El patrón alimentario más recomendable para la
prevención cardiovascular es el de la dieta mediterránea, que incluye
abundantes alimentos frescos de origen vegetal (verduras, hortalizas, frutas,
legumbres, frutos secos) y pescado, emplea como grasa culinaria fundamental el
aceite de oliva virgen y se caracteriza por el escaso consumo de carnes y
alimentos procesados, dulces y bebidas azucaradas.
Características de la dieta cardiosaludable
·
El aceite de
oliva virgen es la grasa más adecuada para el aliño y uso culinario diario. Los
aceites de girasol, maíz y soja, cuando se someten a temperaturas elevadas,
experimentan fenómenos oxidativos, por lo que no deben utilizarse para fritura.
·
Es
recomendable consumir pescado o marisco al menos tres veces por semana, y
pescado azul en dos de ellas.
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Es aceptable
el consumo de carne blanca o carne magra (sin grasa visible) hasta tres o
cuatro veces por semana. Se desaconsejan los embutidos y otras carnes
procesadas.
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El consumo de
huevos no es perjudicial y puede formar parte de una dieta saludable.
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Es deseable
incluir al menos dos raciones diarias de lácteos (leche, leche fermentada,
queso, yogur, etc.), aunque se desaconsejan aquellos con azúcares añadidos.
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Los cereales
integrales son preferibles a los refinados (pan integral, mejor que pan
blanco). Se aconseja tomar una ración de legumbres (alubias, garbanzos,
lentejas) al menos cuatro veces por semana.
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Los frutos
secos (almendras, avellanas, nueces), en cantidades moderadas, poseen un claro beneficio
para la salud cardiovascular. Es recomendable consumir con frecuencia (a diario
o al menos tres veces por semana) un puñado de frutos secos crudos (equivalente
a unos 30 g) y evitar los salados.
·
Tomar
abundantes frutas y verduras ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Se aconseja el consumo de al menos cinco raciones al día de estos alimentos, de
forma variada, evitando las preparaciones a las que se añaden azúcares y grasas
y priorizando los productos de temporada y de proximidad.
·
Deben evitarse
en la dieta los alimentos procesados y preferir los alimentos frescos.
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La mayoría de
los productos derivados del cacao que se encuentran en el mercado contienen azúcares
y otras grasas añadidas y no son recomendables, aunque puede consumirse chocolate
negro con más de un 70% de cacao, en cantidades moderadas (hasta 30 g/día).
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Las bebidas
azucaradas (refrescos, zumos) aportan muchas calorías a la dieta e incrementan el
riesgo de obesidad, diabetes de tipo 2 y enfermedad cardiovascular. La
sustitución de este tipo de bebidas por agua o infusiones no azucaradas es muy
importante si se quiere reducir el consumo energético y el riesgo de estas
enfermedades y sus complicaciones.
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El consumo
habitual de hasta cinco tazas al día de café (filtrado o instantáneo, completo o
descafeinado) o té (verde o negro) sin azúcar añadido es beneficioso para la
salud cardiovascular.
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No deben
tomarse más de 5 g de sal al día. Una alternativa a la sal son las
preparaciones culinarias a base de zumo de limón, hierbas aromáticas, especias
o ajo. Hay que limitar el consumo de precocinados, enlatados, salazones,
bebidas carbónicas y embutidos, que habitualmente poseen mayor contenido de
sodio.
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Debe moderarse
el consumo de bebidas alcohólicas. Si se tiene el hábito, el consumo máximo
aceptable es de hasta una bebida fermentada al día para las mujeres y dos para
los hombres (una unidad equivale a 330 ml de cerveza o una copa de vino de 150
ml), siempre durante las comidas y en el marco de una dieta saludable.
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