Durante las celebraciones navideñas es más frecuente hacer alguna comida o cena fuera del hogar. Esto no debería ser óbice para perder o modificar los hábitos dietéticos saludables, aunque realmente esto no sea fácil ante un ambiente que invita justamente a todo lo contrario. En cualquier caso, siguiendo las recomendaciones de la SEEN y la SEEDO:
· En la mayoría
de los casos los aperitivos pueden llegar a aportarnos las mismas calorías que
el plato principal. Deberás tomarlos con moderación o evitar aquellos que
lleven salsas (mayonesa, nata…), mantequilla, quesos untables o rebozados.
· Intente comer
la misma porción, como si estuviera en casa.
· Si le ponen
más cantidad no dude en pedir que le retiren lo que no se vaya a comer.
· Elige carnes
magras, sin salsas ni rellenos y elimine la piel. Si hay varias opciones
siempre será más recomendable el pescado que la carne.
·
Sustituye
postre o licores por café o infusión.
No solo de pan vive el hombre…
No solo es
conveniente controlar el apetito y las consecuencias de éste.
No menos
importante es atender a las cuestiones estrictamente psicológicas, sobre todo
en lo que respecta al estrés que estas celebraciones suponen para muchas
personas, desde perspectivas muy diferentes: echar de menos a familiares o
amigos ausentes o desaparecidos, organización de ágapes familiares, compras,
dificultades económicas sobrevenidas, etc.
Tal situación
de estrés puede mermar la capacidad de respuesta del sistema inmunológico del
organismo, haciéndolo más susceptible de padecer diversas patologías, como
procesos infecciosos (gripe y otros cuadros virales), migrañas, etc. Para
reducir este riesgo, parece aconsejable, en la medida de lo posible, evitar, en
los encuentros familiares y sociales, cualquier tema que se considere
susceptible de generar polémica (política, negocios comunes, etc.), sin olvidar
que, en último extremo, siempre existe la opción de abandonar la reunión, como
mejor alternativa a la pérdida de control propia y/o ajena, frecuentemente
facilitada por el exceso de alcohol y tabaco.
…Y después, ¿qué?
No siempre el
esfuerzo preventivo se ve recompensado por los resultados. Más frecuentemente
de lo que sería deseable, nos encontramos con que nuestro peso se ha “desviado
hacia arriba” y pasa a “acompañarnos” el resto del año, hasta llegar al
siguiente exceso alimentario. En realidad, podemos intentar romper esta especia
de círculo vicioso, mediante sencillas – aunque no fáciles – medidas relativas
a nuestros hábitos de vida cotidianos. Según datos recientes, la obesidad
infantil en España supera ya a la registrada en Estados Unidos, mientras que un
estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el 65 por
ciento de los españoles tiene sobrepeso (dos de cada tres), en tanto que en
1998 rondaba el 35 por ciento.
Nada como una
alimentación saludable bien planificada para encontrar el equilibrio metabólico
y, también en buena medida, el psicológico. En cualquier caso, el inicio del
nuevo año es siempre un buen momento –tanto como cualquier otro – para adoptar,
como indicábamos en el párrafo anterior, una serie de sencillas medidas, que
pasan por adherirse a algún tipo de actividad física programada (gimnasio,
clubes deportivos, etc.), incrementar el consumo de fruta y de verdura, incluso
entre las comidas principales; se debería evitar tanto los periodos de ayuno
prolongados (hacer cinco comidas a lo largo del día, en lugar de tres) como el
picoteo, entendido como el consumo de aperitivos y “snacks” con alto contenido
calórico y deficientes desde el punto de vista nutricional; incrementar el
consumo de pescado blanco y de carnes magras (poco grasas, como el pollo o el
conejo), aderezados preferiblemente sin salsas; reducir algo el tamaño de las
raciones (para ello, puede resultar psicológicamente favorable utilizar platos
más pequeños; de postre, por ejemplo); beber abundante agua a lo largo del día,
en detrimento de las bebidas alcohólicas, azucaradas y/o gaseosas.
Fuente: Punto farmacológico nº 61-
C.G.C.O.F.
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