El hecho de
estar confinados, aislados en nuestras casas para poner freno a la Covid-19,
puede tener un gran impacto sobre nuestra salud psicológica. ¿Cómo nos afecta?,
¿de qué manera lo podemos afrontar?, ¿cómo gestionar el miedo y la ansiedad? La afectación
psicológica en una situación tan extrema como esta es evidente y normal.
El ser
humano tiene vinculados una serie de miedos profundos, como el miedo a no poder
controlar una situación, a asumir la vulnerabilidad o la impredecibilidad de
los acontecimientos, a no poder garantizar la supervivencia, a la enfermedad, a
la muerte o al estigma social. Ahora mismo los tenemos todos mezclados. A esto además,
hay que sumar la reclusión y el sentimiento de restricción física, mental y
emocional.
Es una
situación que no habíamos experimentado antes, hay quienes comparan el impacto
emocional de ahora con los acontecimientos que se vivieron en el 11M o el 11S,
e incluso gente que encuentra similitudes con los periodos de guerra; es un
impacto emocional muy severo.
Formas
de gestionar el miedo y el estrés
La
responsabilidad en este aspecto es compartida, ya que, aunque hay cosas que
podemos hacer desde casa, con nuestras familias y nuestro entorno cercano, hay
otras que es importante que se cuiden desde las instituciones.
Una de las
recomendaciones más importantes es no olvidarse de mantener un trato humano los
unos con los otros. Es cierto que debemos establecer precauciones a la hora de
salir y relacionarnos, pero no podemos estar en la calle percibiendo a las
personas que nos cruzamos como un enemigo o un potencial contagiador.
Aunque
tengamos que mantener la distancia, podemos cruzar una mirada o lanzar una
sonrisa; debemos dar prioridad al trato humano por encima de eso, no nos
conviene dejarnos llevar por la psicosis. Además, para
que esta situación nos afecte lo menos posible, debemos evitar la sobreexposición
a la información, ya que tener mucha información no significa que se tenga
conocimiento. A veces lo que produce una sobreinformación inadecuada es un
estado de pánico y confusión.
Por ello,
aconseja informarse a través de fuentes oficiales, no dejarse llevar por los
bulos y rumores, y no someternos a un bombardeo informativo masivo. Lo mejor es
dedicarle un poco de tiempo a diario o incluso algunos días a la semana, pero
luego desconectar y ocupar la mente con otras cosas.
Cuando
los días son iguales y el tiempo no pasa
Estando
encerrados en casa los días parecen siempre iguales y es normal irse a dormir con
la sensación de que mañana va a ser lo mismo otra vez.
Estamos en
mitad de un estrés agudo, intentando adaptarnos, y nuestra sensación es de
frustración, irritabilidad, aburrimiento, lentitud, incluso de pérdida de
concentración y de que el tiempo se dilata indefinidamente.
Por ello,
conviene seguir rutinas que nos ayuden a tener orden y sentirnos ocupados;
hacer los días más llevaderos.
Es fundamental
cuidarse todos los días: movernos, intentar exponernos al sol, hacer deporte,
ocio creativo como pintar, leer o bailar, y mantener contacto diario con
familia y amigos.
Además, debemos
intentar encontrar en las casas espacios para nosotros mismos, lugares
diferenciados donde en algún momento del día podamos desconectar de la gente
con la que vivimos y tener nuestro pequeño momento de introspección.
Otro aspecto
importante es no ponerse una fecha determinada para el fin del confinamiento,
ya que eso nos hará generar una expectativa y lo pasaremos mal si no se cumple.
Por eso, lo mejor, según la experta, es vivir el día a día.
Concéntrate en
lo que tienes que hacer cada día o cada semana, marca pequeños objetivos
cotidianos y desarrolla un pensamiento de confianza, de que las cosas se
arreglarán.
Nos
servirá para valorar más las cosas
Hay muchas
cosas integradas en nuestra vida cotidiana que no valoramos. Vamos a trabajar
con desgana, nos sentimos empujados y hacinados en el transporte público, nos
comunicamos mucho a través de las redes sociales, y no apreciamos el contacto
directo y real con las personas.
Ante esta
situación de reclusión nos damos cuenta del valor esencial de todas esas cosas.
El otro día
fui a la farmacia y la calle estaba desierta. Había una mujer mayor asomada en
un balcón y, al verme, me saludó de forma muy efusiva sin conocerme de nada. Me
hizo reflexionar sobre el deseo que tenemos todos de un contacto real que es
imposible suplir a través de las redes; necesitamos ese contacto, esa sonrisa,
ese saludo.
Gestionar
el estrés cuando todo acabe
Aunque los
seres humanos tenemos una capacidad de hacer frente al estrés intenso mucho
mayor de lo que creemos, no tenemos tanta capacidad para afrontar un estrés que
se mantiene en el tiempo de manera crónica.
Por eso,
normalmente, cuando hemos atravesado un periodo largo de estrés crónico vienen
las complicaciones. Habrá personas que después de este periodo todavía se
mantengan ansiosas; las más vulnerables podrían incluso desarrollar depresión o
trastornos por estrés postraumático.
Fuente: EFESalud
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