La gran sensibilidad de la piel de los
niños pequeños exige extremar los cuidados en la protección contra el sol y el
uso de cremas.
Las
recomendaciones para proteger la piel del bebé durante el verano son claras. La
más importante consiste en evitar exponerlo al sol, sobre todo en las horas de
más calor. Con respecto a las cremas solares, su uso está contraindicado en
menores de seis meses, mientras que para los de más edad se deben emplear
fórmulas específicas para esa etapa. Este artículo ofrece detalles sobre la
protección solar para los bebés, el uso de cremas, la ropa más adecuada para
protegerles del sol y cuál es el efecto del sol sobre los pequeños en los días
nublados.
Protección solar para bebés menores de seis
meses
La mejor
protección para la piel del bebé durante el verano consiste en no exponerle
de forma directa a los rayos solares, sobre todo en las horas de más calor.
Al nacer, los niveles de melanina de los niños son muy bajos y esto los hace
muy vulnerables a los efectos dañinos de la radiación ultravioleta (UV).
En el caso de
los menores de seis meses, además, no se les debe aplicar ningún tipo de
crema, ya que, en lugar de protegerles, resultará negativa para su salud.
Esto se debe a que los componentes químicos incluidos en las cremas solares
pueden ser perjudiciales para la piel todavía demasiado delicada del bebé.
Si pese a
todas las precauciones resulta inevitable que el niño quede expuesto al sol, la
Asociación Americana de Pediatría sugiere el uso de muy pequeñas cantidades de
crema, con un factor de protección de al menos 15, en partes como la cara o el
dorso de las manos.
La mayor
sensibilidad de la piel no es el único motivo por el cual se debe tener mucho
cuidado con las cremas solares y los bebés. También influye el hecho de que la
proporción entre la superficie de la piel y el peso corporal de un pequeño sea
mayor que en un niño de más edad o un adulto. Como consecuencia, el grado de
exposición a los químicos de las cremas también será más elevado.
Cremas solares para bebés mayores de seis
meses
A partir de
los seis meses de vida, también se debe procurar que los menores permanezcan a
la sombra, pero se puede utilizar "una crema protectora con filtros
físicos y que haya sido formulada específicamente para su piel".
Así lo explica la 'Guía de cuidados de la piel del recién nacido y del bebé',
avalada por la Federación de Asociaciones de Matronas de España (FAME). El
documento remarca la necesidad de que tales cremas posean una consistencia que
permita la aplicación uniforme y un sistema de conservación seguro. Y
recomienda el uso de cremas con óxido de zinc o dióxido de titanio, que
funcionan como filtros inorgánicos de los rayos UV y "presentan pocas
posibilidades de causar irritación cutánea".
Hay que tener
en cuenta que, como señala la Asociación Española de Pediatría (AEP), "las
cremas solares solo protegen durante un tiempo, después del cual la exposición
a la radiación UV es dañina". Por eso, conviene reiterar la aplicación de
la crema, en particular cuando no es resistente al agua y el niño está en la
playa, en la piscina o jugando con agua.
La ropa más adecuada para proteger a los
niños del sol
También la
ropa es importante para la protección de los pequeños. Lo aconsejable es que
usen prendas de tela ligera y que cubran buena parte del cuerpo:
pantalones largos o tipo bermudas, camisetas de mangas largas y sombreros de
ala ancha (es decir, que no solo cubran la cabeza sino también el cuello del
bebé) o ropas similares.
Los cuidados
se deben extremar en el caso de los niños de piel muy blanca, por lo
general rubios y pelirrojos. Estas personas se queman con mucha mayor facilidad
y, además, casi nunca se ponen morenos.
El efecto del sol en los días nublados
Se cree que la
radiación UV no actúa en los días nublados. Esto es falso. Y es peligroso, porque
puede llevar a despreocuparse por la protección de un menor, cuando en realidad
sigue siendo necesaria. Las nubes atenúan el efecto de los rayos del
sol, pero -salvo que tales nubes sean bajas y muy densas- dejan pasar la
suficiente radiación difusa como para que un bebé sufra sus efectos en un
cuarto de hora.
El efecto de los rayos solares, además,
es acumulativo. Esto quiere
decir que la piel "tiene memoria": las quemaduras producidas en la
infancia incrementan el riesgo de padecer cáncer de piel en la adultez, además
de otros problemas, como envejecimiento cutáneo precoz y cataratas oculares.
Además, la capacidad del cuerpo humano de proteger y reparar los daños
producidos por los rayos UV decrece con el paso de los años.
Fuente: Consumer
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