El
envejecimiento afecta a todas las funciones del organismo, incluido el sueño,
aunque no a todas ellas lo hace con la misma intensidad ni en el mismo momento.
Además en los
ancianos la edad cronológica no siempre coincide con la fisiológica, por lo que
los cambios en los patrones de sueño pueden aparecer en algunos sujetos antes y
en otros más tarde.
En comparación
con adultos jóvenes se ha observado varios cambios prominentes que afectan
tanto a la arquitectura del sueño nocturno como al ritmo circadiano de
sueño-vigilia. Todos estos cambios contribuyen a que el sueño de los ancianos
se caracterice por ser más “frágil” que el de los sujetos más jóvenes.
Existe
controversia sobre si la necesidad de sueño disminuye con la edad. Sin embargo,
las personas de edad avanzada sanas tienden a necesitar y obtener el mismo
tiempo de sueño que tenían cuando eran jóvenes, aunque pueden tener distinta
arquitectura y diferente distribución del mismo en 24h.
De forma
objetiva podemos decir que los ancianos pasan más tiempo en la cama, menos de
él durmiendo, ya que tardan más tiempo en conciliar el sueño, presentan más
despertares intrasueño y con periodos de vigilia nocturna prolongados, tienen
menor eficiencia de sueño, con menor proporción de sueño profundo de ondas
lentas y REM, además de presentar alteraciones en la alternancia de la vigilia
y sueño.
Trastornos del sueño en el anciano
Los problemas de sueño son frecuentes en los ancianos, y como ya hemos
dicho, están probablemente más relacionados con una menor “habilidad” para
dormir, que con un descenso de la “necesidad” de dormir.
Los factores que contribuyen al deterioro del sueño en la senilidad son:
·
Cambios
fisiológicos propios del envejecimiento.
·
Patología
propia del sueño más frecuente en estas edades: Insomnio, Síndrome de
apnea-hipopnea del sueño, movimientos periódicos de las piernas…
·
Otras situaciones
frecuentemente asociadas con la edad: Existencia de enfermedades médicas,
condiciones psicosociales, hábitos de sueño, tratamientos concomitantes…
·
Insomnio: Es
el motivo de queja más frecuente. Su frecuencia aumenta con la edad, especialmente
la forma crónica, y suele ser secundario. Como factores de riesgo para la
aparición de insomnio en la vejez encontramos la depresión, los síntomas
respiratorios, la incapacidad, la sensación subjetiva de mala salud.
·
Alteraciones
del ritmo circadiano: El avance de fase es un trastorno del ritmo circadiano
vigilia-sueño frecuente en personas de edad avanzada. Se observa en sujetos que
tienen somnolencia al atardecer-anochecer por lo que se acuestan pronto
despertándose temprano, con dificultad para volver a conciliar el sueño.
·
Síndrome de
Apnea-Hipopnea del sueño: Su prevalencia aumenta con la edad, aunque la
severidad del trastorno, puede disminuir en los ancianos. En las mujeres este
trastorno es más frecuente tras la menopausia. En los ancianos la aparición de
un síndrome de apnea-hipopnea se trataría de un condición secundaria a procesos
dependientes del envejecimiento (incremento del colapso de la via aérea,
descenso de la respuesta musculatura faríngea a la presión negativa, estrechamiento
del calibre de la vía aérea (por depósito graso), disminución de la capacidad
de difusión del oxígeno aumento de peso y la existencia de otras patologías
(ej: hipotiroidismo).Además no hay una respuesta apropiada a las
concentraciones de oxígeno y CO2 en la sangre.
Fuente: Instituto del sueño
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