Ya que el lugar de trabajo es donde solemos pasar
muchas horas, mantener los buenos hábitos es esencial no sólo para lograr la
salud de los trabajadores, sino también para potenciar la motivación y el
espíritu laboral, la satisfacción en el trabajo y de esta forma mejorar nuestra
calidad de vida general.
Practicar a diario hábitos saludables es posible:
comer sano, tomando un desayuno saludable, un tentempié a media mañana, comer
de manera equilibrada, ser activos en nuestras rutinas y practicar actividad
física a diario nos ayudará a mantener el estrés a raya. Para ti también es
posible. ¿No sabes cómo? Aquí te damos algunas ideas.
La alimentación en los días laborables
Los estilos de vida actuales se han modificado y
esto se traduce también en los hábitos alimentarios por la falta de tiempo para
comprar, cocinar y comer en familia. Estos cambios se hacen aún más patentes en
las grandes ciudades, donde el hecho de volver a casa a comer desde nuestro
centro de trabajo resulta complicado por tener que hacer desplazamientos
grandes.
Sin embargo, esto no debe de ser una excusa para
abandonar una vida sana. Hay múltiples maneras de mantener, en lo posible, una
vida saludable en el entorno laboral. Aquí te damos algunas sugerencias.
El Desayuno
Es importante desayunar todos los días para
conseguir un óptimo rendimiento físico e intelectual. El organismo necesita
energía y nutrientes para ponerse en marcha, especialmente después de las
largas horas de ayuno transcurridas desde la cena. El desayuno aporta,
precisamente, la energía para empezar el día. Además, contribuye a una correcta
distribución de las calorías a lo largo de la jornada y ayuda a mantener el
peso, pues evita que se llegue a la comida con una necesidad compulsiva de
comer.
Dedícale tiempo al desayuno, tu salud te lo agradecerá.
Los Tentempiés
Comer algo a media mañana es esencial, ya que es
necesario distribuir los alimentos en 4-5 comidas mejor que concentrarlos en
1-2, dado que suprimir comidas pone al organismo en situación de alarma
activándose mecanismos de almacenamiento de grasa.
Tomar algo a media mañana, puede hacer que
lleguemos al almuerzo sin tanta hambre y podamos elegir con cuidado (y
probablemente más acertadamente) los alimentos que constituirán esta comida.
Este puede ser un buen momento para tomar una
ración de fruta; se recomienda ingerir al menos 3 raciones al día, siempre y
cuando no desplace el consumo de otros alimentos también necesarios para
equilibrar nuestra dieta.
Nuestra recomendación: Elige sobre todo fruta fresca y de temporada, te aportará más nutrientes.
Tan importante como el contenido energético es la
calidad de la grasa que se consume a través de los alimentos; es recomendable reducir las grasas saturadas.
Por este motivo a la hora de adquirir cualquier
alimento o bebida es aconsejable leer el etiquetado del producto;
resulta de interés fijarse en el contenido en grasa y azúcares, entre otros.
Determinados productos, especialmente bollería industrial, indican en su
etiquetado grasas vegetales, que no por eso son más saludables. Están hechos
con unas grasas sólidas a temperatura ambiente que proceden del coco y de la
palma.
Este tipo de grasa no es recomendable en el
contexto de una dieta saludable, ya que eleva el colesterol y puede favorecer
la arteriosclerosis y enfermedades cardiovasculares.
Por todo ello, la mejor opción son los productos
frescos y poco procesados, mejor tomar una pieza de fruta, unos frutos secos o
un yogur y nada mejor que el agua para hidratarnos. ¡TÚ DECIDES!
La Comida
Resulta muy habitual que llegue la hora de la
comida y estemos Mesa de restaurante con carta de menú trabajando, en ocasiones
decidimos comer más tarde, cuando llegamos a casa. Comer fuera de hora no
resulta una buena práctica, ni tampoco una buena idea.
El momento de la comida es un factor clave en la
obesidad, y tan importante es el “qué” comemos como
el “cuándo” lo hacemos, ya que resulta decisivo en la
pérdida y ganancia de peso.
Por ello, es mejor hacer un descanso y parar para comer.
¿Prefieres hacerte la comida y llevarla al
trabajo? En ese caso, también es posible seguir una alimentación saludable.
Planifica tu dieta igual que si comieras en casa. Trata de incorporar legumbre,
verdura, pasta o arroz y trata de complementar esta comida con la cena para
incorporar a tu dieta aquellos alimentos que no consumes durante el día.
Si un día no quieres cocinar por la noche o
simplemente la opción de comerte un bocadillo es la que más te apetece, puede
ser igualmente saludable, además de divertido. En él puedes incluir varios
grupos de alimentos:
·
Pan: elige
panes de cereales, integrales, sabrosos y con fibra muy beneficiosa.
·
En cuanto al
alimento proteico, no sólo hay bocadillos de embutidos que pueden tener gran
cantidad de grasas poco recomendables, puedes incorporar atún, carnes magras
como el pollo, el pavo y ¿por qué no jamón serrano?
·
Incorpora
vegetales, desde tomate, zanahoria, unas rodajas de aguacate, mezcla de
lechugas o un puñado de rúcula y canónigos.
¿Resultado? Una comida completa, saludable y muy apetecible.
La hidratación
Nuestro cuerpo no almacena agua, por lo que la
cantidad que perdemos a diario obligatoriamente debe reponerse para que nuestro
organismo funcione correctamente.
Compensando las ingestas (agua, bebidas no
alcohólicas y agua contenida en los alimentos) y las pérdidas de líquidos
(respiración, sudor, orina y heces) conseguimos que no se produzca un desajuste
en el equilibrio hídrico que pueda ponernos en peligro ante determinadas
situaciones de trabajo físico.
La sed es una señal fisiológica que nos da la voz
de alarma de que necesitamos ingerir agua para recuperar el equilibrio hídrico.
Sin embargo esto no es suficiente en actividades laborales que exigen un gran
esfuerzo y que en muchas ocasiones se desarrollan en condiciones ambientales
duras y extremas (minería, construcción, campo, siderurgia, pesca,…) que
conllevan pérdidas de agua de gran magnitud no sólo por la intensidad del
esfuerzo y las condiciones ambientales sino también por el carácter continuo de
la actividad laboral concreta, donde es conveniente programar momentos y formas
para ingerir agua u otras bebidas o líquidos.
Si la cantidad de agua que se elimina supera la
de la ingesta habitual se puede llegar a un estado de deshidratación,
ocasionando un deterioro del bienestar y del rendimiento laboral, además de
afectar a la toma de decisiones y a la función cognitiva, lo cual se traduce en
un descenso de la productividad y aumento del riesgo laboral.