Para que una
quemadura evolucione de forma adecuada, es importante saber cómo actuar y,
sobre todo, qué se debe evitar.
Las quemaduras
son las lesiones más comunes que ocurren en el hogar. Y para curarlas, desde
las primeras referencias escritas que existen hasta hoy, se han utilizado
distintos tratamientos basados en discutibles razonamientos, no siempre con
buenos resultados. En la actualidad, estas lesiones se tratan como heridas
agudas, y la mayoría debería cicatrizar en no más de tres semanas. No obstante,
para que este proceso sea un éxito, es fundamental conocer cuáles son los
primeros auxilios ante una quemadura, qué tratamiento es el más recomendable y
qué signos de alarma indican la conveniencia de consultar con un profesional de
salud.
Se estima que
en las sociedades desarrolladas las quemaduras tienen una incidencia anual de una
lesión por cada 3.000 habitantes. El entorno habitual donde suceden es el
domicilio, sobre todo, en el baño y en la cocina. Sin embargo, a los accidentes
domésticos les siguen las provocadas por accidentes laborables, de tráfico y
las asociadas a actividades de ocio.
Los
principales grupos de riesgo son los niños, los ancianos y las amas de casa.
Los niños en edad preescolar (hasta los seis años) son los miembros más
vulnerables, a pesar de que en esta etapa hay diferencias relacionadas con su
desarrollo psicomotor. La mayor incidencia se da entre el primer año de vida y
los tres, momento en el que desarrolla el movimiento y la curiosidad y hay un
desconocimiento total del peligro, lo que les hace víctimas frecuentes de
quemaduras en la cocina o mediante metales calientes, entre otros accidentes.
De la misma manera, los ancianos, por su vulnerabilidad, disminución de la
sensibilidad y reflejos, son uno de los colectivos con mayor riesgo de sufrir
una lesión.
Cómo reconocer si es una quemadura leve y
se puede curar en casa
En caso de quemadura leve, lo primero es refrigerar la lesión con agua a
temperatura ambiente durante varios minutos.
La mayoría de los accidentes domésticos donde se producen quemaduras son
leves, sobre todo, escaldaduras. Pero, ¿cómo reconocer si es una quemadura leve
y se puede curar en casa? Es "complicado definir 'leve', ya que influyen
multitud de factores, además de la herida en sí. No es lo mismo una lesión en
un adulto que en un niño o un anciano. O si se padece una enfermedad, por
ejemplo: una quemadura en una persona con diabetes nunca se puede considerar
como trivial.
A modo práctico, se podría definir como leve cualquier quemadura
solar, siempre y cuando no haya fiebre, o cualquiera más profunda, pero que no
tenga una extensión más grande que la que cubriría una palma de la mano, y que
no estuviera localizada en zonas especiales, como la cara, las articulaciones,
los genitales o las manos.
Primeros auxilios ante una quemadura
En caso de quemadura leve, lo primero que aconsejan estos especialistas
es refrigerar la lesión, con agua a temperatura ambiente durante varios
minutos. Si está provocada por la exposición solar, con la aplicación de crema
hidratante a demanda será suficiente. Si se aprecia que se desprende alguna
capa de la piel, se aplica algún apósito.
El resto de días, hasta su curación total, hay que conservar la herida
limpia con agua y jabón y seguir tapándola con las menores manipulaciones
posibles. Y, muy importante, es mantener la zona afectada en reposo.
El dolor asociado se controla con estas medidas y con analgésicos de venta
libre. Pero si no fuera suficiente, se aconseja acudir al médico.
Las quemaduras son lesiones agudas que en el momento de producirse quedan
esterilizadas, por lo que el uso de antibiótico no es aconsejable.
Sin embargo, no solo es importante qué se aplica en el lecho de la
herida. Es fundamental saber qué no hay que hacer para no entorpecer su
curación. A esta cuestión: ni hielo, ni productos que enmascaren la lesión, ni
productos "milagrosos". Las quemaduras son lesiones agudas que en el
momento de producirse quedan prácticamente esterilizadas, por tanto, el uso de
antibióticos, y menos sin receta médica, no son aconsejables. Tampoco la
aplicación en los primeros momentos de productos que no dejarían ver la herida.
Más adelante, manteniéndola limpia y sin manipular en demasía es
suficiente.
Ante el uso o abuso habitual que hay de las cremas antibióticas para
cualquier quemadura, hay quien se pregunta si es fácil que estas lesiones se
infecten. Pero no, todo lo contrario. En las quemaduras de primer grado
no existe herida en sí, al estar afectada solo la primera capa de la piel, la
epidermis. Por tanto, no tendremos puerta de entrada de los gérmenes y no se
desarrollará en ningún caso infección. Cuando hay lesiones más profundas,
la infección puede surgir si no se manipula de manera correcta aunque no hay que obsesionarse; son lesiones agudas que si no se
complican, evolucionan bien en la mayoría de los casos.
Cuándo hay que acudir a los servicios
médicos
Pero, entonces, ¿cuándo hay que acudir a los servicios médicos? Los
expertos recomiendan siempre que se cumplan los criterios antes descritos:
cualquier quemadura en niños o ancianos, o en personas que padezcan alguna enfermedad
previa o cuando la herida esté en alguna localización especial. También
requieren de evaluación por parte de un
profesional todas las de origen químico o eléctrico. Y, muy importante, siempre
que se tenga alguna duda.
Para que
sea fácil, a modo de recordatorio, qué hay que tener en cuenta:
1.
Cualquier
quemadura solar debería estar totalmente resuelta en una semana.
2.
Las quemaduras
con pérdida de parte de la piel deben estar cerradas por completo entre dos y
tres semanas.
3.
Los signos de
alarma de una mala evolución serían: fiebre (más de 38 grados y habiendo
descartado cualquier otro foco), existencia de pus maloliente o estancamiento
de la curación (alargamiento de los tiempos indicados).
Siempre que aparezcan estos signos, se hace necesario que la herida sea
valorada por un profesional sanitario.
Diferenciar los tipos de quemaduras
Las quemaduras se clasifican de dos maneras: por su profundidad (o
grados) o por la causa que la provoca (lesión térmica, química, radioactiva,
solar, eléctrica o por congelación, que comportan complicaciones específicas
asociadas).
En cuanto a la profundidad, hay tres grados: de primer, segundo y
tercer grado. Estas últimas son las que revisten mayor gravedad y necesitan
atención médica urgente, ya que pueden resultar mortales. Esta clasificación la
determina la extensión y el daño sufrido por los tejidos afectados.
Las quemaduras de primer grado, que son las menos graves, se dan
en la capa más externa de la piel (epidermis), que responde con un
enrojecimiento (eritema), inflamación y dolor de leve a moderado.
Las quemaduras de segundo grado se dividen, a su vez, en
superficiales y profundas. Las superficiales afectan a toda la epidermis, pero
dejan intacta la dermis. Su signo más particular es la ampolla o flictena,
junto con coloración rosada y brillante y una gran exudación. Muy dolorosas,
dejan ligeras alteraciones en la coloración de la piel que desaparecen con el
tiempo. Las profundas dañan la dermis, y las terminaciones sensitivas
superficiales están destruidas, por eso son menos dolorosas que las
superficiales. La superficie de la lesión es de color rojo pálido o
blanquecino. A veces, surgen flictenas. Una vez cicatrizadas, dejan secuelas
funcionales y estéticas. A menudo, el tratamiento quirúrgico es el que mejores
resultados aporta.
Por último, las quemaduras de tercer grado implican una
destrucción total de la piel hasta alcanzar tejidos musculares, tendones, vasos
sanguíneos y huesos. Su característica principal es una lesión negra y dura
(escara). No tienen sensibilidad en su superficie (anestesia), aunque sí duelen
los tejidos circundantes. De evolución muy lenta, dejan secuelas importantes,
incluso psicológicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario