El 85% de las enfermeras ha visto afectada su
salud mental por la pandemia y la mitad se plantea abandonar la profesión.
“Las enfermeras españolas han pasado del aplauso
al olvido. Se hallan en una situación insostenible que está provocando algo
impensable para una profesión tan vocacional como es el abandono”. Así de
contundente se ha mostrado Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo
General de Enfermería, durante la presentación del estudio “Radiografía de la
situación profesional y emocional de la profesión enfermera”, en el que se ha
puesto de manifiesto la situación crítica en la que se encuentran los
profesionales de enfermería tras años de ninguneo por parte de las
administraciones.
Más de 20.000 enfermeras han respondido a la
macroencuesta, que deja claro que el gran problema es que no se atisba una
salida a esta enorme crisis porque la lucha contra el virus mantiene en un
bucle asistencial a casi el 80% de los profesionales, que se ve obligado a
dedicar la mayor parte de su tiempo de trabajo al COVID y no puede prestar la
asistencia que querría al resto de sus pacientes.
Entre otros muchos datos, el resultado de tantos
y tantos meses de desgaste ha tenido consecuencias muy graves para la salud
metal de estos profesionales, ya que un tercio de ellos (33%) reconoce haber
sufrido depresión, 6 de cada 10 confirman haber padecido insomnio (58,6%) y
algo más de dos terceras partes ha tenido episodios graves de ansiedad (67,5%).
Tal y como han explicado durante la rueda de
prensa, “se trata de una macroencuesta histórica que pone de manifiesto la
situación insostenible que vive la profesión enfermera y su creciente
indignación”. “Nuestro objetivo era cuantificar y conocer con exactitud el
impacto generado por el COVID-19 entre las 275.000 enfermeras y enfermeros en
activo que trabajan en centros sanitarios, públicos y privados, de toda España.
Los resultados conforman una radiografía fiable, rigurosa y completa de la
situación emocional y profesional en el sector”, ha destacado Pérez Raya.
El presidente de las más de 325.000 enfermeras y
enfermeros de España ha aseverado que estamos ante “una radiografía rigurosa
que viene a demostrar la presión asistencial y de todo tipo a la que están
sometidas las enfermeras. Una situación que viene de muy atrás y que desde hace
dos años se ha agravado por la pandemia del COVID”. Recordando que “España
sufre un déficit crónico de enfermeras que pone en peligro el sistema sanitario
y el bienestar de una sociedad cada vez más envejecida y aquejada de
enfermedades crónicas, unos ciudadanos con una creciente necesidad de cuidados.
De verdad, no podemos seguir maltratando a una profesión fundamental para la
salud de la población y para el futuro de la sostenibilidad del sistema
sanitario, ni mantener con un número de profesionales que está a años luz de
las necesidades asistenciales de la profesión, no podemos estar tan alejados de
países de nuestro entorno y nivel socioeconómico como Reino Unido o Francia”.
Profesionales extenuados
Los resultados del estudio ponen de manifiesto
“la situación insostenible” en la que se encuentran las enfermeras: están
extenuadas, desmotivadas y, muchas de ellas, a punto de “abandonar la
profesión”: así, casi la mitad (46.5%) ha barajado la posibilidad de dejar la
profesión y 3 de cada 10 de los profesionales (28.4%) no volverían a estudiar
la carrera si pudiesen dar marcha atrás. El 62.8% de los profesionales que
reúnen los requisitos para obtener la jubilación en cualquiera de sus fórmulas,
se está planteando solicitarla. Tras los aplausos durante el confinamiento, la
profesión enfermera denuncia que “se siente absolutamente abandonada y ha
perdido completamente la fe en llegar a ver resueltas algún día las diferentes
dificultades, obstáculos y precariedades que tiene que sufrir jornada tras
jornada. Y es que, prácticamente, el cien por cien (98,7%) de los profesionales
ni se siente reconocido por los políticos ni confía en que estos den
soluciones”.
Pérez Raya ha destacado que, “las enfermeras
llevan décadas denunciando las condiciones laborales que tienen que soportar
con contratos precarios que duran incluso días sueltos, rotaciones por todo
tipo de servicios clínicos, salarios muy bajos, pérdida de poder adquisitivo
durante una década y altas cargas asistenciales por tener una de las ratios de
enfermera por paciente más baja de Europa. La sobrecarga asistencial, que ha
supuesto la pandemia por COVID-19 para todas ellas, ha sido la puntilla para
esta profesión, tanto en el ámbito profesional, como en el emocional”. Así, el
descontento y la indignación actual de las enfermeras es tan generalizado que
el 91,7% de las enfermeras y enfermeros cree que es necesario movilizarse ya
para decir ¡basta ya! y conseguir medidas efectivas que pongan solución a
factores como la sobrecarga de trabajo, el agotamiento físico y mental, las
condiciones laborales, el reconocimiento profesional y el desarrollo efectivo
de las especialidades enfermeras, entre otros temas.
COVID
El estudio demuestra el coste psicológico y
emocional que ha supuesto la pandemia por COVID para las enfermeras y
enfermeros españoles. Así el 84,7% de profesionales reconoce que se ha visto
afectada su salud mental por culpa de la pandemia, una huella que ha resultado
aún más profunda entre los profesionales que trabajan en Cuidados Intensivos,
Atención Primaria, Sociosanitaria y Urgencias. Los enfermeros y enfermeras han
respondido claramente cuál ha sido su afectación a nivel psicológico y mental y
es demoledor porque un tercio reconoce haber sufrido depresión (33%); 6 de cada
10 confirman haber padecido insomnio (58,6%) y algo más de dos terceras partes
ha tenido episodios graves de ansiedad (67,5%) por culpa de la pandemia.
Asimismo, el COVID ha generado episodios de estrés en el 88,5% de los
profesionales y el 58,4% temor y miedo.
Si analizamos las consecuencias psicológicas y
emocionales de la pandemia por COVID en base al área de trabajo asistencial de
los profesionales, los resultados dejan muy claro que Cuidados Intensivos,
Urgencias y Sociosanitario son las áreas donde se manifiestan con más fuerza
las consecuencias emocionales del COVID en la profesión.
La encuesta pone de manifiesto también que el
16,5% de las enfermeras se han visto obligadas a pedir la baja por ansiedad,
estrés o agotamiento mental. Y la mayor incidencia de bajas por estos motivos
la presentan las profesionales del área sociosanitaria (19,1%).
Incidencia
El estudio ha analizado también cuál ha sido la
incidencia de contagios COVID entre los propios profesionales de Enfermería y
los resultados ponen de manifiesto que prácticamente la mitad de los
profesionales (un 48%) ha padecido esta enfermedad que tiene en vilo al mundo
desde hace dos años y, de todos ellos, un 14,5% ha estado contagiado ya dos o
más veces. La incidencia de COVID-19 en las enfermeras y enfermeros (48%)
supera ampliamente a la de la población general (que está situada en torno a un
21%) y demuestra el coste epidemiológico y psicológico que ha supuesto para los
profesionales.
Duplicar profesionales para dar respuesta
asistencial
Las enfermeras y enfermeros que han participado
en el estudio también analizan las propias plantillas de profesionales en las
que trabajan para saber si sería necesario contratar más enfermeras para poder
dar respuesta a las necesidades asistenciales de los pacientes a los que están
atendiendo en sus centros y servicios clínicos. Las conclusiones son claras y
es que los resultados demuestran que en la situación actual sería necesario
prácticamente doblar el número de enfermeras/os en plantilla para poder prestar
una asistencia adecuada a sus pacientes. Así, el 93,6% de las enfermeras
considera que habría que incrementar las plantillas. La opinión mayoritaria es
que se debería aumentar entre el 33% y el 100% la plantilla de profesionales.
En resumen, de media creen que donde hay 3 enfermeras, debería haber entre 4 y
6.
Si analizamos estos mismos datos acerca en base a
las áreas de trabajo en la que prestan su asistencia las enfermeras, observamos
que, si bien la necesidad de ampliar las plantillas es bastante similar en las
distintas áreas, resulta sustancialmente primordial en atención primaria,
cuidados intensivos y urgencias.
Condiciones de trabajo pésimas
La investigación también ha analizado las
diferentes condiciones de trabajo de las enfermeras respecto a variables
relacionadas con el entorno laboral y se constata claramente la indignación de
las enfermeras con cada uno los distintos aspectos porque ninguno de ellos
logra aprobar en una escala de 0 a 10, y la mayoría está por debajo del cuatro.
Tal y como apuntan, “estamos, por tanto, ante una profesión que suspende sus
condiciones laborales y profesionales”. De todos los aspectos que se han
preguntado, el mejor valorado, aunque no alcanza el aprobado tampoco, es de la
estabilidad laboral (4,89 sobre 10) seguido de los turnos (4,51); mientras que
en el resto de aspectos las notas son mucho más bajas: conciliación de la vida
familiar (2,97), reconocimiento de la carrera profesional (2,92), carga de
trabajo (3,35), salario (3,37) y desarrollo de las especialidades (2,28).
Unanimidad respecto a conseguir el nivel A1
Finalmente, esta radiografía enfermera pone de
manifiesto que la profesión respalda de forma unánime la lucha puesta en marcha
por la Organización Colegial para conseguir que las enfermeras sean incluidas
en el Grupo A1 del personal de la Administración General de Estado. Así, el
96,9% de los profesionales encuestados creen que es fundamental el
reconocimiento de la categoría A1 para su profesión. A este respecto, desde el
Consejo General apuntan que las enfermeras llevan años denunciando la
injusticia que supone que estén incluidas en la categoría A2 del personal de la
administración pública porque en base a su formación universitaria (Grado
Universitario de 240 créditos) y su nivel de responsabilidad (en sus manos está
la vida de los pacientes) deberían estar incluidas en el mismo nivel que otras
profesiones con idéntica formación universitaria, siendo esto una
discriminación absoluta hacia las enfermeras y enfermeros.
Una profesión dispuesta a movilizarse
“El descontento y la indignación de las enfermeras con sus condiciones laborales, con el reconocimiento social y con la falta absoluta de confianza en los políticos tiene claras consecuencias a la hora de valorar posibles acciones a llevar a cabo para decir “¡basta ya!”, apuntan desde el CGE. Así, el 91,7% de los profesionales entiende que es necesario movilizarse para conseguir reacciones y medidas políticas claras que pongan solución efectiva a factores como la carga de trabajo, por el agotamiento físico y mental, y para reclamar mejoras laborales y un desarrollo efectivo de las especialidades enfermeras, entre otros temas, la sensación de abandono por parte de la administración es absoluto en la profesión. Además, el estudio pone de manifiesto que el 75,9% de las enfermeras encuestadas participaría en esas movilizaciones.
El trabajo demográfico ha sido desarrollado por el Consejo General de Enfermería de España en coordinación con el resto de la Organización Colegial al completo (Colegios provinciales y Consejos Autonómicos). Se ha pedido la participación a través de mensajes y un emailing personalizado realizado a la base de datos de los colegiados y colegiadas y el trabajo demoscópico ha estado supervisado por los expertos del Instituto Análisis e Investigación.
Fuente: Diarioenfermero
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