¿Cómo es nuestra nariz?
La nariz
constituye la puerta de entrada del aire al tracto respiratorio superior.
La parte
superior de la nariz o puente nasal está compuesto por los huesos nasales, la
parte del maxilar superior y la parte nasal del hueso frontal. Es decir, es
ósea. En cambio, la parte inferior de la nariz está formada por cartílagos.
En el interior
de la nariz se encuentra el tabique nasal, que es en parte óseo y en parte
cartilaginoso, y divide la cavidad nasal en las dos fosas nasales, las
cavidades situadas sobre la boca. Estas se abren al exterior por dos aberturas
denominadas orificios nasales o narinas, que por fuera están limitadas por las
alas de la nariz y, por dentro, se hallan comunicadas con la faringe por dos orificios
posteriores, llamados coanas.
Además, en las
paredes laterales de las fosas nasales se encuentran unos huesos esponjosos
llamados cornetes. Debajo de cada cornete existen unos espacios denominados
meatos, que son los que comunican la nariz con los senos paranasales.
En su
interior, las fosas nasales tienen pelos, cortos y gruesos, denominados
vibrisas nasales, que sirven para filtrar el aire inspirado. Revistiendo las
paredes internas también existen unas células secretoras de moco, a las que se
adhieren las partículas de polvo que ingresan con el aire inspirado.
Más
profundamente, las fosas nasales están recubiertas por la pituitaria, que tiene
dos regiones, amarilla y roja. La pituitaria amarilla, de apenas unos 2
centímetros cuadrados de superficie, está formada por células sensitivas,
capaces de captar los miles de olores presentes en el aire. Estas células están
conectadas con el sistema nervioso central, al cual envían dichas sensaciones
olfativas.
Por su parte,
la pituitaria roja está recorrida por gran cantidad de vasos sanguíneos y es la
parte de la nariz encargad de calentar y humedecer el aire que respiramos.
¿Para qué sirve la nariz?
La nariz
constituye la puerta de entrada del aire al tracto respiratorio superior. Es
decir, es el órgano que nos permite respirar. Además, filtra este aire con el
fin de eliminar el polvo, los gérmenes y cualquier partícula irritante que
pueda contener. Posteriormente, lo calienta y humedece para evitar que los
pulmones y los tubos que conducen a ellos se resequen.
La nariz es
también el órgano del olfato. Puede percibir hasta diez mil olores diferentes,
gracias a que las células nerviosas que contiene están recubiertas por unos
pelitos microscópicos llamados cilios. Cuando las moléculas del olor que
transporta el aire entran por la nariz, estimulan a los cilios, que empiezan a
producir señales nerviosas. Posteriormente, el nervio olfativo transmite estas
señales al bulbo olfativo, que se encuentra en la parte superior de la cavidad
nasal, debajo de la parte frontal del cerebro. Este último se encarga de
interpretar las señales nerviosas e identificar el olor correspondiente.
Por último, la
nariz contribuye también a potenciar el sentido del gusto.
¿Qué problemas afectan a la nariz?
Todos
conocemos los problemas más frecuentes de la cavidad nasal, como son las
alergias, resfriados, infecciones u otras afecciones que pueden hacer que la
nariz funcione de manera menos eficiente y no cumpla con sus funciones. Cuando
esto ocurre, todo el cuerpo se resiente, porque aparecen las dificultades para
respirar, se descansa peor y el bienestar del organismo se ve afectado.
Pero existen
otras enfermedades que amenazan la salud nasal, entre las que destacan:
·
Pólipos nasales. Se trata de masas de tejido inflamado similares
a sacos que se forman en el revestimiento de la nariz o los senos paranasales.
Si son grandes, pueden bloquear estos últimos o la vía aérea nasal y producir
congestión nasal, estornudos, dolores de cabeza y, en ocasiones, pérdida del
sentido del olfato y/o del gusto. Parecen crecer debido a la inflamación e
irritación prolongadas en la nariz causadas por alergias, asma o infecciones.
Algunos medicamentos como los antihistamínicos o determinados aerosoles pueden
aliviar los síntomas, pero los pólipos grandes solamente se pueden eliminar
mediante cirugía.
·
Tabique nasal desviado. Es uno de los problemas de la nariz más
frecuentes es el desvío de la pared que divide la cavidad nasal en dos mitades.
Aunque puede estar presente desde el nacimiento, normalmente se produce como
consecuencia de un golpe o traumatismo nasal o por el sobrecrecimiento del
cartílago. El síntoma principal es la obstrucción nasal en el lado donde se
encuentra la desviación, aunque también pueden darse sangrados de nariz, dolor
de cabeza u obstrucción nasal en el lado contrario a la desviación. El
tratamiento consiste en una cirugía llamada septoplastia, aunque solo se
recomienda en caso de síntomas obstructivos.
·
Fracturas y traumatismos nasales. La nariz es la parte más prominente de la cara,
por lo que no es de extrañar que las fracturas nasales sean las más frecuentes
del esqueleto facial. Estos traumatismos nasales suelen estar causados por
accidentes de tráfico y deportivos, agresiones o golpes accidentales.
·
Sinusitis. Los senos paranasales son cavidades llenas de aire, que se
encuentran dentro de la cara y el cráneo y se comunican con la nariz. Estas
cavidades sirven para calentar el aire que respiramos. Cuando se produce la
inflamación de la mucosa que recubre estas cavidades es lo que denominamos
sinusitis. Las causas de la sinusitis son muy diversas:
o
Causas
anatómicas: provocada por o un tabique desviado o cornetes agrandados en la
nariz.
o
Motivadas por
el estilo de vida: incluyen el embarazo, el trabajo con niños y fumar.
o
Causas
inflamatorias e infecciosas: relacionadas con infecciones bacterianas, virales
y fúngicas, así como alergias y pólipos.
o
Trastornos del
desarrollo: como la fibrosis quística.
Normalmente,
la sinusitis se manifiesta con presión y dolor facial, moco abundante,
obstrucción nasal, tos y debilidad en el sentido del olfato; aunque también
pueden aparecer fiebre, dolor en los dientes o la boca y dificultad para
respirar. Cuando los síntomas duran menos de tres semanas, se habla de
sinusitis aguda, si se alargan entre tres semanas y tres meses, subaguda, y si
la enfermedad persiste más de tres semanas se considera una sinusitis crónica.
·
Hiposmia y anosmia. Son dos trastornos relacionados con el sentido
del olfato. Hiposmia es cuando se reduce la capacidad de detectar olor, y anosmia
es cuando este sentido desaparece totalmente y la persona no puede detectar
ningún olor. Las causas que desencadenan estos problemas son los traumatismos
craneoencefálicos (golpes en la cabeza) o un proceso banal como pueden ser
cualquier infección de las vías respiratorias.
·
Además, la
rinitis, la congestión nasal y las hemorragias nasales son dos de los
problemas relacionados con la nariz que más se dan entre la población. Aparecen
detallados a continuación:
¿Qué es rinitis?
Muchas
personas piensan que la nariz se congestiona debido al exceso de moco espeso.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, la congestión de la nariz se produce
cuando los tejidos que la recubren se inflaman debido a un agrandamiento de los
vasos sanguíneos. A nivel médico, esa inflamación se denomina rinitis.
La rinitis
tiene un origen muy diverso, y abarca factores dispares. Puede ser alérgica,
infecciosa, por fármacos, hormonal, ocupacional, etc. La más común es la de
etiología alérgica, que afecta a un 21,5% de la población española, teniendo
mayor impacto en la población infantil. Este tipo de rinitis se puede
clasificar en intermitente o persistente; y según su gravedad en leve, moderada
o grave, teniendo en cuenta los síntomas y su impacto en la calidad de vida.
Así, la sintomatología
característica de una rinitis se basa en la aparición de dos o más de las
siguientes manifestaciones:
·
Rinorrea (anterior y/o posterior): emisión de flujo
abundante por la nariz.
·
Estornudos.
·
Obstrucción nasal, y/o prurito nasal durante 2 días o más
consecutivos y durante más de 1 hora la mayoría de los días.
Todas ellas se
pueden acompañar de síntomas oculares, ópticos y faríngeos, dependiendo de la
causa que la provoque. La conjuntivitis alérgica es muy prevalente y presenta
una estrecha relación con la rinitis. Así, es frecuente que estos dos procesos
vayan asociados en un 60-80% de los casos.
También puede
acompañarse de síntomas psicosociales y cognitivos: fatiga, depresión,
irritabilidad, ansiedad, alteración del sueño, alteración de la concentración,
dificultad en el aprendizaje, en la toma de decisiones, reducción de la
velocidad psicomotora.
Aunque si el
origen de la rinitis es banal, basta con acudir al farmacéutico para una
recomendación terapéutica, sí que existen algunos casos de rinitis en los que
la mejor forma de actuar es acudir al médico para su evaluación:
·
Niños menores
de dos años, embarazadas y madres lactantes
·
Personas que
presenten problemas sistémicos asociados: cardiopatías o broncopatías
(incluyendo asma y EPOC).
·
Pacientes que
usen con mucha frecuencia descongestivos nasales.
·
Falta de
respuesta a las medidas propuestas por el farmacéutico en un plazo de 3-5 dias.
·
En personas en
los que no se observa una mejoría de los síntomas al tratamiento inicial
sugerido en la farmacia en un período de entre 2 y 4 semanas.
·
En caso de
rinitis persistente moderada o grave (el farmacéutico puede proporcionar un
tratamiento inicial mientras el paciente espera ser atendido por el médico).
·
Ante síntomas
que sugieran asma no diagnosticado, o control inadecuado en pacientes
diagnosticados de asma (por ejemplo, silbidos en el pecho o sensación de
ahogo).
·
Ante casos en
los que el paciente presente síntomas de infección (secreciones mucopurulentas,
dolor de garganta, mialgia, astenia, fiebre).
·
En casos en
los que el paciente presente efectos secundarios molestos.
Los casos de rinitis crónica, sea cual sea su
origen, deben ser remitidos al médico.
¿Qué es la congestión nasal?
La congestión
nasal es la sensación de dificultad al paso aéreo a través de las fosas
nasales. Generalmente es causada por un virus o bacteria, y el origen abarca
desde un resfriado común, la gripe o la infección sinusal. La congestión suele
desaparecer por sí sola al cabo de una semana.
¿Cuándo es necesario acudir al médico?
Los expertos
recomiendan ir al médico si la secreción de la nariz huele mal, proviene de un
solo lado o es de un color diferente al blanco o al amarillo. También es
necesario acudir a un médico si la secreción viene acompañada de fiebre, existe
tos que produce un moco amarillo-verdoso o gris, o los síntomas de la
congestión nasal duran más de tres semanas.
En caso de
hemorragia nasal, se debe acudir al médico si esta no se detiene tras veinte
minutos, si la hemorragia se presenta después de un lesión en la cabeza o si
hay sospecha de que la nariz pueda estar rota (por ejemplo, está deforme tras
un golpe). Por último, si las hemorragias nasales se vuelven frecuentes, son
repetitivas o no están relacionadas con un resfriado u otra irritación menor,
también es necesario buscar atención médica.
El personal
sanitario llevará a cabo un examen físico de las vías respiratorias, los oídos,
la nariz y la garganta y, si es necesario, realizará pruebas cutáneas de
alergias y/o análisis de sangre, así como cultivos del esputo y/o de garganta,
y una radiografía de los senos paranasales y/o del tórax.
¿Necesitan los bebés cuidados especiales
para la nariz?
Hasta los seis
meses de edad, los bebés no son capaces de respirar por la boca, dado que sus
vías respiratorias no han acabado de madurar. Aunque respirar por la nariz es
la manera más saludable y sencilla de hacerlo, pues esta se encarga de
humedecer, calentar y filtrar el aire, cualquier obstrucción en la nariz puede
impedir al bebé respirar correctamente, así como causarle dificultades para
dormir o alimentarse.
Por lo tanto,
es crucial mantener las fosas nasales del bebé limpias y libres de mucosidad.
Para ello, cuando tienen abundantes mocos o les cuesta respirar, se recomienda
realizar lavados nasales con suero fisiológico para disolver los mocos y
arrastrarlos. Para lograrlo, se les debe administrar algunas gotas en cada fosa
nasal y después aspirar con delicadeza las mucosidades con una pera de goma o
un aspirador especifico.
El suero
fisiológico se puede encontrar en envases monodosis o en aerosol. Como se trata
de un proceso bastante molesto para el bebé, es mejor realizarlo después del
baño, cuando el vapor del agua ha reblandecido las mucosidades y el pequeño se
encuentra relajado.
Durante la
operación, no se deben introducir en ningún caso objetos en los orificios
nasales del bebé, ni siquiera el aplicador del aerosol o bastoncillos de
algodón.
Fuente: Cinfasalud