Las pequeñas
dimensiones de piscinas hinchables y portátiles pueden conducir a un exceso de
confianza. Por ello, se recuerda la necesidad de mantener contacto visual
continuo con los niños durante su baño o cuando están cerca del agua para
prevenir accidentes que pueden tener fatales consecuencias.
Los pediatras recuerdan la importancia de
mantener la vigilancia constante durante los baños de los niños para prevenir
ahogamientos, un mensaje en el que insisten especialmente a raíz de la elevada
demanda de piscinas hinchables y portátiles que ha traído consigo la pandemia
por coronavirus.
Los accidentes por ahogamiento siguen siendo una
causa importante de morbimortalidad entre los pequeños, con una incidencia
estimada de 1,5 casos por cada 100.000 habitantes y año.
Los ahogamientos de menores se dan con mayor
frecuencia en piscinas, especialmente aquéllas de uso particular debido a la
falta de supervisión o por distracciones por parte de los adultos, pudiendo
evitarse en el 80 por ciento de los casos mediante una supervisión constante.
Ante la proliferación este verano de las piscinas
de uso doméstico, los pediatras insisten en la necesidad de no confiarse cuando
el menor está en el agua o cerca de ésta, incluso si apenas hay profundidad.
Frente a las piscinas grandes que cuentan con
socorristas y donde solemos mantener la alerta, las pequeñas dimensiones de
las piscinas hinchables y portátiles pueden provocar una relajación en esa
vigilancia. Sin embargo, apenas dos centímetros de agua en el fondo de un cubo
y menos de dos minutos son suficientes para que un bebé pueda ahogarse, y hay
que tener en cuenta que los niños se ahogan en silencio, no gritan pidiendo
ayuda como los adultos.
La consecuencia más devastadora de estos
accidentes es, evidentemente, el fallecimiento del niño, pero no debemos
olvidar las secuelas neurológicas, que pueden ser muy importantes, y en este
sentido el tiempo de actuación es fundamental.
El riesgo de ahogamiento, es mayor en menores con
discapacidad física o mental o cuando presentan problemas como epilepsia o
arritmias cardiacas.
Se alerta del peligro que supone en este sentido
el consumo de alcohol en menores de edad, ya que el 25 por ciento de los
ahogamientos de adolescentes están relacionados con dicho consumo.
Otra recomendación a tener en cuenta es la de no
confiar en exceso en flotadores o manguitos que pueden proporcionar una falsa
sensación de seguridad e incluso ser la propia causa del ahogamiento, por lo
que debe mantenerse la vigilancia cuando el menor utilice este tipo de
elementos. Asimismo, ha recomendado enseñar a nadar a los niños cuanto antes y,
finalmente, ha aconsejado a los adultos la formación en aspectos básicos de
reanimación cardiopulmonar (RCP).
Cómo actuar
En caso de ahogamiento hay que actuar según la
denominada conducta PAS (proteger, avisar, socorrer). Aunque lo fundamental es
la prevención del accidente, si éste sucede lo primero que se debe hacer es
proteger a la persona accidentada poniéndola en un lugar seguro, avisar de
inmediato a los servicios de emergencia y, una vez hecho esto, socorrer.
Se debe sacar a la víctima del agua lo antes
posible y con cuidado, estabilizando cuello y columna porque a veces el
ahogamiento está motivado por una caída previa. Si el menor no respira hay que
abrir la vía aérea e iniciar maniobras de RCP básica, empezando con cinco
respiraciones de rescate (ventilación boca-boca nariz en lactantes y boca-boca
pinzando la nariz en niños mayores).
Si no hay pulso, se procederá a iniciar masaje
cardiaco alternando 15 compresiones torácicas con dos respiraciones de rescate.
En caso de ahogamiento en agua, se debe evitar la maniobra de Heimlich
(compresiones abdominales que se aplican en caso de atragantamiento y ahogo por
la entrada de un cuerpo extraño a la vía respiratoria) debido al riesgo de
aspiración.
Fuente: Hospital Universitario de
Guadalajara
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