La literatura
científica no aporta evidencia de que ciertos alimentos o suplementos
dietéticos contribuyan de forma importante a evitar los síntomas de la
menopausia. Sin embargo, algunas pautas alimentarias sí pueden reducir o
minimizar el impacto de estos síntomas y, además, mejorar la salud de las
mujeres de forma general
·
Evitar los
posibles desencadenantes de los síntomas vasomotores (la sudoración y los
sofocos), como las bebidas calientes, las especias o alimentos picantes, el
alcohol y el café, así como los ambientes demasiado cálidos.
·
Consumir al
menos cinco raciones diarias de frutas y hortalizas: este pequeño gesto se ha relacionado con la
prevención de muchas de las dolencias más serias y habituales que se padecen en
la edad adulta.
·
Escoger los lácteos desnatados: son una buena fuente de calcio, mineral importante para el mantenimiento
de la masa ósea, que en esta etapa entra en una fase crítica. Sin embargo,
optar por las versiones bajas en grasas contribuye a reducir el exceso de
calorías, grasas y colesterol, un objetivo importante a lo largo de la vida,
más a partir de los 50 años.
·
El consumo de alimentos integrales contribuye a prevenir el aumento de peso, además de aportar muchos más
nutrientes.
·
Las legumbres (garbanzos, lentejas, alubias, etc.) son alimentos muy nutritivos y con
sustancias fitoquímicas que ayudan a proteger la salud. Es recomendable
incorporarlas en el menú varias veces a la semana.
·
Los frutos secos son pequeñas perlas de salud. A pesar de su densidad calórica, si se consumen
con moderación (un puñado al día) no se asocian a una mayor ganancia de peso y
aportan beneficios para el organismo.
La soja en la menopausia
Cuando se
habla de alimentación en la menopausia, la soja es la estrella. Es habitual
escuchar que los fitoestrógenos de esta legumbre ayudan a minimizar los
síntomas asociados a la falta de hormonas femeninas. No obstante, la Autoridad
Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) evaluó la bibliografía científica y
concluyó que los datos actuales son insuficientes para establecer una relación
de causa y efecto entre el consumo de isoflavonas de soja y la reducción de los
síntomas vasomotores (sofocos, sudoración) asociados con la menopausia.
Lo mismo opinó
sobre la ingesta de soja y el mantenimiento de la densidad mineral ósea. Esto
no significa, sin embargo, que el consumo de legumbres, entre las que puede
incluirse la soja, no tenga múltiples beneficios para la salud. La composición
nutricional de este grupo de alimentos (ricos en hidratos de carbono complejos,
proteínas, fibra y múltiples sustancias fitoquímicas con efectos protectores
para la salud) convierte a las legumbres en un alimento para consumir de forma
habitual, un mínimo de 2 o 4 veces por semana.
Menopausia y obesidad: ¿cómo evitar el
aumento de peso?
Los estudios
indican que la mayoría de los
adultos aumentan entre medio kilo y un kilo cada año, así que subir de peso a medida que envejecemos
es algo habitual. Sin embargo, durante los años que rodean a la época de la
menopausia (de los 45 a los 55) es aún más frecuente, lo que no significa que
sea inevitable.
Los cambios
hormonales, es decir, la disminución en la
producción de estrógenos y progesterona, contribuyen a que la grasa se acumule
en el abdomen (como ocurre
en los varones), en lugar de hacerlo en muslos y caderas, algo que supone un
mayor riesgo cardiovascular. Pero estas modificaciones no son determinantes y
tomar conciencia sobre los hábitos alimentarios y la actividad física puede
contribuir a evitar los peligrosos kilos de más. Esto, además, disminuirá el
riesgo de padecer hipercolesterolemia, hipertensión arterial y diabetes tipo 2,
entre otros trastornos. ¿Cómo hacerlo?
·
Moverse más. Practicar actividad física contribuye a prevenir
el aumento de peso y también es una parte esencial del tratamiento del
sobrepeso y la obesidad. Tanto si queremos evitar el exceso de peso como si
pretendemos revertirlo, debemos reservar un buen rato al día a movernos, entre
45 y 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada (caminar a
marcha ligera). No olvidemos que practicar actividad física disminuye también
el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, osteoarticulares,
mejora la autoestima y tiene efectos antidepresivos.
·
Comer menos. Los cambios corporales asociados a la edad -como
el aumento de masa grasa y la disminución del músculo, entre otros- hace que
las necesidades calóricas sean menores. Sin embargo, es habitual que las
mujeres de esta edad coman las mismas cantidades que unos años atrás. Los
expertos aconsejan disminuir el tamaño de las raciones consumidas para
controlar el peso corporal. Utilizar un plato de menor tamaño puede ayudar.
·
Buscar apoyo. Los cambios en el estilo de vida son retos muy
importantes y las dificultades emocionales vinculadas a la menopausia pueden
obstaculizar su consecución. Rodearse de amigos y seres queridos que apoyen los
esfuerzos y las decisiones para seguir un estilo de vida activo y llevar a cabo
una alimentación saludable puede contribuir a conseguir estos desafíos. Pasear
con amigos, realizar ejercicio físico con vecinas o compañeras de gimnasio y
participar en cursos y charlas de cocina y alimentación saludable hará que todo
sea más fácil.
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