La vida es un continuo cambio.
Experimentar los ciclos sucesivos nos hace capaces de aprender de los
problemas, distinguir lo importante de lo accesorio, levantarnos de las crisis,
aprender y disfrutar.
Final y
comienzo viajan juntos en la vida. Si un día no hubiera acabado tu infancia, no
serías el hombre o mujer que eres hoy, y todo aquello que has podido aportar
con tu maduración no se habría manifestado. Piénsalo la próxima vez que veas
morir una situación que te daba seguridad y por la que sentías apego.
Lo que ya
cumplió su cometido debe quedar atrás para permitir el avance. Una puerta que
se cierra anuncia siempre otra que se abre. Si no lo vemos así, tal vez se deba
a que nos quedamos mirando hacia atrás, llorosos y compungidos, dando la
espalda a la nueva etapa que asoma tras cada final. Para enseñarnos a ser
capaces de renovarnos y superar las crisis, en definitiva, a reinventarnos,
nada mejor que la propia dinámica de la naturaleza, que nos muestra continuamente
la necesidad de la renovación; cada respiración, cada día, cada nuevo ciclo,
aprendemos a dejar ir y a fluir.
PÁRATE A REFLEXIONAR
1 Piensa en tus necesidades.
Averigua lo
que te satisface. Analiza las impresiones que te producen las cosas, para
distinguir una ilusión pasajera de la verdadera satisfacción.
2 Descubre lo que puedes cambiar.
Aunque mucho
de lo que te sucede te lo impone la sociedad moderna, hay aspectos de tu vida
que puedes modificar: analiza cuáles son.
3 Para y recárgate.
Permítete
todos los días al menos 10 minutos para reflexionar. Tómate tu tiempo y rompe
con el ritmo vertiginoso que llevas.
BUSCA UN OCIO CREATIVO
4 Apaga el televisor.
¿No te has
parado a pensar lo que te afecta la televisión?
Piensa en las
cosas que puedes hacer (leer, jugar, pasear, reunirte con tu familia o amigos)
en vez de devorar programas y publicidad que aplanan la mente.
5 Busca la sencillez.
Recupera el
placer de la lectura, da un paseo, contempla una puesta de sol, haz una
excursión al campo, disfruta charlando con los amigos y saborea las cosas
simples. Tener una afición es de lo más positivo.
6 No hagas nada.
Sí has leído
bien. Pero, por supuesto, no se trata de llevarlo a la práctica durante todo el
día. Reserva una hora cada día para permanecer sentado en un lugar tranquilo,
en casa o la oficina, rodeado de todas las cosas que deberías estar haciendo,
pero sin hacerlas. Te costará varios intentos superar el sentimiento de culpa o
la necesidad incontrolable de hacer algo; pero, una vez dominado este arte, te
asombrará la claridad, la mejor perspectiva de las cosas y la frescura mental
que aportará a tu vida y a tus proyectos.
ATIENDE A TU CUERPO
7 Aprende a respirar mejor.
Toma y expulsa
el aire lentamente y a un ritmo constan te a través de la nariz, expande el
abdomen y mantén el pecho bajo con cada hálito. Así, utilizas mejor el
diafragma y puedes disfrutar mejor de los paseos al aire libre.
8 Adáptate a tus biorritmos.
Durante el día
tu actividad hormonal fluctúa con picos, mesetas y caídas en tu energía mental
y física. Lleva una agenda diaria para
averiguar en qué momento rindes más, para sacarle partido y programar tus
actividades acorde a tus ritmos biológicos.
BUSCA LA ARMONÍA
9 Conecta con el espíritu.
Haz lo que
necesites para conectar con tu ser interno y el universo, ya sea realizar una
oración, acudir a un servicio religioso, escribir un diario personal o leer
libros enriquecedores, así como prácticas de meditación, relajación o visualización.
La calma lleva a la espiritualidad, y también a la inversa. Reserva de 15 a 30
minutos diarios para permanecer en silencio, soledad y serenidad.
10 Vuelve a lo natural.
Pasa al menos
tres o cuatro horas a la semana en un entorno natural, lejos de las multitudes,
el tráfico y los edificios.
SANEA TU HOGAR
11 Reduce el desorden.
Despréndete de
lo que no te sirva: muebles inútiles, ropa que no te pones, libros que nunca
vas a leer, discos…Te será mucho más fácil mantener la casa limpia y encontrar
lo que buscas.
CUIDA TUS RELACIONES
12 Sencillamente di que no.
Los compromisos
sociales con gente ajena a tu círculo te roban tiempo. Para que tus noches,
fines de semana y vacaciones vuelvan a ser tuyos, di "gracias, pero
no", cuando algo no te interese, o ten siempre a mano una lista de excusas
razonables: "tengo planes para ese día" o "quizá en otra
ocasión".
13 Aprende a elegir.
Tu tiempo y
energía son recursos limitados: si dices que sí a algo, por ejemplo una
promoción en el trabajo, le estarás diciendo no a alguna otra cosa.
FACILÍTATE EL TRABAJO
14 Trabaja menos. Disfruta más.
El lema
"no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy'' puede ser una trampa que
te someta a una presión innecesaria. Haz tus previsiones de trabajo con más
realismo, aumentando la duración de determinadas tareas, y reserva un tiempo
para los imprevistos y contratiempos.
15 Cuanto más cerca mejor.
Lo ideal es
que tu trabajo no diste más de media hora de tu trabajo. Eso hace que ganes más
calidad de vida.
CONSUME POCO Y BIEN
16 Dinero con sensatez.
Vivir de
manera sencilla equivale a prescindir de lo superfluo. Cuanto más consumes, más
trabajas. No hace falta renunciar a todo: se trata de disfrutar sin los excesos
que impone el consumismo, comprar con sensatez...
17 Planifica lo que vas a comprar.
La mayoría de
la gente va corriendo al supermercado dos, tres o más veces por semana. Puedes
hacerlo una sola vez si planeas un menú para toda la semana, marcando las cosas
que realmente necesitas para elaborarlo, y mirando tu alacena y nevera, para
ver lo que se te ha terminado y lo que no.
VIAJA DESPACIO
18 Conduce en vez de correr.
Disfrutarás
más del automóvil, tendrás la oportunidad de ver, oír y sentir más, tendrás más
paciencia y se reducirá tu estrés. Modera la velocidad: te dará más tiempo para
pensar, reflexionar y disfrutar.
19 Concentra tus recados.
Organízate
para comprar las cosas en el mismo sitio. Si no ay más remedio, haz todo lo cercano
en el mismo viaje.
20 Aparca el coche.
Es tan fácil
subirse al vehículo y salir, que nunca pensan1os que quizá ahorramos más tiempo
caminando, o en autobús.
BUENOS HÁBITOS
21 Una sola cosa a la vez.
"Cuando
se come, se come, y cuando se camina, se camina", dice un proverbio zen.
Es habitual que para ahorrar tiempo llevemos a cabo las combinaciones de
conducir y hablar por teléfono, cocinar y tomar la lección a los niños, planchar
y ver televisión... ¡Disfruta de cada cosa a su tiempo! Siempre te servirá para
sacarle el lado bueno a cada actividad.
22 Vigila lo que te dices a ti mismo.
Reemplaza tus
automensajes negativos por afirmaciones como: "hay tiempo para todo";
"las tareas se realizan de una en una"; "tengo que tomarme mis
descansos para rendir mejor"; "voy a establecer prioridades y a
distinguir lo que me gusta y lo que no"; "los compromisos me los creo
yo y yo puedo eliminarlos"; "no estoy obligado a aceptar todo lo que
me ofrecen".
MIMA TU ALIMENTACIÓN
23 Nutre tu tranquilidad.
Buena parte de
nuestro ritmo acelerado es nervioso y se origina en la alimentación. Evita
abusar del café, el té y los refrescos que contienen cafeína, de las comidas
dulces que provocan picos y bajones de energía y de las grasas animales, cuya
digestión es pesada y fomenta la somnolencia y el malestar.
24 Serenidad en la mesa.
Procura comer
en un ambiente tranquilo, relajado, sin tensiones y con tiempo suficiente;
hazlo sentado, despacio, masticando bien y saboreando los alimentos: las
comidas rápidas no suelen proporcionar una buena digestión, sino más bien gases
y ardor.
25 Llénate de vitalidad.
Para mantener
un nivel constante y sereno de energía a lo largo del día, evita saltarte el
desayuno (la comida más importante del día que te permite aguantar la mayor
parte de la jornada), reparte la comida entre cinco o seis tomas más ligeras y
consume abundantes vegetales.
Bajar las revoluciones.
La "vida lenta",
o downshifting, es un movimiento surgido en Estados Unidos que se está propagando
a Europa. Sus seguidores han descubierto que se puede trabajar menos, necesitar
menos y gastar menos y, a la vez, ser más felices y sentirse más plenos y vitales.
Los "desacelerados"
afirman que el dinero y las cosas materiales no llenan las necesidades afectivas,
que nos sentamos delante del televisor sin pensar, y que nuestra diversión es ir
de compras y nuestra prioridad el trabajo.
Señalan que la
calidad de vida no consiste en ganar más para gastar más, sino en ser dueños de
nuestra vida y de nuestro tiempo. Así, los partidarios de “reducir de marcha” se
sienten más sanos física, mental y emocionalmente.
Fuente: Prevenir
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