Las vacunaciones infantiles y la lactancia
materna son las actividades preventivas más efectivas que se promocionan y
aplican en la edad pediátrica. Pero, por otro lado, las vacunaciones
inyectables son, con mucho, el procedimiento médico doloroso al que se somete
con mayor frecuencia a niños y adolescentes de todo el mundo. Este molesto y
estresante inconveniente, además puede ser causa de fobia a las agujas y, como
consecuencia, de rechazo al contacto con el sistema sanitario.
El dolor de las inyecciones se puede atenuar y el
temor que origina aminorarse por medio de algunas técnicas simples, que han de
conocer los profesionales sanitarios, padres y también los niños.
Se exponen a continuación, agrupados por edad
recomendada de aplicación, algunos de estos procedimientos que han demostrado
científicamente su utilidad, advirtiendo de que los mejores resultados se
obtienen con la combinación simultánea de varias de las herramientas
analgésicas que se comentan.
Recién nacidos y lactantes
Las técnicas físicas son las más útiles en este
grupo de edad, aunque pueden utilizarse las farmacológicas y también la
distracción en los más mayores:
·
"Tetanalgesia". Consiste en aprovechar el efecto
analgésico y de alivio que supone el amamantamiento antes, durante y después de
las inyecciones vacunales. Es un sistema cómodo y eficaz, que aprovecha la suma
de la succión, la ingestión de una sustancia dulce (la leche humana lo es), la
distracción y el abrazo materno y, quizás también, la presencia de algunas
sustancias con propiedades analgésicas, contenidas en la propia leche materna.
El efecto aparente es mayor cuanto menor es la edad del lactante, pero siempre
es una opción útil y segura.
·
Líquidos dulces. La toma por
la boca de líquidos dulces es una práctica habitual en las unidades de
neonatología para aliviar el dolor de los recién nacidos sometidos a
procedimientos dolorosos. También se ha demostrado su utilidad analgésica
durante la administración de vacunas. Por lo general, se recomienda esta medida
cuando no se puede amamantar. Aunque no está establecida exactamente la
cantidad y concentración óptimas, por lo general se recomienda disolver un
sobre de azúcar en un vaso con un dedo o dos de agua (sacarosa al 25 %) y
administrar aproximadamente 2 ml, poco a poco, con una jeringa o cuentagotas,
en la boca del bebé, unos 2 minutos antes de la inyección. Debe advertirse de
que este proceder no debe repetirse en el domicilio en las numerosas ocasiones
en las que un niño pequeño parece encontrarse mal, ya que podría acarrear daños
en la dentición y los hábitos alimentarios. Si se va a administrar la vacuna
del rotavirus también podría hacer el efecto de una solución azucarada.
·
Contacto piel con piel o abrazados. El contacto piel con piel, con la madre habitualmente, en posición
madre-canguro ha demostrado su eficacia para el alivio del dolor en los
procedimientos dolorosos, especialmente en recién nacidos, y puede practicarse
durante las vacunaciones. En los lactantes, el abrazo, en cualquier caso, es
altamente recomendable para aminorar la sensación de dolor y dar alivio. Es la
posición preferida a la hora de vacunarlos.
·
Anestésicos tópicos. Los
anestésicos locales, aplicados en forma de crema, pueden ayudar a aliviar el
dolor debido a las inyecciones. Algunos productos (EMLA) pueden aplicarse
incluso en niños de corta edad. Debe ponerse la crema 1 hora antes en la o las
zonas donde esté prevista la inyección, en una extensión similar a lo que
ocuparía una moneda, colocando seguidamente un apósito oclusivo (pidan que se
lo expliquen). La crema se retirará antes de la aplicación de la vacuna. En
España, los anestésicos en crema precisan receta médica.
·
Técnicas de distracción. Los
lactantes, especialmente los de más edad, pueden también sentir cierto alivio
de las molestias de la vacunación cuando se les distrae
con imágenes, sonidos y cantos, etc.
Niños pequeños
Además de las farmacológicas y las físicas, las
técnicas psicológicas tienen importancia en estas edades:
·
Preparación psicológica previa. Es conveniente anticipar al niño el conocimiento de que se va a acudir
a una vacunación, pero esta información no debe darse con mucha antelación y
con un día puede ser suficiente. No debe engañarse al niño diciéndole que no le
va a doler.
·
Técnicas de distracción. Acudir
con el muñeco predilecto o un talismán, soplar, inflar globos, hacer burbujas
de jabón, oír la canción favorita, ver dibujos o un vídeo en la pantalla de un
teléfono móvil o una tableta pueden ser de ayuda a la hora de desviar la
atención del niño y, así, hacer menos molesta la vacunación.
·
Posición erguida (no tumbados). Debe evitarse tumbar a los niños sobre la camilla de exploración para
vacunarlos. Es mejor que estén erguidos y sujetos en brazos de sus padres. En
función de si la vacuna se va a inyectar en el muslo o en el hombro, existen
algunas posturas que combinan la sujeción, que ha de ser firme pero delicada, y
el abrazo.
·
Anestésicos tópicos. Ver
más arriba.
Niños mayores y adolescentes
La preparación y el alivio psicológico son fundamentales a estas edades.
También pueden emplearse técnicas farmacológicas, especialmente en casos
seleccionados:
·
Preparación psicológica previa. La anticipación de la cita de la
vacunación es importante a estas edades. Se ha de explicar qué va a pasar y por
qué y resolver las dudas del que va a ser vacunado.
·
Técnicas de distracción. Oír la música favorita, entretenerse con
juegos o vídeos en dispositivos móviles, hacer respiraciones profundas, etc.
pueden ayudar a aminorar el estrés, antes y durante el procedimiento.
·
Posición durante la administración. La posición de sentado es la más recomendable en estas edades, pues
combina las ventajas psicológicas de la posición erguida del tronco, con la
evitación del peligro de mareo (lipotimia) que supone la incorporación desde la
posición de acostado o estar de pie.
·
Anestésicos tópicos. Ver
más arriba. En estas edades, el empleo de anestésicos en crema puede aportar
también un efecto psicológico preventivo del estrés por temor al pinchazo y
podrían ayudar en el caso de niños y adolescentes con “fobia a la aguja”.
Fuente: Asociación española de pediatría