Síndromes
malformativos.
·
Fibrosis
quística.
·
Problemas de
defensas (inmunodeficiencias).
¿Puede conllevar complicaciones?
Aunque no haya
complicaciones, ya hemos mencionado con anterioridad que hasta el 50% de los
niños que han pasado una bronquiolitis, incluso leve, pueden presentar durante
meses o incluso años, sibilancias con los catarros o infecciones respiratorias.
Además, pueden
darse más problemas en niños que tengan otras patologías de base. Así, puede
haber complicaciones por sobreinfecciones de otros virus o incluso bacterias,
aunque no es lo habitual.
Debido a la
taquipnea (respiración muy frecuente) y al aumento del trabajo respiratorio
puede haber casos de aspiración, pero es poco frecuente.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico
de esta enfermedad es fundamentalmente clínico y no suele precisar de
exploraciones complementarias, como analíticas o radiología. Se puede realizar
diagnóstico etiológico para distintos virus y, sobre todo para el VRS, con
pruebas de detección rápida que existen en la mayoría de los hospitales
españoles.
Para valorar
la gravedad del caso, los pediatras utilizan varias escalas clínicas y la
pulsioximetría, un método no invasivo que permite medir los niveles de oxígeno
en la sangre y que se puede realizar en cualquier centro de salud o consulta de
Atención Primaria.
¿Cómo se trata la bronquiolitis?
El objetivo
del tratamiento de la bronquiolitis es mantener una adecuada oxigenación e
hidratación del niño.
Para ello, es
muy importante aportar una adecuada información a los padres con explicaciones
concretas sobre los signos y síntomas de agravamiento de la enfermedad, así
como evitar ambientes muy cargados, humo de cigarrillos o contaminación
ambiental y aglomeraciones.
Para mantener
una adecuada hidratación hay que administrar líquidos y ofrecer alimentación en
pequeñas cantidades y frecuentemente.
También se
suele recomendar mantener al niño en posición semiincorporada, a 30º con el
cuello extendido y proceder a la limpieza y desobstrucción de las vías aéreas
superiores con suero fisiológico o agua de mar. No está indicada de forma
habitual la fisioterapia respiratoria.
En la
actualidad, el tratamiento farmacológico no está demostrado que tenga
beneficios en la mayoría de casos, aunque se puede hacer algún ensayo en
situaciones concretas.
La gran
mayoría de los casos de bronquiolitis son leves, se tratan en el domicilio
siguiendo dichas pautas y son controlados por el pediatra. La fase crítica son
las primeras 48-72 horas, en la que es muy importante aportar oxígeno cuando la
saturación sea baja (menos del 92%).
Si el cuadro
empeora se recomienda el ingreso hospitalario para llevar a cabo medidas de
soporte. También se debe derivar al hospital si el paciente presenta algún
factor de riesgo añadido, como saturación de oxígeno baja, afectación del
estado general, incapacidad de alimentarse, respiración frecuente con más de 60
respiraciones /minuto, cianosis peribucal (mala coloración) o cuadros de apnea.
Diez consejos para prevenir y tratar la
bronquiolitis
1. Lávate las manos con frecuencia.
De todas las medidas preventivas, la que más ha
demostrado su eficacia frente a esta enfermedad y otras similares es el lavado
de manos de forma adecuada y frecuente.
2. Mejor, en casa.
Los niños con bronquiolitis son la principal
fuente de contagio para otros, especialmente durante los primeros días de la
enfermedad, cuando presentan el cuadro catarral. Por eso, los niños afectados
no deben ir a la guardería y se debe evitar el contacto con otros lactantes no
escolarizados. Además, la mayoría de los casos de bronquiolitis son leves y se
pueden tratar en casa sin medicación.
3. Lejos del foco de contagio.
Para evitar el contagio, se piensa que la
distancia de más de 2 metros puede ser protectora, aunque el virus sobrevive
hasta 7 horas en superficies, mientras que las secreciones de los niños
afectados pueden ser contagiosas durante una semana o más.
4. Asegúrate de que tu bebé está bien hidratado.
Tras intentar prevenir el contagio, el objetivo
del tratamiento de la bronquiolitis es mantener una adecuada hidratación del
niño. Para ello, adminístrale líquidos y dale alimentación en pequeñas
cantidades y de forma frecuente.
5. Limpia su nariz.
Sobre todo antes de las tomas (ya sea lactancia
materna o biberón), realiza una correcta limpieza y desobstrucción de sus vías
aéreas superiores con suero fisiológico o agua de mar.
6. Mantén al bebé recostado.
Es mejor mantener al niño boca arriba, en
posición semiincorporada, a 30º y con el cuello extendido, porque esta postura
le ayudará a respirar mejor
7. Controla su temperatura.
Ponle el termómetro para tomarle la temperatura
varias veces a lo largo del día y usa los antitérmicos indicados por el
pediatra en caso de que los precise.
8. Evita los irritantes ambientales.
Aleja a tu hijo de los ambientes secos o muy
cargados con contaminación ambiental, humo de cigarrillos o incluso productos
de limpieza, e intenta huir de las aglomeraciones
9. Vigila si empeora.
Permanece atento y observa si presenta signos de
empeoramiento como mayor velocidad al respirar o dificultad para hacerlo,
llegando, incluso, a dejar de respirar durante unos segundos; palidez o mal
color; lloros continuos y estado general agitado; rechazo del alimento o
vómitos. En estos casos, acude a urgencias lo antes posible.
10. Infórmate para saber cómo actuar.
Una información adecuada es fundamental para
evitar complicaciones y saber en cada momento dónde acudir para solicitar
atención sanitaria.
Fuente: SEPEAP
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