No se oye
hablar de ellos con tanta frecuencia como del colesterol, y sin embargo también
hay que vigilarlos muy de cerca. Y es que los niveles de triglicéridos en
sangre pueden perjudicar la salud cardiovascular cuando sobrepasan determinados
límites. Acerca de los niveles recomendados, de por qué aumentan y de lo que
ocurre cuando se superan trata el siguiente artículo.
Entre las
grasas que se acumulan en el organismo se encuentran los fosfolípidos, el
colesterol y también los triglicéridos. Estos últimos son los más abundantes,
ya que es el principal tipo de grasa que hay en la sangre. Y también es
mayoritaria en nuestro entorno: es la que se halla en mayor cantidad en la
naturaleza, tanto en el mundo animal como en el vegetal. La razón de su
abundancia está en que tiene la función de servir de reserva energética, y por
eso se necesita.
¿Qué ocurre cuando los niveles de
triglicéridos aumentan?
Sin embargo,
cuando los niveles de triglicéridos en sangre superan un determinado umbral -se
considera que los niveles son adecuados mientras no superen los 150 mg/dl-,
pueden tener efectos nocivos en el organismo. Los niveles altos están
relacionados con el desarrollo de ateroesclerosis, que produce estrechamientos
en las arterias coronarias que impiden que la sangre fluya, lo que puede causar
angina de pecho o infarto de miocardio.
Además, la
hipertrigliceridemia también se asocia al desarrollo de otras patologías como
pancreatitis e ictus. Según un estudio del Hospital Universitario de Copenhague
(Dinamarca) publicado en la edición digital de la revista Annals of Neurology,
mayores niveles de colesterol tienen que ver con un mayor riesgo de ictus, razón
por la que los autores de la investigación pidieron que las recomendaciones
sobre el nivel de triglicéridos adecuado se incluyeran en las directrices de la
prevención del ictus, que en aquel momento se centraba en los niveles de
colesterol LDL.
¿Por qué aumentan los triglicéridos?
Para conocer
los niveles de triglicéridos que tiene una persona, hay que hacer un análisis
de sangre, el único método para confirmar que todo está en orden. Sin embargo,
el cuerpo tiene formas de avisar de que algo puede estar funcionando mal,
aunque no se dan en todos los casos. Una de esas señales son las erupciones
cutáneas amarillentas en el dorso de codos, rodillas o glúteos. Otra posible
advertencia son los xantelasmas que, en ocasiones, aparecen en los párpados,
aunque su presencia puede deberse también a otras causas.
El aumento de
este tipo de grasa puede estar provocado por distintos factores. El nivel de
triglicéridos en sangre depende de la ingesta de triglicéridos presentes en
distintos productos alimenticios y bebidas, de su metabolismo y del aporte del
hígado a la circulación de los triglicéridos. De esa combinación dependerán los
niveles de triglicéridos. Cuando tenemos unos niveles de triglicéridos
ligeramente elevados, entre 150 y 200 mg/dl, aún no tenemos datos para decir
que producen una patología determinada. Pero según se van elevando, a partir de
esas cifras ya pueden producir alteraciones en nuestro organismo recomendandose
tomar medidas para recuperar los niveles normales.
Esas pautas
varían según el grado en el que estén elevados los triglicéridos. Cuando la
cifra se encuentra entre 150 y 200 mg/dl, los especialistas aconsejan medidas
dietéticas. Es a partir de 200 mg/dl cuando se inicia tratamiento
farmacológico, sin olvidarse de las medidas dietéticas. En ambos casos, el
ejercicio puede ayudar a recuperar los niveles normales, por lo que, además del
tratamiento farmacológico y/o alimenticio, es conveniente practicar algo de
deporte al menos tres días a la semana.
¿Qué dieta seguir para bajar los
triglicéridos?
Una
alimentación baja en grasas saturadas, que están presentes en productos de
origen animal como la mantequilla, la nata, las carnes grasas, los lácteos
enteros y en algunos alimentos de origen vegetal como el aceite de coco y de
palma, frecuentemente utilizado en la elaboración de repostería y bollería
industrial, es la primera regla a seguir para mantener los triglicéridos a
raya.
En lugar de
esos productos alimenticios, se deberían ingerir alimentos ricos en ácidos
grasos monoinsaturados, como el aceite de oliva, y aquellos en los que
predominen los ácidos grasos omega 3, como los pescados azules. Además, se
tendrían que incorporar a la dieta al menos cinco raciones diarias de frutas y
verduras y un mínimo de tres raciones semanales de legumbres, que aportan
proteínas vegetales de mediano valor biológico, hidratos de carbono complejos y
fibra soluble.
Otra
recomendación importante es evitar los azúcares simples (azúcar, miel, bebidas
azucaradas y refrescos), la fructosa y, sobre todo, el alcohol, ya que todos
ellos aumentan la síntesis hepática de triglicéridos.
Fuente: Consumer
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