La alopecia
constituye uno de los motivos de consulta más frecuentes en los servicios de
dermatología.
La caída de
cabello es un proceso natural tanto en hombres como en mujeres y, sin embargo,
supone entre el 2% y el 3,5% de las consultas que se realizan en servicios de
dermatología. No obstante, características como que el pelo caído no se
recupere o que se vuelva más delgado, entre otras, pueden indicar un problema:
alopecia. Hay distintos tipos de alopecia, algunas reversibles. A continuación
se describen las diferencias entre caída del pelo y alopecia y se aportan datos
sobre la alopecia areata, una enfermedad autoinmune.
¿Caída del pelo o alopecia?
Cada uno de
los pelos del cuerpo pasa por tres periodos: la fase de anágeno, en la que hay
formación activa del cabello, que dura entre dos y seis años; la fase de
catágeno o de regresión, en la que se detiene la división celular y el folículo
se encoge, que tiene una duración de tres semanas; y, por último, la fase de
telógeno, en la que se produce la caída del pelo (unos 80 a 100 cabellos cada
día) a lo largo de tres a cuatro meses.
Pero caída de
cabello y alopecia no es lo mismo. La caída constata que se desprenden un
número significante de pelos a la más mínima tracción. Se denomina alopecia
cuando se produce una disminución del número de folículos pilosos en un área
determinada, debido a una alteración del ciclo del cabello, a que no se
recupera el perdido o que el nuevo pelo tiene una densidad o un tamaño más
pequeño. En ocasiones, la primera puede conducir a la segunda, pero no es
condición sine qua non. Además, hay tipos de alopecia que son reversibles. Así
pues, se denomina alopecia a la pérdida de cabello localizada o generalizada,
temporal o definitiva (según si hay destrucción del folículo piloso).
Alopecia areata: ¿qué la define?
La alopecia
areata es una enfermedad que afecta a los folículos pilosos y produce pérdida
del pelo a mechones. La lesión inicial es, por norma general, de forma
redondeada u ovoide y su progresión es muy variable. En ocasiones, las placas
crecen a partir de un centro y, otras veces, crecen de forma independiente. No
solo afecta a la zona del cabello, ya que puede provocar pérdida de pelo en
otras partes del cuerpo. Así, se denomina alopecia total cuando se pierde todo
el pelo en el cuero cabelludo, y universal cuando afecta a todo el vello de la
cara y el cuerpo.
Está
clasificada como una enfermedad autoinmune (en la que el sistema inmunitario
ataca los folículos pilosos), aunque su patogenia y etiología aún no está muy
clara. La comunidad científica es de la opinión de que hay personas con cierta
predisposición genética en las cuales determinados elementos (infección viral o
factores medioambientales) actuarían como detonante en su desarrollo. Se estima
que un 1,7% de la población experimentará un episodio de alopecia areata a lo
largo de su vida. Y una cosa está clara: ni es una enfermedad contagiosa ni
está provocada por estados de nerviosismo. Puede estar relacionada con otras
patologías, como la dermatitis atópica o el lupus eritematoso.
Alopecia areata y calidad de vida
Según el
Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel
(NIAMS), de momento no hay cura para este tipo de alopecia. Si bien en
ocasiones se utilizan fármacos aprobados para otras enfermedades, ningún
tratamiento ha demostrado ser útil en la prevención de la caída de nuevos mechones.
Aunque no
causa dolor, no es difícil de imaginar cómo puede llegar a afectar a la calidad
de vida de las personas. Para algunas, puede ser muy complicado vivir con esta
pérdida de pelo, con lo que llega a alterar actividades habituales, como ir al
colegio o al trabajo, hacer deporte, salir con los amigos y relacionarse. En
este caso, los especialistas aconsejan informarse bien de la enfermedad y
acudir a alguna asociación de pacientes que faciliten herramientas para
aprender a enfrentarse a la situación.
Los expertos
del NIAMS recomiendan que para minimizar las complicaciones que puede provocar
la caída del cabello se utilicen pelucas, gorras, pañuelos para proteger la
cabeza de los rayos solares, además de filtro solar en cuero cabelludo, cara y
piel expuesta; se usen gafas de sol que protejan los ojos (sin pestañas o sin
cejas) del polvo; y, también, en caso de haber perdido el vello nasal, se
empleen pequeñas cantidades de loción antibiótica dentro de la nariz para
ayudar a mantener los gérmenes a raya.
Además, para
disminuir los efectos en la apariencia es conveniente usar pelucas, postizos,
gorras o pañuelos para cubrir la cabeza; utilizar crema o carboncillo del mismo
color del pelo para cubrir las áreas de calvicie con el fin de disimularlas; y,
también, servirse de un lápiz de cejas para delineárselas.
Alopecia
occipital en lactantes
La pérdida de
pelo también puede aparecer en la edad pediátrica. Hay distintas alopecias de
inicio prematuro. Una de ellas es la alopecia occipital que consiste en una
pérdida de cabello localizada en la región occipital. Se desarrolla durante los
primeros meses de vida del lactante.
A pesar de que
se relaciona con la fricción con la ropa de cama, según el documento
'Alteraciones del pelo y las uñas', publicado en Pediatría Integral, de la
Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria
(SEPEAP), esta condición está asociada al patrón evolutivo del ciclo folicular
durante la etapa fetal y neonatal. Se caracteriza por que, a las 20 semanas de
gestación, el cuero cabelludo presenta folículos desarrollados en fase de
anágeno que, de forma progresiva, avanzan hacia la fase de catágeno y, por
último, la fase de telógeno o de reposo en la que se produce la caída del pelo.
Sin embargo, no sucede lo mismo en los cabellos localizados en la región
occipital, que permanecen en la fase de anágeno hasta el nacimiento, momento en
el que, de golpe, entran en la fase de reposo, por lo que caerán en las 8-12
semanas siguientes, dando lugar a esta característica alopecia.
En algunos
casos, esta alopecia afecta a una zona más extensa dejando cubierto de pelo
solo la zona superior del cráneo.
Fuente: Consumer
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