En la actualidad, en el mundo, casi 700 millones de personas son mayores
de 60 años. Para 2050, las personas de 60 años o más serán 2.000 millones, esto
es, más del 20 por ciento de la población mundial. Con esto en mente, está
claro que es necesario prestar mayor
atención a las necesidades particulares de las personas de edad.
Para conseguir envejecer activamente es recomendable centrarse en cinco pilares:
·
Controlar los
factores de riesgo de enfermedades (fundamentalmente las cardiovasculares y el
cáncer).
·
Mantener la
actividad física y mantener la actividad mental.
·
Mantenernos
participativos socialmente.
·
Cuidar y
equilibrar la dieta.
·
Cuidar nuestra
salud emocional.
Como puede verse, todos estos factores están íntimamente relacionados
entre sí y, en muchas ocasiones, son fruto unos de otros. Por tanto, podríamos
resumir en mantener unos hábitos de vida física, social y mental saludables.
Para promover un envejecimiento activo y saludable, la Sociedad Española
de Geriatría y Gerontología presenta el siguiente Decálogo para llegar a los 90 con buena
salud, para que los profesionales
sanitarios y medios de comunicación lo difundan entre la sociedad.
Decálogo para llegar a los 90 con buena salud:
1. Llenar la despensa de fruta: las frutas son los alimentos con mayor cantidad de nutrientes y
sustancias altamente beneficiosas para nuestra salud. No importa en qué etapa
de su vida se encuentre una persona, el consumo frecuente (5 piezas al día) de
frutas es una de las mejores medicinas para cuidar nuestra salud y tener una
vida larga y sana. Sus antioxidantes son capaces de proteger nuestras células
de los efectos de los radicales libres, que dañan las células aumentando el
riesgo de padecer algunas enfermedades como las enfermedades cardiacas o el
cáncer.
Pero no solo se trata de comer fruta sin más, dentro de una dieta equilibrada que se ajuste a las necesidades de cada momento de la vida, complementándola con otros alimentos altamente beneficiosos como las verduras, los cereales y las legumbres, y dejando para un consumo menos frecuente los pescados y las carnes y aún en menor proporción, las grasas. Lo que denominamos Dieta Mediterránea, la que se ha seguido tradicionalmente en nuestro medio, la de nuestras madres y abuelas.
2. Caminar 30 minutos al día: todos podemos hacer ejercicio físico y nunca es tarde para empezar.
Incluso las personas que tienen una movilidad muy reducida pueden ejercitar
alguna parte de su cuerpo. No se necesita mucho para hacer algún tipo de
actividad física, solo algo de voluntad. Tampoco es preciso realizar grandes
hazañas deportivas ni batir marcas. Realizaremos ejercicio acorde a nuestra
condición física previa y a nuestras posibles limitaciones. Con algún tipo de
ejercicio de los llamados aeróbicos, por ejemplo caminar y un mínimo de
ejercicios de tonificación (resistencia) y elasticidad será suficiente. En el
caso de caminar puede ser suficiente hacerlo en un total de dos horas a la
semana en mujeres o dos horas y media en hombre. En cualquier caso, lo interesante
es que el ejercicio se haga de forma periódica, no servirá de mucho un gran
esfuerzo un día a la semana y no volver hasta el cabo de varios días a hacerlo.
3. Disfrutar del hoy y del ahora con optimismo: el ser humano tiene presente, pasado y futuro,
sin embargo, el único tiempo que nos pertenece es el ahora. El momento presente
es único, sin embargo, en muchas ocasiones, las personas viven atadas a un
pasado (muy común en las personas mayores) que les produce nostalgia o a un futuro
que les produce temor por el envejecimiento, o incluso que les frustra por no
ser quien les hubiese gustado ser. No vivir aquí y ahora implica un gran
desgaste psicológico y hace que nos olvidemos de lo realmente importante, que
es vivir y disfrutar hoy en el pleno conocimiento de que este momento nunca
volverá a pasar. El bienestar emocional tiene mucho de cómo hemos sido y de
cuáles han sido nuestras vivencias. Pero también de cómo afrontamos la vida. Un
reciente estudio de la Universidad de Londres nos muestra que las personas que
enfocan la vida con optimismo y que procuran ser felices cada día viven, de
media, cinco años más que las personas pesimistas. Además, estos años vividos
lo son con una mayor calidad de vida. Para lograr el bienestar emocional suele
ser muy importante y decisivo socializarnos, mantenernos activos con amigos,
conocidos o con personas con las que compartamos intereses o iniciativas,
aficiones o placeres.
4. Apuntarse a clase: no
importa de qué sea la materia: un curso de lectura, la universidad para
mayores, un taller de manualidades Nunca es tarde para aprender, dice el
refrán. Aprender cosas nuevas es el mejor de los estímulos para nuestra mente,
lo que más la estimula y será un elemento esencial para proteger a nuestro cerebro
de enfermedades como la de Alzheimer. Siempre podemos interesarnos por nuevos
conocimientos, incluso partiendo de niveles intelectuales bajos. Algunas
personas que no tuvieron, por desgracia, la oportunidad en su momento de ir al
colegio, de aprender a leer o a escribir, lo hacen de mayores. También podemos
estimular nuestra mente realizando ejercicios de memoria, leyendo y comentando
cosas, haciendo programas específicos de estimulación que incluyan diversas
parcelas a estimular, entrenando día a día a nuestro cerebro.
5. Nunca tomar la pastilla que le vino bien a la vecina: sabemos en la actualidad que muchas de las
personas mayores tienen tendencia a la automedicación. Cuando se introducen
fármacos sin control por parte del profesional médico, puede ocurrir que
modifiquemos el efecto que esperamos del tratamiento que se venía siguiendo o
que los medicamentos que se ha optado por tomar no sean compatibles con los que
tenía prescritos anteriormente y que aparezcan graves problemas de salud, e
incluso puede ocurrir que los nuevos medicamentos vayan mal para otra
enfermedad que padezca la persona y no se haya tenido en cuenta. Un porcentaje
muy alto de los ingresos de personas mayores en las urgencias hospitalarias de
nuestro país tiene que ver con algún efecto adverso producido por los fármacos
que toma. Por ello, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología
recuerdan que las decisiones en cuanto a la toma o retirada de tratamientos
deben recaer siempre en manos de profesionales.
6. No tener reparo en usar el bastón: hoy en día a muchas personas mayores les cuesta decidirse a usar el
bastón; este elemento de apoyo, que muy equivocadamente tiene connotaciones
peyorativas, nos puede salvar la vida en más ocasiones de las que pensamos. Las
caídas son un punto importante que limita la calidad de vida de las personas de
edad y que puede llegar a provocar la muerte de la persona. En nuestro país
cerca de 1.500 personas de más de 65 años fallecieron en el año 2009 por una
caída, lo que supone el 25 por ciento del total de muertes accidentales anuales
en ese rango de edad. La prevención pasa por dos grandes puntos de atención: la
persona y el entorno. Es indispensable analizar todos los factores de riesgo de
poder caer que puede presentar una persona (problemas de equilibrio,
alteraciones o limitaciones en la forma de caminar, medicamentos que puedan
comprometer la estabilidad de la persona o que puedan inducir mareos, la
necesidad o el uso de ayudas técnicas como bastones o andadores, etcétera),
para así poder modificarlos y disminuir el riesgo. También sobre la persona que
ha caído en alguna ocasión podremos hacer estas medidas preventivas y procurar
rehabilitarles para mejorar su condición y paliar ese miedo a volver a caer
que, en muchas ocasiones, les atenaza.
7. No pasar toda la vida con las mismas gafas: con el paso del tiempo y, al igual que ocurre
con el resto de nuestro organismo, nuestros sentidos van sufriendo
modificaciones que pueden alterar, de forma natural, mínimamente su función. Si
estas alteraciones interfieren en la vida o en la calidad de vida de la persona
mayor estaremos ante una enfermedad y no ante un cambio natural e imputable a
la edad. Por tanto, deberíamos acudir a nuestro especialista para diagnosticar
y mejorar esos déficits que tanto repercuten en nuestra vida. Para mantener
adecuadamente nuestro sensorio, igual que el resto del organismo, hemos de
revisarlos periódicamente, y así poder abordar de la forma más precoz posible
los problemas, si los hubiere. Así, las soluciones o las propuestas de solución
serán más eficaces y menos complejas.
8. Hacerlo tú solo: las personas
mayores no deben dejar que los demás hagan las cosas que ellos pueden hacer por
sí mismos, siempre que su capacidad y salud lo permita. Preservar nuestra
autonomía es esencial para conseguir un envejecimiento activo. Sin duda,
cuidándose desde joven y manteniendo un envejecimiento activo lo conseguiremos.
Mantener la autonomía es un logro consecuente a lo que hemos hecho por
preservarla. Recordemos el adagio: Se envejece como se ha vivido. Aunque sea de
un modo más lento o con una relativa agilidad, las personas mayores deben
seguir haciendo sus actividades o parte de ellas, además de adquirir autonomía,
les permitirá sentirse útiles. Para lograr autonomía también es importante
acondicionar el entorno de la persona mayor para facilitar conductas
independientes. Eliminar barreras, obstáculos ambientales, instalar ciertos
elementos de apoyo y agarre, puede ser útil, por ejemplo.
9. Dormir 7 horas al día: el
sueño no solo sirve para que nuestro cuerpo descanse. También es muy útil para
que nuestro cerebro module algunas de sus funciones, como puede ser grabar
algunas cosas en nuestra memoria más profunda, es decir, consolidar cosas que
hemos hecho o aprendido durante el día. Además, podemos decir que existe
relación entre dormir mal o no dormir y desarrollar pensamientos negativos, por
lo que habrá una influencia directa entre descanso y salud emocional. El sueño,
por tanto, protege a nuestra mente. Cuando somos mayores puede ser necesario
dormir en torno a siete horas al día. Para valorar los problemas de sueño hemos
de analizar varias esferas: la emocional (por ejemplo, saber si la persona está
sufriendo ansiedad o depresión), la esfera física (por ejemplo, si la persona
padece dolores que interrumpan su descanso o tiene problemas urinarios que le
obligan a levantarse varias veces en la noche) y el entorno (conocer el nivel
de ruidos durante la noche en la vivienda, temperatura de la habitación,
comodidad de la ropa y el lecho, etcétera). Así, conocidos estos extremos
podemos establecer un plan de ayuda a un mejor descanso.
10. Participar e implicarnos: ¿En qué? En todo. Participar, implicarnos, mantener aficiones y
compartirlas, colaborar con los demás en cuantas actividades nos apetezca. Son
válidas desde las actividades lúdicas (viajes, participar en coros o en teatro),
hasta las actividades que suponen un compromiso activo para con los demás
(voluntariado, enseñanza a otros colectivos). En definitiva, sentirnos
partícipes con y por los demás.
Fuente: SEGG