¿Qué es
un antibiótico?
Un antibiótico
es un medicamento destinado a acabar con procesos infecciosos producidos por un
determinado tipo de agentes microbianos, las bacterias. De la misma forma que
existen múltiples especies de bacterias capaces de provocar enfermedades en
personas y animales, existe una amplia variedad de antibióticos que actúan con
cierto grado de selectividad frente a tales bacterias. El objetivo terapéutico
del antibiótico es ayudar al organismo en su lucha biológica frente a las
bacterias causantes de la infección.
Existen muchas
clases de antibióticos, que actúan de formas diferentes y sobre grupos diversos
de bacterias patógenas. Por ello, es fundamental que previamente a la
utilización de un antibiótico se lleve a cabo un diagnóstico médico preciso,
para determinar cuál es el alcance de la infección, su posible agente
microbiano causal y su tratamiento más adecuado, teniendo en cuenta también
otros aspectos específicos del paciente.
Teniendo en
cuenta lo dicho anteriormente, es importante que la selección del antibiótico
sea llevada a cabo por el médico que ha realizado el diagnóstico, quien además
de elaborar la correspondiente receta, indicará al paciente la posología y la
duración del tratamiento.
Por
consiguiente, los antibióticos sólo deben ser utilizados si han sido
debidamente prescritos por un médico y dispensados en una farmacia presentando
la correspondiente receta médica.
El diagnóstico
y la prescripción médica garantizan la mejor selección del antibiótico adecuado
para cada situación, optimizando los resultados terapéuticos y reduciendo a un
mínimo razonable el riesgo de efectos adversos debidos al antibiótico. Pero,
además, en el caso de los antibióticos existe un problema adicional al de los
posibles efectos adversos que puede experimentar el propio paciente que toma el
antibiótico. Se trata de las resistencias bacterianas.
Las bacterias
son organismos vivos y, por tanto, presentan una notable capacidad de
adaptación al entorno. De hecho, esa capacidad les ha permitido soportar 3.000
millones de años de evolución biológica.
Tal capacidad
de adaptación también se manifiesta en las bacterias con capacidad para
producir enfermedades en personas y animales. En este sentido, muchas de estas
bacterias patógenas han sido capaces de desarrollar mecanismos por los cuales
se vuelven resistentes a uno o varios tipos de antibióticos. Y ese es uno de
los motivos por los que el empleo de algunos antibióticos en determinadas
infecciones ha ido perdiendo paulatinamente eficacia.
Este
incremento de la resistencia bacteriana a ciertos antibióticos supone una
reducción de la eficacia terapéutica y, al mismo tiempo, la aparición de
cuadros clínicos de muy difícil tratamiento con los antibióticos actualmente
disponibles.
Aunque la
investigación farmacéutica está aportando continuamente nuevos antibióticos
cada vez más potentes y selectivos, capaces de soslayar algunos tipos de
resistencia bacteriana, el problema de la resistencia bacteriana no se puede
solucionar solo incorporando nuevos medicamentos, cuyo desarrollo es muy
costoso en tiempo y dinero sino que además hay que evitar o reducir las
condiciones que favorecen el desarrollo de las mismas, esto es, con la elección
inadecuada de antibiótico, según la infección existente, y con la utilización
de dosis inadecuadas o duración insuficiente del tratamiento antibiótico.
·
En caso de
padecer una infección se debe acudir siempre al médico, al ser el profesional
que le indicará si la enfermedad está producida por una bacteria y le
prescribirá el antibiótico adecuado para la infección.
·
Hay que tener
en cuenta que enfermedades como la gripe y ciertas infecciones de garganta son
producidas por virus y el uso de antibióticos no es eficaz.
·
Es
especialmente importante cumplir el tratamiento completo, aunque se mejore
antes. Si se interrumpe el tratamiento de forma prematura, se corre el riesgo
de que la bacteria patógena vuelva a crecer y a multiplicarse, produciendo así
una infección aún más grave.
·
La duración
del tratamiento vendrá especificada en la receta médica. Generalmente, la
mayoría de los tratamientos se establecen por periodos entre 5 y 10 días.
·
Es esencial
tomar la cantidad correcta de medicamento y cada dosis a la hora adecuada.
·
Los
antibióticos son generalmente fármacos seguros, aunque, como todo medicamento
pueden producir reacciones adversas. La alergia es uno de los efectos adversos
más conocidos, aunque no de los más frecuentes. El paciente debe estar
informado si es alérgico y llevar siempre consigo una tarjeta o medalla que lo
indique.
·
Otros efectos
adversos se producen por la destrucción, además de las bacterias patógenas, de
bacterias beneficiosas que se encuentran formando parte de la flora intestinal.
Esto puede ocasionar dolor de estómago, diarrea, infecciones vaginales y otros
problemas.
Fuente: PortalFarma
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