Introducción
El prurito es el término médico para definir el
picor. No es una enfermedad, sino un síntoma de la piel (cutáneo), que no es
grave pero sí muy molesto y uno de los motivos más frecuentes de consulta con
el médico o médica de familia o con el especialista en dermatología.
El prurito puede definirse como una sensación de
hormigueo o irritación de la piel que provoca la necesidad de rascarse. El
prurito puede ser en una zona concreta o en todo el cuerpo. El rascado parece
aliviar temporalmente el prurito, pero te puedes lesionar la piel, lo que da
lugar a más prurito (el ciclo prurito-rascado-prurito, o
"pica-rasca") o incluso a una infección.
Aunque todas las personas hemos experimentado un
episodio de prurito en algún momento de la vida, hay que diferenciar entre el
prurito agudo, que dura entre unos segundos y pocas semanas, y el prurito
crónico, que dura más de seis semanas. El prurito crónico es más frecuente con
la edad y más común en mujeres que en hombres. En los casos crónicos, la piel
se hace más gruesa y escamosa, lo que se llama liquenificación.
Se estima que una de cada cinco personas ha
padecido un episodio de prurito crónico alguna vez en su vida. Y se cree que
puede afectar a un 7% de personas cada año. A veces, el prurito se debe a otras
enfermedades crónicas: puede afectar al 25% de las personas sometidas a
diálisis o al 100% de las personas con urticaria o dermatitis atópica.
A pesar de que conocemos poco sobre los
mecanismos relacionados con el prurito y el alivio que produce rascarse,
sabemos que el prurito se transmite desde la piel al cerebro por medio de las
mismas fibras nerviosas que transmiten el dolor y la temperatura. En este
proceso interviene una sustancia llamada histamina.
¿Cuáles son las causas?
Las causas más comunes del prurito son las
enfermedades cutáneas, las reacciones alérgicas y la administración de algunos
medicamentos o el contacto con determinados productos químicos. Veamos algunos
ejemplos:
·
Enfermedades
de la piel:
o
Inflamatorias,
como la dermatitis atópica, el eccema u otras dermatitis.
o
Alérgicas,
como la urticaria.
o
Infecciosas,
como la sarna u otros parásitos cutáneos e intestinales (gusanos), u hongos.
o
Autoinmunes,
como la psoriasis.
o
Linfomas
cutáneos, que son un tipo de cáncer de las células inmunes que hay en la piel.
o
Liquen, una
enfermedad en la que aparecen bultos planos y de color púrpura en la piel.
o
Picaduras de
insectos.
·
Enfermedades
sistémicas, que afectan a todo el cuerpo:
o
Reacciones
alérgicas a alimentos, pólenes, medicamentos.
o
Insuficiencia
renal crónica, en particular las personas sometidas a diálisis.
o
Problemas en
el hígado o en la vesícula biliar que provocan ictericia (color amarillento de
la piel y los ojos debido a la acumulación de bilirrubina).
o
Alteraciones
de la sangre: anemia por déficit de hierro, policitemia vera, linfomas.
o
Alteraciones
hormonales, como la diabetes o las enfermedades de la tiroides.
o
Infecciones
como el sida.
·
Productos
químicos, cosméticos, medicamentos.
·
Algunos
trastornos psicológicos, como la depresión o el trastorno obsesivo-compulsivo
están relacionados con el prurito.
·
Embarazo.
·
Piel seca, más
comúnmente en invierno y en climas secos. A veces se mezclan varias causas,
como en el prurito típico de las personas mayores (enfermedades crónicas + toma
de medicamentos + infecciones, etc.).
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
Además del picor de la piel, nos podemos
encontrar con:
·
Lesiones de
rascado.
·
Enrojecimiento
de la piel.
·
Aumento de la
temperatura local.
·
Sequedad de la
piel, grietas.
·
Descamación.
·
Infecciones
locales.
¿Cómo se diagnostica el prurito?
El objetivo de tu médico o médica de familia o de tu especialista en dermatología es determinar la causa del prurito para poder realizar un tratamiento específico contra esa causa. Para ello, en primer lugar te preguntará sobre las características del prurito: dónde pica; desde cuándo; si lo asocias a un medicamento, a un cosmético, a un alimento, si aparece en determinadas épocas del año, si se acompaña de otros síntomas, etc. Asimismo, te puede preguntar por otros familiares afectados o por enfermedades frecuentes en tu familia.
Posteriormente te realizará una exploración
física visual completa por todo el cuerpo, en busca de lesiones propiamente
cutáneas, lesiones por el rascado o signos de otras enfermedades.
En ocasiones puede solicitar otras pruebas
complementarias para confirmar o excluir causas del prurito: analítica
sanguínea, radiografías, biopsia cutánea, pruebas de alergia, etc.
¿Cuál es el tratamiento para el prurito?
El tratamiento para el prurito consiste en luchar
contra aquello que lo causa, y por tanto será distinto en cada caso. Sin
embargo, también hay diferentes tratamientos para aliviar los síntomas. Para
aliviar el prurito se pueden emplear productos de aplicación tópica sobre la
piel:
·
Cremas
hidratantes.
·
Cremas de
corticoides tópicos.
·
Medicamentos
que modulan el sistema inmune.
·
Cremas de
mentol al 1%, alcanfor.
·
Cremas de
capsaicina.
·
Anestésicos
locales (pramoxina 1 - 2,5% o polidocanol al 3% + urea al 5%).
·
Antihistamínicos
tópicos (doxepina en crema al 5%).
Para el prurito más intenso, se emplean
medicamentos por vía oral:
·
Antihistamínicos
de primera generación, que son sedantes.
·
Colestiramina.
·
Algunos
derivados opioides.
·
Antidepresivos.
·
Talidomida.
·
Pregabalina y
gabapentina.
La fototerapia, que consiste en la administración
de radiación ultravioleta, puede ser útil cuando el prurito está asociado a:
·
Enfermedades
cutáneas inflamatorias.
·
Insuficiencia
renal crónica en diálisis.
·
Cirrosis
biliar primaria (una enfermedad del hígado o la vesícula biliar que causa
ictericia).
·
Policitemia
vera (una enfermedad grave de la sangre).
¿Qué debo hacer para cuidarme si tengo
prurito?
·
Evita rascarte
y frotar las zonas que te pican.
·
Aplícate
compresas frías sobre la zona afectada.
·
Lleva las uñas
cortas para evitar lesiones por rascado.
·
Avisa a
familiares y amistades de que te llamen la atención si te rascas.
·
Dúchate o
báñate de forma breve, con agua templada y no más frecuentemente de lo
necesario. Para secarte, hazlo con unos toques ligeros, sin frotar, con una
toalla suave.
·
Usa jabón
hidratante.
·
Hidrata bien
tu piel todos los días, mejor con productos hipoalergénicos, con avena o
maicena.
·
Los ungüentos
o aceites son más hidratantes que las cremas, y las cremas más que las
lociones.
·
Aplícate una
loción relajante después del baño o de la ducha.
·
Lleva ropa
ligera de algodón o seda, no de lana ni sintética, ni muy ajustada.
Tengo que solicitar atención médica si…
·
Si bien la
mayoría de las causas del prurito no son graves, puede ser recomendable, o
incluso importante, que consultes con tu médico o médica de familia o a tu
especialista en dermatología si tu prurito:
·
Es muy intenso
y no mejora con medidas generales no farmacológicas.
·
No ves ninguna
lesión cutánea.
·
Aparecen
síntomas inexplicables o signos de alarma:
o
Pérdida de
peso, fatiga, sudores nocturnos (puede indicar que hay una infección grave o un
tumor).
o
Debilidad,
entumecimiento, hormigueo (pueden indicar una enfermedad neurológica).
o
Dolor
abdominal, color amarillento de la piel y ojos (ictericia) ,puede indicar
enfermedad del hígado y/o la vesícula biliar).
o
Sed excesiva,
aumento de las ganas de orinar, pérdida de peso (puede indicar que hay
diabetes).
¿Cómo puedo mejorar mi calidad de vida?
Cuando el prurito es intenso puede afectar al
rendimiento escolar, laboral y/o provocar alteraciones del sueño. Por otra
parte, el deterioro físico y psicológico que conlleva puede dificultar las
relaciones con los demás. De ahí la importancia de poder controlar los factores
que puedan empeorarlo, como, por ejemplo:
·
Condiciones de
tu entorno:
o
Reduce tu
exposición al polvo.
o
Evita los
ambientes cálidos o secos.
o
Emplea un
humidificador de aire, en particular en invierno.
·
Aspectos
emocionales:
o
Intenta
reducir el estrés y la ansiedad.
o
Realiza
actividades placenteras que te distraigan del prurito.
Fuente: Fisterra
No hay comentarios:
Publicar un comentario