Si tiene depresión o ansiedad, podría ser
candidato/a a que su médico le aconseje realizar ejercicio físico además de si
necesita medicación o psicoterapia.
Para depresiones leves, la actividad física puede
ser tan buena como los antidepresivos o los tratamientos psicológicos. Con
frecuencia hablamos sobre la mente y el cuerpo como entes separados, pero no es
así. La mente no puede funcionar a menos que el cuerpo trabaje correctamente;
pero ello también ocurre de forma inversa. El estado de su mente afecta a su
cuerpo. Por ejemplo, puede estar menos activo si se siente triste o con ansiedad
haciendo que el malestar aumente. Puede entrar en un círculo vicioso:
Cómo el ejercicio puede mejorar la
depresión y la ansiedad
Es bien conocido que el ejercicio físico
constituye una buena estrategia para mantenernos en forma y ayudar a prevenir
la hipertensión, la diabetes, la obesidad y otras enfermedades. Las últimas
investigaciones muestran que además puede mejorar los síntomas de ciertos
trastornos mentales, tales como la depresión y ansiedad. También puede ayudar a
prevenir una recaída después del tratamiento en estos casos.
La investigación sugiere que al menos se debe
realizar 30 minutos de ejercicio al día, con una frecuencia de tres-cinco veces
por semana para mejorar significativamente los síntomas de depresión. Sin
embargo, realizar incluso pequeñas actividades como, por ejemplo, subir las
escaleras en lugar de coger el ascensor, han resultado útiles para mejorar el
ánimo a corto plazo.
No se sabe con seguridad cómo practicar algún
tipo de actividad física reduce los síntomas de la depresión y ansiedad. Los investigadores
piensan que hacer ejercicio con regularidad provoca cambios tanto en la mente
como en el cuerpo. Algunos estudios sugieren que realizar ejercicio aumenta los
niveles de ciertas sustancias químicas del cerebro (neurotransmisores) relacionadas
con el estado de ánimo.
Con la actividad física se reduce la tensión en
los músculos, relajándolos, le ayuda a dormir mejor y a reducir los niveles del
cortisol (hormona del estrés). También incrementa la temperatura del cuerpo
originando efectos calmantes. Todos esos cambios en su mente y en su cuerpo
pueden mejorar síntomas tales como la tristeza, la ansiedad, la irritabilidad,
la fatiga, la ira, la falta de confianza en uno mismo y la desesperanza.
Si practica ejercicio regularmente, pero la
depresión o ansiedad todavía afecta a su día a día, debería buscar ayuda
profesional. La actividad física no puede reemplazar un tratamiento médico de
la depresión o ansiedad en casos graves.
Los beneficios del ejercicio para la
depresión y la ansiedad
El ejercicio tiene numerosos beneficios psicológicos y emocionales, entre los que se pueden destacar:
Confianza. Realizar actividad física posibilita que la
persona tenga una sensación de logro. Conseguir metas o cambios, aunque sean
pequeños, podrá aumentar la autoconfianza. Hacer ejercicio también puede
hacerle sentirse más satisfecho con su aspecto físico y mejorar su autoestima.
Distracción. Cuando uno padece depresión o ansiedad es fácil
recrearse en lo mal que uno se siente. Sin embargo, una preocupación excesiva
sobre los sentimientos depresivos puede dificultar un afrontamiento adecuado y
la resolución de los problemas que puedan haber precipitado la depresión, e incluso
puede hacer que la ésta sea más grave y tenga una duración mayor. El ejercicio
puede resultar una buena distracción, ya que desvía la atención de los pensamientos
desagradables a algo más agradable, tal como el entorno o la música que podemos
escuchar mientras se practica.
Afrontamiento
saludable. Existen
muchas formas perjudiciales de hacer frente a los síntomas depresivos, tales
como beber alcohol en exceso, centrarse en lo mal que uno se siente, o esperar
que la ansiedad y la depresión desaparezcan solas. Sin embargo, el ejercicio
físico constituye una estrategia positiva de afrontamiento y resulta
beneficioso en sí mismo.
Facilita la
interacción social. Aún más
beneficioso suele resultar hacer ejercicio acompañado, pues en este caso
también facilita que podamos relacionarnos con otras personas.
Mejora la
función cognitiva. Existen
algunas pruebas de que la realización de ejercicio físico puede mejorar algunas
funciones cognitivas como la memoria, el razonamiento, la resolución de
problemas y la conciencia espacial.
Mejora del
sueño. Aquellas
personas que se mantienen activas tienden a dormirse más rápidamente, a dormir
más tiempo y más profundamente que las que permanecen inactivas. La
probabilidad de tener trastornos del sueño es menor entre las personas que
realizan actividad física regularmente.
Reduce el
estrés y la ansiedad. Aquellas
personas que se mantienen activas son capaces de controlar mejor la ansiedad
que aquellas que no realizan ejercicio físico.
Consejos para empezar a realizar ejercicio
cuando tiene depresión o ansiedad
Es cierto que saber que algo es bueno para usted
no significa en realidad que sea más fácil hacerlo. Cuando se padece depresión
o ansiedad, puede resultar bastante duro lavar los platos, ducharse o ir a
trabajar. ¿Cómo podría aumentar la actividad física?
Aquí tiene algunos pasos que pueden ayudarle a realizar actividad física en estos casos:
· Consiga ayuda de su médico/a de familia. Los profesionales de la salud incluyen la actividad física como parte de sus sugerencias de tratamiento. Hable con su médico/a para que le guíe y le apoye. Coméntele sus preocupaciones acerca del programa de actividad física y de cómo incluirlo en su plan de tratamiento.
· Haga una lista con las actividades y/o ejercicios que le pueden resultar agradables y con las que cree que puede disfrutar.
Hay tres tipos principales de intereses y actividades: agradables, constructivas y altruistas. Las actividades agradables son aquellas que le aportan una sensación de diversión o le ayudan a relajarse; tales como los deportes de equipo, aerobic, natación o yoga. Las actividades constructivas son aquellas que le ayudan a cambiar algo; por ejemplo, regar sus plantas, arreglar el trastero. Y las actividades altruistas son aquellas con las que ayuda a otras personas; tales como el voluntariado en un centro de juego para niños/as del barrio, llevar a niñas/os al parque, pasear con un amigo/a-pariente mayor.
· Ponerse metas razonables. Su misión no tiene que ser caminar durante una hora cinco días a la semana. Piense sobre qué es capaz de hacer en realidad. ¿20 minutos? ¿10 minutos? Empiece por ahí y aumente progresivamente la duración del paseo. Propóngase hacer un diario reflejando cuánto tiempo dedica al día en realizar tareas activas. Póngase unos objetivos claros, medibles, alcanzables y relevantes (que signifiquen algo para usted) en un tiempo limitado para alcanzarlos.
· No piense en el ejercicio como una carga. Si el ejercicio es otro “debería” en su vida, lo asociará con fracaso.
En su lugar, trate de tomarse su programa de actividad física de la misma manera que su sesión de terapia o su medicación antidepresiva- como una de las herramientas que le ayudarán a sentirse mejor.
· Trate sus barreras. Identifique sus obstáculos para realizar ejercicio físico. Si se siente intimidado/a por otras personas o es tímido/a, por ejemplo, podría optar por hacer ejercicio en su propia casa. Si se anima más cuando lo realiza con alguien, busque un amigo/a con el que hacerlo. Si no tiene un dinero extra para gastarlo en un gimnasio, haga algo que tenga coste cero, como por ejemplo salir a caminar. Si piensa sobre lo que le impide realizar la actividad física puede buscar una alternativa con más facilidad.
· Prepárese para los problemas y obstáculos. Hacer actividad física no es siempre fácil o divertido y puede sentirse culpable si no consigue las metas que se había propuesto. La gente con depresión se siente especialmente avergonzada cuando falla. No caiga en la trampa. Refuércese por cada paso que dé hacia la dirección correcta, no importa cómo de pequeño sea. Si se salta la actividad física un día, no significa que usted haya fracasado y, por supuesto, no es motivo para abandonar la actividad totalmente. Pruebe de nuevo al día siguiente. Cada día supone una nueva oportunidad. Si siente que pierde la motivación, pida a un amigo/a o un miembro de la familia que sea su compañero/a de ejercicio. No sólo le ayudará a permanecer centrado, sino que estas personas sentirán también los beneficios.
¿Cuándo debería hacer ejercicio físico?
Tan regularmente como pueda. Habrá días que no
querrá porque puede sentir cansancio, ansiedad o tener demasiadas ocupaciones.
Sin embargo, en contra de lo que pudiera parecer, si usted consigue mantener su
rutina y la actividad en situaciones como éstas, casi con toda seguridad se
sentirá mejor. ¿Por qué?
Si siente cansancio, el ejercicio tenderá a darle
energía. Si tiene preocupaciones, hará que su mente desconecte de éstas por un
momento. Incluso si no puede realizar “ejercicio”, una caminata de 15 minutos
puede ayudarle a aclarar su mente y relajarle. Puede serle de ayuda escuchar
música al mismo tiempo.
Es mejor no hacer demasiada actividad física en
las últimas horas de la tarde. Estar activo/a generalmente le ayudará a dormir,
pero si el ejercicio es muy tardío puede encontrar dificultades en conciliar el
sueño.
Mantener la actividad física cuando tiene depresión
o ansiedad
Emprender un programa de actividad física es duro
y mantenerlo a lo largo del tiempo puede serlo incluso más. La clave está en la
forma en la que solucione el problema cuando uno no puede o no quiere hacer
ejercicio.
¿Qué sucedería si perdiera el autobús?
Probablemente sería capaz rápidamente de generar una lista de varias
estrategias con las que superar este problema, tal como por ejemplo esperar a
que llegara el próximo autobús, llamar a algún familiar para que le recogiera
en coche, pedir un taxi o ir andando. O, por ejemplo: ¿Qué pasaría si se
termina el gas cuando se está duchando? Seguro que encuentra varias
alternativas para solucionar o salir de la situación: llamar a alguien que esté
en la casa para que cambie la bombona, ponerse el albornoz y cambiarla,
terminar en ese momento la ducha... Casi instantáneamente el problema se
resolvería.
De la misma manera, los obstáculos que aparecen
cuando decidimos hacer ejercicio físico con regularidad pueden resolverse
pensando en distintas alternativas. Valore sus opciones-si va a salir a caminar
y ve que está lloviendo, haga ejercicio en casa, por ejemplo.
Fuente: Servicio Andaluz de Salud