viernes, 22 de enero de 2016

Bullying: acoso entre iguales



El acoso en la escuela puede pasar desapercibido para los adultos, y de esta manera prolongar el sufrimiento del niño.

Cuando alguien es perseguido, importunado y molestado de forma repetida se habla de acoso, un tipo de maltrato cada vez más frecuente y grave.

No es un hecho nuevo en nuestra sociedad. Los niños y jóvenes pueden sufrirlo y, de hecho, es especialmente grave cuando ocurre entre pares o iguales en edad, en sus lugares de convivencia como el medio escolar, los lugares de ocio y deporte o el vecindario. En inglés se conoce como bullying.

El acoso vulnera los derechos de la infancia, afecta al bienestar y desatiende de un modo extremo las necesidades de los niños. Es un error pensar que es “algo normal y que puede enseñar a saber defenderse” o que “son cosas de niños”.

La víctima nunca es responsable del acoso aunque haya niños más vulnerables. Tanto el acosado como los acosadores son víctimas del problema y requieren atención psicosocial. Si no se actúa a tiempo puede tener consecuencias tan graves y cercanas como las conductas suicidas e, incluso, el suicidio. En el lugar donde se está produciendo el acoso, el niño tiende a disminuir su participación, va aislándose y acaba afectando a la salud física, emocional y social del niño, de la familia y del grupo.

¿Qué es el acoso-maltrato entre iguales?
El niño acosado puede sufrir maltrato de tipo físico, emocional o abuso sexual. Puede ser directo o indirecto por manipulación del grupo de pares, personal o realizarse por medio de las redes sociales o los teléfonos móviles, lo que es conocido como ciberacoso.

Puede haber varias formas:
·         Agresiones o vejaciones físicas (golpes, peleas, destrozo de material escolar, hurtos).
·         Agresiones verbales (insultos, motes, rumores sobre el niño o sus amigos y familiares).
·         Intimidaciones psicológicas (amenazas para provocar miedo o que haga algo que no quiere o no debe hacer).
·         Aislamiento social (exclusión activa de las actividades grupales o ignorando su presencia).
·         Acoso de tipo racista o por pertenencia a un grupo social o familiar.
·         Acoso sexual directo o a través de las redes sociales.

¿Cuándo debe sospechar que un niño sufre acoso?
·         Si el niño dice que está siendo acosado, hay que creerle y centrarse en el malestar del niño aunque parezca que puede estar influido por la difusión social del acoso.
·         Si presenta heridas o hematomas en cara o abdomen no explicables por sus actividades habituales.
·         Si una chica tiene cambios inesperados en el ciclo menstrual.
·         Si se observan cambios repentinos en el estado de ánimo, como tristeza o ansiedad. Alteraciones de las pautas habituales de comportamiento, trastornos de la conducta alimentaria, alteraciones del sueño, dolor abdominal y dolores de cabeza sin causa aparente, miedos o rechazo a participar en actividades con otros niños (escuela, lugares de juego o deporte) y aislamiento progresivo de los compañeros.

¿Cómo actuar?
·         Lo primero hablar con el niño y trasmitirle que lo que importa a los padres es su bienestar.
·         Hablar con el niño de la necesidad de acudir al pediatra o al médico de familia.
·         Olvidar las “culpabilidades”.
·         Hablar con los responsables de la institución dónde haya ocurrido para informarles de lo que el niño describe.
·         Revisar los correos electrónicos y cuentas de redes sociales que pudiera tener el niño.
·         La decisión de cambiarle de colegio no suele mejorar las cosas. Hay que tener en cuenta que la víctima nunca es culpable.


Fuente: AEP

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