La alimentación en el paciente con diabetes
constituye uno de los pilares fundamentales para el control de la enfermedad;
una dieta saludable, complementada con el tratamiento farmacológico
(antidiabéticos orales y/o insulina dependiendo del tipo de paciente) y hábitos
de vida adecuados como el abandono del tabaco o la realización de actividad
física, nos ayudan a controlar la glucemia en sangre y prevenir o ralentizar la
evolución de las complicaciones asociadas a la diabetes.
Gracias a los alimentos que ingerimos, nuestro
organismo recibe las sustancias imprescindibles para su funcionamiento. Además
de las vitaminas, minerales y agua, existen otros 3 grupos donde clasificamos
los nutrientes:
·
Hidratos de
carbono: verduras, frutas, hortalizas que deben ser los hidratos que consumamos
en más cantidad y diariamente, las legumbres, el pan, pasta, arroz y otros
cereales, con un consumo más limitado, y azúcares, bollería, dulces en general
que deben evitarse y consumirse de manera muy excepcional.
·
Proteínas:
carne, pescado, huevos...
·
Grasas: aceite
de oliva, quesos, mantequilla...
La dieta ideal del paciente diabético es una
dieta saludable, con las mismas recomendaciones generales que para toda la
población salvo leves detalles. Siempre debemos tener en cuenta que la
composición y calorías de la dieta varían de un individuo a otro; por ello se
valorará el peso y talla del paciente, edad y sexo, así como la actividad
física que desarrolle a lo largo del día. Así mismo, todos los grupos de
alimentos (hidratos de carbono, proteínas y grasas) deben aparecer en una dieta
equilibrada, ya que no existe ningún alimento que de manera única pueda suplir
todas nuestras necesidades nutricionales.
Los objetivos de la dieta en la diabetes
son:
·
Alcanzar unos
niveles de azúcar lo más cercanos a la normalidad, siempre individualizando los
objetivos de glucemia a conseguir según las características del paciente.
·
Mantenerse en
un peso ideal o lo más cercano a ello.
·
Conseguir unos
niveles óptimos de tensión arterial, colesterol y triglicéridos.
·
Prevenir y
tratar las complicaciones y la comorbilidad asociada a la diabetes (obesidad,
dislipemia, nefropatía...)
Adaptándola a las preferencias del paciente y
manteniendo el placer de comer.
Hidratos de carbono
De todos los nutrientes, los hidratos de carbono
son los que más influyen sobre los valores de glucosa en sangre, por lo que es
muy importante diferenciarlos de los otros grupos de alimentos.
El incremento de la glucemia depende sobre todo
de la cantidad y calidad de los hidratos de carbono que se ingieren.
Los hidratos de carbono se pueden dividir en:
·
Hidratos de
carbono simples: se digieren muy rápidamente y pasan al torrente sanguíneo en
minutos. Se encuentran en los azúcares refinados (sacarosa), como el azúcar
blanco, caramelos...y en alimentos más saludables como la fruta (fructosa) y la
leche (lactosa).
·
Hidratos de
carbono complejos: tardan más en absorberse, por lo que producen una elevación
más lenta y moderada de la glucemia. Se encuentran en verduras, frutas,
cereales como el pan, la pasta, arroz o las legumbres.
A pesar de que formen parte del mismo grupo, no
todos los hidratos de carbono son iguales. Los dulces, helados, chucherías...
deberían evitarse, reservando su consumo sólo para ocasiones especiales o en
caso de hipoglucemia.
El consumo de frutas, verduras, lácteos debe ser
la fuente principal de hidratos, otros alimentos como las legumbres o los
cereales (pan, pasta, arroz...) deben limitarse en la dieta; con respecto a los
cereales, siempre son preferibles los cereales integrales (arroz integral,
trigo sarraceno...) frente a los refinados (pan blanco, pasta, arroz
blanco...). Esto es debido, a que al refinar los cereales se disminuye
considerablemente la cantidad de vitaminas, minerales y fibra, y el pico de
azúcar que producen en sangre es más brusco. Sí hay que tener en cuenta que los
cereales integrales y refinados presentan las mismas calorías por lo que es
falso que “el pan integral no engorda.”
Nunca (salvo en hipoglucemias) debemos tomar
bebidas azucaradas: refrescos, cacao en polvo para añadir a la leche en el
desayuno, zumos de brick...algunos de estos contienen hasta 16 sobres de azúcar
por cada medio litro, por lo que no son recomendables para nadie (y mucho menos
si el paciente es diabético).
Aunque es evidente que el azúcar se encuentra en
refrescos, helados...es importante revisar el etiquetado de los alimentos ya
que suelen añadir azúcares a muchos otros alimentos como salsas de tomate,
embutidos, pizzas e incluso cremas de verduras o productos “light”.
Grasas
Dentro de este grupo se incluyen todos los
aceites, productos compuestos mayoritariamente por grasas y las semillas. No
contienen carbohidratos por lo que no tienen efecto directo en el control de la
glucosa, pero sí es muy importante controlar la calidad (y en menor importancia
la cantidad) de la grasa a ingerir. La más recomendable es la grasa
monoinsaturada, presente en el aceite de oliva, frutos secos y aguacate.
También es saludable la grasa poliinsaturada rica
en Omega 3, presente en pescados como el atún, trucha, salmón o sardina.
No deberían consumirse las grasas tipo trans:
margarina, bollería industrial, galletas...
Proteínas
Son moléculas imprescindibles en la mayoría de
los procesos biológicos: crecimiento celular, formación de hormonas,
anticuerpos...Deben representar el 15-20% de las calorías ingeridas en nuestra
dieta.
En este grupo encontramos la carne, el pescado,
los lácteos, el huevo y con menor cantidad de proteínas, otros alimentos como
las legumbres.
Si uno de nuestros objetivos es reducir el peso,
es preferible carne de pollo, pavo y conejo son las que presentan un menor
porcentaje de grasa.
Debemos recordar que el consumo de carnes procesadas
debe reducirse al mínimo.
Algunas dudas de los pacientes son las
siguientes:
Alimentos
“para diabéticos”:
Los hidratos de carbono empleados suelen ser de
menor índice y carga glucémica (esto en algunos estudios, pero no en todos, se
asocia con una disminución de la hemoglobina glicosilada) pero son hidratos al
fin y al cabo por que aumentan la glucemia. Además, muchos productos siguen
conteniendo azúcar y emplean grasas poco recomendables, por lo que no es
necesario su consumo. Siempre es más recomendable una dieta saludable, variada
y sin alimentos procesados.
Edulcorantes:
Son sustancias naturales o sintéticas que se
añaden a los alimentos para endulzarlos. Algunos edulcorantes naturales
(fructosa, sorbitol, xilitol, manitol) y la miel tienen un valor energético
similar al del azúcar (sacarosa) y elevan los niveles de azúcar en sangre. Los
edulcorantes sintéticos (sacarina, aspartamo, ciclamato...) carecen de valor
energético y no aumentan el azúcar en sangre. Siempre deben consumirse con
moderación (ejemplo: el sorbitol presente en los chicles produce diarrea si se
consume en cantidad elevada).
Suplementos
vitamínicos, minerales, antioxidantes y omega 3:
No se recomienda la toma de estos compuestos a no
ser que exista un déficit demostrado.
Dieta sin
gluten:
Entre el 1 y el 10% de los pacientes con DM1
presentan celiaquía, enfermedad digestiva en la que el consumo del gluten (una
proteína presente en cereales como el trigo o el centeno), se asocia con una
inflamación del intestino. Sólo en esos casos es necesario una dieta sin
gluten, pero no en todos los pacientes con diabetes.
En conclusión
Las recomendaciones generales para una dieta
saludable son las siguientes:
·
Repartir la
ingesta de alimentos en 4-6 comidas al día, evitando el picoteo.
·
Eliminar
(salvo en hipoglucemias) azúcar, zumos, refrescos, repostería, dulces en
general porque elevan de manera brusca el azúcar en sangre, se relacionan de
manera directa con aumento del peso y del riesgo cardiovascular, y suelen
llevar otros ingredientes no recomendables como grasas trans o conservantes.
·
Preferible
como fuentes de hidratos: verdura, fruta, lácteos y en menor medida, legumbres
o cereales como arroz, pan o pasta.
·
De manera
diaria tomar frutas y verduras por su contenido en fibra y vitaminas.
·
Reducir el
consumo de grasas como embutidos, quesos y carne procesada en general.
·
Más importante
que la cantidad de grasas que tomamos es la calidad de las mismas: la principal
grasa para cocinar/condimentar debería ser el aceite de oliva.
Fuente: Escueladepacientes
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