jueves, 26 de enero de 2017

Información para pacientes sobre la dermatitis atópica



¿Qué es la dermatitis atópica?
La dermatitis atópica o eczema atópico es una enfermedad de la piel que suele presentarse en forma de brotes, y cuyo síntoma más típico es el intenso picor. Suele asociarse a la rinoconjuntivitis alérgica y/o al asma.

¿Cómo se presenta?
En todas las edades, el síntoma más típico es el intenso picor.

La dermatitis puede aparecer a cualquier edad. En los lactantes afecta a las mejillas y cuero cabelludo, y puede extenderse al tronco y las extremidades. Provoca llanto, intranquilidad y dificultad para dormir en el bebé. Son frecuentes las infecciones de la piel afectada, facilitadas por el rascado.

Durante la infancia, las zonas de piel que con mayor frecuencia se afectan son los pliegues (detrás de las rodillas, pliegue interior del codo, axilas, ingles), la nuca y el dorso de los pies y de las manos. La piel de las zonas afectadas aparece pálida, engrosada, seca, que se descama,  y con costras facilitadas por el rascado.

En la edad adulta, se presenta en cara y nuca, hombros, pecho y pliegues de las extremidades.

¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico médico se realiza mediante la exploración, la comprobación de las típicas zonas de la piel afectadas, su aspecto y los síntomas. En el caso de que se asocie a rinoconjuntivitis o asma son necesarias otras pruebas médicas para realizar el diagnóstico de estas enfermedades. 

¿Qué cuidados generales se recomiendan?
Es muy importante cuidar la higiene y el grado de hidratación de la piel. La ducha se aconseja realizarla con agua templada (unos 30º), con gel o jabón especial que mantengan el ph ácido de la piel y no la resequen, secando con cuidado la piel (no frotar ni dejar zonas húmedas) y aplicando cremas hidratantes.

El calor es mal tolerado por los pacientes con dermatitis atópica. Debe evitarse la temperatura ambiental elevada y el uso de ropa de abrigo excesiva. La sequedad del ambiente incrementa la descamación de la piel y el picor en la dermatitis atópica. Las calefacciones por aire caliente (ej.: las de los coches) pueden ser un factor agravante importante. La humificación ambiental con instalaciones adecuadas es beneficiosa, en cambio las medidas caseras con pequeños humificadores o recipientes de agua son poco eficaces. 

La exposición solar moderada suele mejorar las lesiones cutáneas, así como los baños en agua de mar, manteniendo la necesaria hidratación posterior de la piel. Debe aplicarse crema de protección solar sin perfumes y evitar las quemaduras solares que agravan las lesiones.

En el rostro pueden utilizarse cremas limpiadoras e hidratantes.

Es aconsejable evitar los tejidos sintéticos y las lanas en contacto con la piel, utilizando prendas de lino, hilo y algodón. Se debe evitar el uso de suavizantes y otros productos químicos en el lavado de la ropa, así como el contacto de la piel con productos químicos o de limpieza que aumenten el eccema. Las manos deben protegerse mediante el uso de guantes para evitar el contacto con el agua o productos químicos, y en invierno para mantener la temperatura de las mismas sin exponerlas al frío, el aire y la humedad.

El entorno del paciente debe estar limpio y libre de polvo (evitar moquetas y alfombras), especialmente si se asocia a otras enfermedades alérgicas (asma y rinoconjuntivitis), en cuyo caso puede ser necesario evitar el contacto con animales, siempre en dependencia de los síntomas del paciente y la comprobación de los factores que aumentan los síntomas (picor, lagrimeo, estornudos, asma).

Algunos alimentos ácidos (ej.: cítricos, tomate) pueden irritar la piel del paciente atópico al ingerirlos o ser manipulados. Los excitantes, como el café, el cacao y el alcohol incrementan el prurito y son contraproducentes. Algunos alimentos, por su contenido en histamina o por liberar esta sustancia, sobre todo si se consumen en grandes cantidades (ej.: fresas, marisco, pescados en conserva), pueden desencadenar también prurito. 

Los niños con dermatitis atópica deben recibir el calendario vacunal completo y a su debido tiempo.

¿Cómo se trata?
Es frecuente la necesidad de tratamiento cutáneo local, con pomadas con corticoides o con componentes inmunosupresores que disminuyen la reacción alérgica. Debe evitarse el rascado de las lesiones ya que no sólo empeoran sino que suelen infectarse. En el caso de sobreinfección, puede ser necesario el tratamiento antibiótico local u oral, según la extensión, tipo de infección y edad del paciente, así como el tratamiento con antihistamínicos para disminuir el picor si este es muy intenso.


Fuente: Fisterra.

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