¿Cómo plantear unas vacaciones con niños? ¿Cómo
distribuir el tiempo libre? ¿Jugar y aprender al mismo tiempo? Se expone en este
artículo cómo afrontar el mes de vacaciones con los más pequeños durante este
segundo
verano marcado por el impacto del coronavirus
Estamos ya casi en el ecuador del ansiado verano,
y para las familias que tienen hijos es una situación que no es fácil.
Primero por las dificultades para conciliar, ya
que por mucho que lo intentemos las vacaciones de los adultos no se estiran
tanto como para cubrir los dos meses y medio de vacaciones de los niños.
Y segundo, porque la perdida de rutinas, que en
un primer momento necesitamos para poder relajarnos y no vivir esclavos del
reloj, tampoco ayuda a que los niños estén entretenidos.
Además, este verano no es un verano más.
Emocionalmente ha sido un curso muy difícil, sin duda el más complicado al que
se han enfrentado nuestros hijos e hijas y, si somos sinceros, también al que
nosotros nos hemos enfrentado como padres y educadores.
El confinamiento y las restricciones provocadas
por la pandemia Covid-19 nos han pasado factura a nivel emocional a todos,
tanto a niños como adultos.
Entonces, ¿cómo podemos plantearnos este
mes de vacaciones con los niños?
Dejando
espacio para hablar sobre lo que hemos sentido este curso, y también sobre lo que sentimos ahora. En
ocasiones, los niños necesitan tiempo para tomar distancia, y cuando están más
relajados es cuando nos cuentan sus preocupaciones.
Intentando
que las pantallas no lo invadan todo. Las nuevas tecnologías tienen muchos beneficios y han llegado para
quedarse, sin embargo, debemos de evitar el desplazamiento digital y que ocupen
el lugar de otro tipo de ocio, como practicar deporte, estar en la playa, en la
piscina, en la naturaleza, con amigos…
Procurando
que se relacionen con más niños y que jueguen al aire libre. Que se puedan mover. De sobra son conocidos los
beneficios del deporte para el correcto desarrollo infantil a todos los niveles:
·
Cognitivos:
dado que fomenta la capacidad de planificación, toma de decisiones,
organización, memoria de trabajo.
·
Sociales: los
niños a través de los juegos deportivos desarrollan habilidades sociales
necesarias en su vida.
·
Emocionales:
el deporte también les ayuda a trabajar la tolerancia a la frustración.
Dejando
tiempo libre para que ellos se organicen. Cuando los
niños tienen todo su día organizado y simplemente les llevamos de una actividad
a otra, no les estamos dando la oportunidad de que aprendan a organizarse
ellos, adquieran esa capacidad de planificación, y que sean ellos/as quienes
deciden qué es lo que van a hacer, como entretenerse, a qué jugar… esto es
fundamental para que puedan desarrollar la función ejecutiva, es decir ser
capaces de dirigir su conducta para conseguir una meta, que tan importante es
para el correcto desempeño escolar.
Y dejando que asuman las responsabilidades
propias de su edad, como, por ejemplo, llevar la toalla a la piscina, recoger
los juguetes y volver a llevarlos a casa…
Permitiendo
que se aburran. El aburrimiento
tiene muchas cosas positivas, fomenta la creatividad en los niños, les ayuda a
adquirir tolerancia a frustración, a perder el miedo a estar solos con uno
mismo, a aprender a entretenerse solos… Sin embargo, a los padres nos da mucho
miedo que se aburran y enseguida intentamos distraerlos, evitando que adquieran
ellos esa capacidad de regulación.
Respetando
sus horarios. Puede que a
nosotros no nos pase nada por comer más tarde o por alterar nuestro ritmo de
sueño y vigilia. Sin embargo, los niños no tienen esa capacidad para adaptarse,
por lo que, aunque no nos venga bien e interfiera con nuestros planes, los
horarios siempre los marcarán los más pequeños.
Los planes
deben de estar ajustados a su edad. Intentando hacer actividades que no tengan en cuenta la edad ni las
posibilidades de nuestros hijos, lo más probable es que terminemos todos
frustrados y enfadados. Puede que lo que más nos apetezca sea ir a visitar un
museo, y pasarnos allí todo el día, pero si es muy largo y no está adaptado
para los niños, seguramente, se vaya a aburrir. En cambio, una visita guiada
más corta es algo que un niño si que está preparado para hacer.
Actividades
de investigación que mantengan activo su afán por aprender. Que estemos de vacaciones no significa que
dejemos de aprender, por eso desde la psicología siempre recomendamos, que,
aunque es tiempo de descanso, dediquemos tiempo, por ejemplo:
·
Para leer,
leer cosas divertidas, adaptadas a su edad y para investigar.
·
Para usar las
pantallas a nuestro favor, y descubrir las cosas curiosas que suceden a nuestro
alrededor… buscar información sobre esa mariposa que hemos visto en el parque,
o sobre ese caminito de hormigas que encontramos en el camino, o sobre el
nombre de nuestra calle…
Y luego que nos lo cuenten, por ejemplo, durante la comida o la cena, cuando toda la familia esté unida….
En definitiva, “recarguemos pilas” que es muy
necesario para todos, pero despertando en ellos la curiosidad por el
conocimiento de una forma abierta, distendida y divertida…
Fuente: EfeSalud
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